Cómo la historia de Elías me ayudó a tener un descanso de los ataques de la depresión

sufrimiento depresión

Me costaba entender la oscuridad paralizante que sentían algunos de mis amigos que luchaban contra la depresión y la ansiedad, hasta que lo experimenté por mí misma.

Me preguntaba cómo es que ese estado de ánimo podía impedirles siquiera moverse.

Cuando me tocó enfrentarme a la depresión y ansiedad severa, de repente entendí cuán fuertes pueden ser esos sentimientos y la manera en que pueden paralizar a una persona.

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En esos momentos oscuros, Dios me enseñó una hermosa lección. Llegué a ver cómo Dios puede convertir ese miedo paralizante en un estado de descanso accesible y apacible.

Fue la experiencia de Elías en 1 Reyes lo que me hizo darme cuenta de que en cada prueba que enfrentamos y en cada lucha mental en la que nos encontramos, Dios nos brinda y alienta a tomar un descanso.

Este descanso no es un signo de debilidad, nos fortalece y es una necesidad.

Agitación e desasosiego

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En medio de mi estado depresivo más severo, me sentía completamente agitada. Mi corazón sabía que podía hacer más y ser más y esforzarme más. ¡Había sido así toda la vida!

El sentirme paralizada me hacía sentir como si estuviera decepcionando a mi familia, a mis amigos, a mí misma y a mi Dios.

Me llenaba de tormento y mataba hasta la última llama de autoestima que había sentido. ¿Cuál era la razón por la que estaba aquí? ¿Quien era yo? Estaba encadenada a mi mente y mi corazón no podía hacer nada para liberarme.

Día tras día, semana tras semana, me sentía cada vez más frustrada por mi incapacidad de ser la persona que sentía que debía ser y de estar a la altura de lo que los demás sabían que era capaz de alcanzar. Era un suicidio mental y espiritual todos los días.

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Muchas veces esos sentimientos fueron completamente sofocantes. Solo quería huir, quería estar en un lugar donde nadie me conociera, nadie esperara nada de mí. Era una batalla constante.

Al pensar en esos momentos me siento completamente agradecida al ver las grandes bendiciones que Él me dio, incluido un regalo muy preciado: una verdadera amiga. Ella nunca afirmó tener una respuesta a lo que estaba pasando y no trató de “sanarme”.

Lo que hizo fue permanecer cerca de Dios por las dos. Ella oró para saber que camino iluminar para que pudiera encontrar descanso y paz de mi mente siempre embravecida. Eso era todo lo que necesitaba. Necesitaba ver que no estaba sola.

Se me dijo muchas veces: “Ashley, está bien que te tomes un tiempo para descansar”. “Está bien que seas como eres”. “Está bien que hagas esto por ti”.

Ni siquiera podía entender ese concepto.

depresión

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Sentía que si cedía y simplemente me sentaba y descansaba, eso demostraría que era débil. ¿Acaso eso no mostraría que me estaba rindiendo ante esta enfermedad? No. No iba a parar y descansar.

Iba a seguir corriendo.

No me di cuenta de que estaba corriendo más y más por un túnel oscuro, hasta que un día reduje la velocidad lo suficiente como para ver ese pequeño destello de luz que Él siempre enviaba. Esa luz fue un mensaje de esperanza, de permiso, para finalmente descansar.

Descanso y solaz

“Elijah and the Angel” por Gustave Doré

Mi amiga abrió sus Escrituras en 1 Reyes capítulo 1 y me contó brevemente cómo el profeta Elías había estado trabajando arduamente para que la gente volviera a la rectitud.

Elías estaba dando todo de sí para llevar a las personas al arrepentimiento y volver sus vidas a Dios, pero no lo escucharon. Esto se volvió cada vez más desgarrador y preocupante.

Él llegó a pensar que le había fallado a Dios y aquellos sentimientos fueron tan abrumadores que Elías salió a caminar:

“Y él se fue por el desierto a un día de camino, y llegó y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová; quítame la vida, porque no soy yo mejor que mis padres.

