Con 1.85 kilogramos, Grace encajaba perfectamente en los brazos de sus padres, el gorrito rosa en su cabeza combinaba a la perfección con su suave piel. Grace había perdido la vida unas semanas antes en el vientre de su madre.
Con 1.84 kilogramos, Charlie tenía suaves mechones de cabello rubio y ojos azules profundos que observaban a sus padres después de sobrevivir a dos cirugías en el corazón y numerosos paros cardíacos. Después de 12 largos días de lucha, Charlie dejaría este mundo.
No conocí a Grace o Charlie, no estuve en el hospital con ellos, o en las aterradoras citas con los doctores o los meses llenos de dolor que siguieron.
Sin embargo, siento que conozco sus espíritus, aunque sea un poco, al escuchar la forma en que sus papás y mamás hablaron de los pequeños bebés que trajeron a este mundo.
Conocer a Grace y Charlie, para mí, ha sido como conocer una parte del cielo. Ahora espero compartir con ustedes sus historias con el deseo de brindar esperanza.
“Grace”
Ashlee y Larz Macfarlane. Fuente: LdsLiving
Dos días antes de que naciera su hija Grace, Ashlee Macfarlane se dio cuenta de que su bebé no se había movido durante un tiempo.
Se acostó y contó la cantidad de veces que Grace se movía.
Sintió un movimiento, aunque suave.
Asumiendo que Grace estaba cansada, Ashlee pensó que todo estaba normal hasta la mañana siguiente cuando supo sin lugar a dudas que algo estaba mal.
Cuando ella y su esposo, Larz, fueron al médico esa misma mañana, la enfermera no pudo encontrar un latido.
Dios estaba pendiente de su pequeña. Imagen: iStockPhotos
Mientras su médico realizaba la ecografía, Ashlee supo en lo más profundo de su corazón que sería en vano. Ella compartió:
“Podía ver su pequeño corazón en la pantalla sin moverse, aquello fue terrible. No recuerdo lo que pasó después”.
El médico confirmó que habían perdido a la bebé y les explicó los pasos que debían seguir.
Ashlee y Larz optaron por traer al mundo a Grace de manera natural en lugar de realizar una cesárea. Larz llamó a todos los miembros de la familia para informarles lo que había sucedido.
Al día siguiente, su habitación de hospital se llenó de familiares que habían ido a conocer a Grace.
Cuando nació el 13 de abril de 2019, fue amor a primera vista.
Larz Macfarlane sosteniendo a Grace. Fuente: LdsLiving
Ashlee sostuvo a Grace en sus brazos y la colocó en su pecho. Larz la arrulló y bailó con ella. Ambos sintieron el espíritu de su hija ese día.
Ashlee expresó:
“La mejor forma en que siento que puedo seguir siendo su madre es… compartiendo su historia y así ayudar a otras personas a encontrar más fe, seguridad y esperanza”.
Mirando hacia atrás, ella comentó que Dios la había preparado para sobrellevar la pérdida de su hija.
En unas cuantas ocasiones durante su embarazo, tuvo la impresión de que Grace no sobreviviría. Aunque descartó esa idea, tuvo la certeza de que Dios estaba pendiente de su pequeña y le había dado consuelo.
Por su parte, Larz expresó que la situación no fue nada fácil y que en muchas ocasiones tuvo sentimientos de enojo, frustración y confusión. Sin embargo, a medida que buscaba comprender lo que sentía, Larz aprendió que está bien conversar sobre eso con el Padre Celestial.
La muerte no es el final. Imagen: Canva
“Dios demanda nuestro corazón. No demanda que nuestro corazón sea santificado como el Suyo. Él recibirá lo que digamos y responderá con amor y comprensión. Es normal tener una crisis de fe, es normal sentir enojo. Dios nos ha demostrado que lo comprende”.
Para Larz, no había duda de que Dios tomaría Su dolor, para convertirlo en esperanza y fe.
Finalmente, Ashlee ofreció el siguiente comentario:
“La muerte no es el final… la Expiación no es solo para el pecado, sino también para vencer la muerte. Dios tenía un plan específico para ella y estaba destinada a ser un regalo, un regalo para nosotros, un regalo para otras personas, y eso me ayuda a sentirme más cerca de ella”.
