Dios no es un Santa Claus con una lista de niños buenos y malos

como es Dios

“Durante gran parte de mi vida estuve tratando de evitar ser puesto en la “Lista de niños malos” de Dios. Oraba, leía mis escrituras, iba a la Iglesia, y cumplía todas las cosas en un esfuerzo agotador para evitar ser el receptor de algún tipo de carbón celestial.”

Recientemente me he dado cuenta de algo que realmente ha movido mi mundo.

No sólo ha cambiado por completo mi paradigma sobre la vida y las relaciones que tenemos, sino que también ha expuesto muchas ideas falsas a las que me había aferrado durante toda mi vida.

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Ha sido uno de esos avances espirituales que son un poco agridulce. Agrío porque he vivido la mayor parte de mi vida bajo una falsa pretensión que, durante muchos años, trajo un cierto grado de infelicidad en mi vida. Dulce porque hice un cambio en mis creencias que me ha traído mucha paz.

Me di cuenta de que Dios no es un Santa con una lista de niños buenos y malos.

Verás, durante gran parte de mi vida estuve tratando de evitar ser puesto en la “Lista de niños malos” de Dios. Oraba, leía mis escrituras, iba a la Iglesia, y cumplía todas las cosas de la lista de supuesta “Espiritualidad” en un esfuerzo agotador para evitar ser el receptor de algún tipo de carbón celestial. 

Pero, por desgracia, nada de esto me satisfizo por completo. Como mencioné antes, siempre tenía esa sensación de que yo era una decepción, un fracaso, y que nunca sería capaz de alcanzar el nivel de bondad que “Santa-Dios” esperaba para que me pueda poner en su lista de niños buenos.

Recientemente, mis ojos comenzaron a abrirse más y más con respecto a la verdadera naturaleza de Dios y Su visión sobre mí, uno de sus hijos. Tomé en serio esta cita del Elder Uchtdorf:

Dios

 

“Cuanto más conozco a mi Padre Celestial, más claramente veo cómo inspira y guía a Sus hijos. Él no es irascible, vengativo ni rencoroso. Su propósito mismo —Su obra y Su gloria— es enseñarnos, exaltarnos y guiarnos a Su plenitud.” (“El perfecto amor echa fuera todo temor“)

Dios no es simplemente un espía omnisciente, continuamente mirando por encima de nuestro hombro y registrando cada paso en falso. Él es el tipo de Padre que está en constante búsqueda de formas para ayudarnos y alentarnos.

Solía ​​creer que cuando yo cometía un error, Dios me castigaba dándome un “tiempo” de silencio. Lo imaginé diciendo: “Te dejo aquí por un tiempo y cuando decidas mejorar, puedes recuperar mi presencia y mi ayuda.”

No. Es algo completamente equivocado. Su amor y presencia están disponibles para nosotros sin importar nada. Eso significa que cuando sentimos que Él tiene la culpa de nuestra distancia, en realidad somos nosotros quienes nos hemos distanciado de Él. 

Como el conocido autor C. S. Lewis dijo una vez en su libro “Mere Christianity”: 

“Aunque nuestros sentimientos van y vienen, el amor de Dios por nosotros no cambia.”

El Elder Uchtdorf hizo eco de este sentimiento en un discurso de la Conferencia General de octubre del 2009 titulada “El amor de Dios“:

“Él nos ama porque está lleno de una medida infinita de amor santo, puro e indescriptible. Somos importantes para Dios no por nuestro currículo, sino porque somos Sus hijos. Él nos ama a cada uno, incluso a los imperfectos, rechazados, torpes, apesadumbrados o quebrantados. El amor de Dios es tan grande que Él incluso ama a los orgullosos, a los egoístas, a los arrogantes y a los malvados.

Lo que esto significa es que, sin importar nuestra situación actual, hay esperanza. No importa cuál sea nuestra aflicción, pena o error, nuestro Padre Celestial infinitamente compasivo desea que nos acerquemos a Él para que Él pueda acercarse a nosotros.”

El darme cuenta del tipo de amor que Dios tiene para nosotros ha sido un cambio para mí. ¡En serio que sí!