Y se acostó debajo del enebro y se quedó dormido, y he aquí, un ángel le tocó y le dijo: Levántate, come.

Entonces él miró, y he aquí que a su cabecera había una torta cocida sobre las brasas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a recostarse.

Y volvió el ángel de Jehová por segunda vez, y le tocó, diciendo: Levántate, come, porque el camino que te resta es demasiado largo para ti.

Se levantó, pues, y comió y bebió; y caminó con las fuerzas de aquella comida cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios”. -1 Reyes 19: 4–8

Mientras Elías descansaba bajo el enebro, oró y le pidió a Dios que lo dejara morir, que le quitara la vida que sentía que había desperdiciado. Elías yacía en ese lugar, luchando contra su mente con todo lo que tenía, cuando un ángel vino y lo tocó.

Creo que es muy importante señalar que el ángel no solo se apareció; el ángel le hizo sentir a Elías que estaba con él a través de ese contacto.

“Elijah in the Desert” por Daniele da Volterra

Me imagino que en el estado de desesperación en el que se encontraba Elías, tal vez no hubiera podido escuchar al ángel que estaba ahí, sin embargo pudo reconocer el toque de las manos del ángel.

El ángel invitó a Elías a levantarse, comer y beber, para llenarse con lo que había sido milagrosamente provisto. El ángel luego consoló a Elías a recostaba de nuevo.

Después de otro momento de descanso, el ángel volvió por segunda vez con la misma invitación y consuelo. Esta vez el ángel le recordó a Elías que la misión a la que Dios lo había enviado era grande y difícil.

Imagino que en ese momento Elías sintió consuelo y tranquilidad. El vacío del fracaso comenzó a llenarse con la fuerza de Dios y esa fuerza lo sostuvo durante los siguientes 40 días y 40 noches que le tomó subir al monte Horeb.

“The Rescuer” por Yongsung Kim

El ángel no vino a decirle a Elías que estaba siendo negligente o a decirle lo que debió estar haciendo. El ángel simplemente le dijo a Elías que estaba bien que descansara y que comiera.

Aprender de la experiencia de Elías cambió la mía. Aprendí que procurar un momento de descanso no es ser débil, es el acto más fortalecedor que podemos realizar.

Me había sentido de la misma manera que Elías, había sentido que había fracasado porque mi depresión y falta de ambición me impedían hacer y ser todo lo que sabía que podía lograr. Había deseado que me quitaran la vida, había deseado que todo terminara.

Cuando mi amiga compartió conmigo esta sencilla experiencia bíblica, mis ojos comenzaron a abrirse a la misericordia y la gracia de Dios. Vi como Su poder me encontró y se quedó conmigo, bajo mi propio enebro apacible.

confiar en el Señor

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Cuando elegimos bajar la velocidad y descansar bajo la sombra de un “enebro”, podemos recibir alimento e instrucción, podemos reunir toda la fuerza que necesitamos para escalar la próxima montaña.

Con Él, sabremos cuándo tomar un descanso para luego seguir adelante. Para mí, la clave fue asegurarme que descansar también incluía acercarme a Dios y Su palabra en oración.

Si amas a alguien que atraviesa este túnel de depresión, en lugar de obligarlo a levantarse y caminar bajo el calor del desierto, sé su ángel. Siéntate a su lado bajo la sombra, ofrécele alimento, sé las manos que lo tocan para recordarle que no tiene que pasar por esto solo.

Y cuando te encuentres corriendo en la oscuridad, baja la velocidad para poder ver la luz de Señor. Si te sientes solo, toma la mano que está extendida para ti.

Si te sientes quebrantado, quédate en silencio y deja que Su gracia te brinde energía. Su descanso sustentador te espera bajo la sombra del enebro.

Fuente: LdsLiving

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Comentarios
Gracias que gran temaso
Carlos escalante

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