“Charlie”
Meg y Morgan Evans. Fuente: LdsLiving
Meg y Morgan Evans descubrieron a las 20 semanas de su embarazo que su bebé tenía una rara afección llamada anomalía de Ebstein.
Los médicos les dijeron que había una alta probabilidad de que su pequeño falleciera en el útero o naciera sin vida.
Aquello fue un duro golpe para Meg. Ella expresó:
“Amo su nombre, amo el nombre Charlie. Me encanta escuchar que las personas digan su nombre o que lo mencionen en una conversación o escuchar su nombre en cualquier lugar. [Como sus padres], literalmente pensamos en ello cada minuto, no es un recordatorio. Hablar de él, sin embargo, me recuerda que vivió; escucharlos decir su nombre es como si nos recordaran que él vivió, todavía vive y vivirá”.
Charlie superó las expectativas y llegó hasta los 8 meses de gestación. Sin embargo, durante un control de rutina, los médicos descubrieron que no estaba respondiendo como lo haría normalmente.
Un recuerdo constante. Imagen: Canva
Rápidamente, Meg fue sometida a una cesárea de emergencia y el bebé nació el 23 de octubre de 2019.
En los días que siguieron, Charlie pasó por dos cirugías de corazón. Durante la segunda, sufrió 22 paros cardíacos, pero fue reanimado para mantenerlo con vida.
Días después, pareció mejorar y seguía a sus padres con la mirada cuando le hablaban, algo muy inusual para un recién nacido.
Morgan compartió:
“Aquello fue nuestra mayor bendición, esos cuatro días que tuvimos juntos… fueron los mejores, fue realmente increíble”.
Hay certeza y esperanza gracias al Padre Celestial. Imagen: Canva
A medida que la salud de Charlie declinaba rápidamente, Meg y Morgan se enfrentaron a una difícil decisión y finalmente eligieron no prolongar su sufrimiento y optaron desconectar del ventilador.
De esto, Morgan expresó:
“Realmente creo que hay cosas peores que la muerte. No quería que Charlie sufriera… No quería mantenerlo aquí solo por nosotros… Siento que como padres, dejar ir [a un hijo] es como rendirse, sin embargo sabes que de alguna manera debes hacer… lo que es mejor para él y, a veces, esa decisión es dejarlos partir”.
Meg y Morgan se sintieron llenos de paz con su decisión, habían entregado su voluntad a Dios y sintieron el poder de la expiación de Cristo en sus vidas.
Dios nos sostiene en esos momentos. Imagen: Canva
Morgan compartió que “es el poder habilitador de la Expiación lo que [les] permitió tomar esa decisión”.
“Gracias a Cristo, volveremos a ver a nuestro hijo Charlie y estaremos con él de nuevo. Aunque estemos separados ahora… volveremos a estar con él un día…
En última instancia, es el plan de Dios, es creer, tener fe y confianza en Su plan. Eso es lo que está en primer lugar en nuestra vida debido a Charlie, Él nos ha ayudado a ver eso”.
Finalmente, Meg agregó:
“Sé que Dios lo sabe todo… y nosotros no, somos como un niño. Él comprende cuando sentimos frustración y enojo… Siento que Él llora conmigo y sé que no estoy sola, que nunca me deja sola, me ayudó a seguir orando… Sé que Dios nos sostiene en esos momentos”.
Esperanza en un futuro mejor
Aquellos bebés nunca serán olvidados. Créditos: Almu Ruiz
Grace y Charlie quizás no estuvieron vivos durante mucho tiempo de acuerdo a los estándares del mundo y sus nombres quizás no pasarán a la historia por hacer grandes cosas.
Tal vez la vida no deba medirse en logros y reconocimientos, sino en el amor que dejamos atrás. Y en el caso de Grace y Charlie, dejaron mucho amor.
Grace y Charlie están en cada respiración que toman sus padres, en cada lágrima que derraman sus seres queridos.
Gracias a Cristo, todos los bebés que fallecen vivirán. Arte: Vicente Romero
Están en cada momento fugaz porque son un recordatorio de que la vida no se trata solo de hoy, mañana o los días que siguen.
La vida es eterna.
La eternidad trae esperanza. Y gracias a Cristo, Grace y Charlie todavía viven. Eso hace que sus historias merezcan ser recordadas.
Fuente: LdsLiving