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Cuando descubrí que Dios no usó nuestra relación con Él (o la falta de ella) como medio de manipulación, cambió totalmente la forma en que interactué con los demás. Quiero decir, piense en cómo los humanos, en nuestra debilidad, amenazan con eliminar su relación para manipularse entre sí: “¡Oh, sí! Bueno, si me haces eso, ya no te hablaré más”. 

Desde el nivel más básico al nivel escolar hasta la compleja relación de pareja, ese es el trato que se usa en la sociedad actual; este tipo de trato es completamente ilógico, por no mencionar que está lejos de ser divino.

Imagina lo que sucedería si, en lugar de crear una brecha más amplia entre nosotros y otra persona cuando hay conflicto, tratamos de hacer lo que Dios haría. ¿Qué pasaría si nos comunicamos aún más? ¿Qué pasaría si mostramos un aumento en nuestro afecto? (esta escritura se me viene a la mente) ¿Qué pasa si extendemos nuestros brazos de misericordia y no nos damos por vencidos?

Ahora, sé que no siempre que hagamos esto la otra parte regresará al instante para restablecer los lazos que se han roto. Pero, vamos, ¿no sería el mundo un lugar mejor si todos probáramos este tipo de solución de conflictos? Después de todo, ¿acaso no es el patrón que sigue nuestro Dios (un ser omnisciente y perfecto)?

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En definitiva, me dio una perspectiva. Hace un cambio en ti cuando sabes que hay alguien por ahí que te ama. Siempre.

Sientes más esperanza. Sientes más compasión, te sientes menos dispuesto a juzgar, sientes más caridad. Te enfocas en lo que realmente importa en la vida.

El Elder John Groberg resumió los resultados de comprender la verdadera naturaleza de Dios:

“Cuando comprendemos quién es Dios, quiénes somos nosotros, la forma en que Él nos ama y el plan que tiene para nosotros, el miedo se disipa. Cuando obtenemos la más pequeña vislumbre de esas verdades, nuestra preocupación por las cosas del mundo desaparece.” (“El poder del amor de Dios negrita añadida)

Entonces, la conclusión es que no es una lista de verificación que te hará cambiar al finalizar. La monotonía y la rutina no tiene sentido cuando se trata de crecimiento espiritual, pero si lo que haces te lleva a sentir, comprender y aceptar el amor que Dios siente por ti, eso es lo que realmente te hará cambiar.

Eso es exactamente lo que le sucedió a la gente del rey Benjamín.

Cuando las personas escucharon al rey Benjamín enseñar, que cuando “probamos el amor [de Dios]”, seremos “llenos del amor de Dios, y siempre [retendremos] la remisión de [nuestros] pecados; y [creceremos] en el conocimiento de la gloria de aquel que [nos] creó, o sea, en el conocimiento de lo que es justo y verdadero.” (Mosíah 4:11-12).

Y ellos lo creyeron.

¿Que pasó? Cuando ellos abrieron sus corazones para realmente recibir el amor de Dios, pasaron por una transformación asombrosa. No sólo tenían el deseo de hacer el bien continuamente, sino que experimentaron un gozo muy grande. (Mosíah 5:2-4).

Dios

No sé ustedes, pero creo que hay muchas personas que no están felices en la vida y que buscan el mismo tipo de transformación espiritual increíble por la que atravesó el pueblo del Rey Benjamín. Sin embargo, en lugar de construir una relación con Dios y abrirse a su amor, intentan encontrarlo en una lista de prácticas religiosas que, por muy bien intencionadas que sean, pueden distraerlas de la búsqueda de una verdadera conexión con su Creador.

Poco sabe la mayoría de la gente que la fórmula es muy simple. Se reduce a dos simples verdades que se encuentran en el núcleo de la historia sobre el rey Benjamín y su pueblo:

  • No necesitamos transformarnos para ganar el amor de Dios.
  • Necesitamos aceptar el amor de Dios y dejar que Él nos transforme.

En definitiva, no existe una lista de niños buenos o malos que Dios guarda en secreto.

Solo tiene una lista de las personas que ama.

¿Y adivina qué?

Todos estamos en ella.

Este artículo fue escrito originalmente por Jasmine Turner y fue publicado por mormonhub.com bajo el título de “God is Not a Supernatural Santa

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