Cada vez que regreso al sur de California, el lugar donde nací, para llevar a mis hijos a visitar a sus abuelos, siempre pasamos unos momentos en las pozas de marea que se encuentran en Corona del Mar.
Me gusta caminar por el lugar, observar las pozas y buscar liebres de mar, mis animales favoritos, mientras las gaviotas vuelan a nuestro alrededor.
Visitar este hermoso lugar me hace pensar en las suposiciones que tenía cuando era pequeña sobre lo que era ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y lo diferente que son a mi punto de vista actual.
Mi visión cambió gracias a las experiencias que tuve en la misión, la universidad, el tiempo que pasé cuidando a mis hijos y sirviendo en la Iglesia, así como en mi carrera profesional.
Dado mi labor como una académica Santo de los Últimos Días, a menudo las personas se acercan a mí con preguntas y problemas relacionados a sus desafíos de fe. Utilizan expresiones como “todo se derrumbó”, “me siento abrumado” y “no sé cómo encontrarle sentido a esto”.
He notado que las personas que atraviesan crisis de fe suelen compartir ciertas suposiciones sobre lo que es la Iglesia (o lo que debería ser).
Solía tener muchas de esas suposiciones, sin embargo, ahora mi perspectiva es diferente.
Mi punto de vista ha cambiado y estás son las razones:
Primero: De niña, solía pensar que como la restauración de la Iglesia se trataba de corregir los errores de la Gran apostasía, nuestra Iglesia quedaría libre de fallas. Con el tiempo aprendí que nosotros, los Santos de los Últimos Días que forman parte de esta Iglesia, no somos inmunes a los errores.
Estamos influenciados por la cultura y cambiamos con el tiempo, existen personas buenas y personas que se dejan llevar por sus debilidades.
Segundo: Cuando era niña, pensaba que nuestra Iglesia era la misma en todas partes. Pensaba que en cualquier lugar del mundo los Santos de los Últimos Días cantaban los mismos himnos y participaban de la Santa Cena cada domingo.
Pero cuando viví y serví en la Iglesia en otras partes del mundo y llegué a comprender que la cultura moldea nuestras suposiciones sobre lo que es el mundo y cómo deben de vivir las personas.
Tenemos diversos puntos de vista y prácticas en nuestro barrio, ramas o estacas. Me di cuenta de que somos diferentes aun estando en la misma Iglesia.
Con el tiempo, vamos mejorando
Las perspectivas que tenía, como “los Santos de los Últimos Días no cometen errores” o “los Santos de los Últimos Días tienen las mismas creencias, los mismos valores y hacen las cosas de la misma manera” se desvanecen cuando se examinan de cerca o desde una perspectiva más amplia.
Somos diferentes, nuestra cultura y costumbre son diferentes, somos buenos y en ocasiones cometemos errores y esa es la diferencia.
No hay nada de malo en vivir toda tu vida en un mismo país sin salir de sus fronteras, lo que sí debemos recordar es que hay un mundo entero allá afuera, por lo que nuestra realidad de lo que es la Iglesia es pequeña.
A nivel personal, soy consciente de mis propias imperfecciones y prejuicios. A pesar de esos pequeños errores, sigo convencida de que nuestra Iglesia es verdadera.
A menudo, se tiende a pensar que la Iglesia es solo un conjunto de ideales o un programa para promover ideales, pero en realidad es mucho más que eso. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una entidad real y viva; aunque es perfecta, sus miembros no lo son.
Podemos ser un gran ejemplo en el mundo
Como académica, he pasado mucho tiempo estudiando los movimientos ideológicos morales, sobre todo en China, pero también en la historia de Estados Unidos, Europa y Japón.
Todos comparten el deseo constante de hacer el bien y vencer al mal. Anhelamos crear una sociedad nueva y buena donde el mal sea superado por el bien.
Cultivar estas cualidades a la manera de Cristo no es un proyecto teórico, sino una práctica real. La Iglesia proporciona un espacio para trabajar en convertirnos en verdaderos hijos e hijas de Dios.
Nuestras organizaciones de la Iglesia nos ayudan a lograrlo, aprendemos a compartir, a servir, a trabajar con otros a pesar de nuestras diferencias.
Los Santos de los Últimos se pulen y mejoran con el tiempo gracias a las asignaciones, los desafíos y la interacción en la Iglesia.
La diversidad de opiniones y enfoques entre los miembros, lo que a menudo genera diferencias, impulsa a los miembros a encontrar mejores maneras que hacer crecer la obra del Señor y ayudar a los demás a prosperar en cualquier contexto en el que se encuentren.
La Iglesia de Jesucristo no busca resolver el desafío de la diversidad, sino que proporciona un espacio para ayudarnos a emplearla de la manera más adecuada a fin de promover la unidad dentro de nuestra comunidad.
A medida que trabajemos juntos para abordar los desafíos más grandes del mundo con paciencia, aceptación y caridad toda la tierra será bendecida.
Fuente: LDS Living