Una antigua miembro de mi barrio un día me envió un mensaje de texto. Fue una hermosa expresión de amor y consuelo que me ayudaría a sobrellevar una prueba por la que ella sabía que estaba pasando.
Ella también me compartió algunas de sus pruebas e incluyó una escritura que le ha traído una gran paz:
“Por tanto, muy queridos hermanos, hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo”. -Doctrina y Convenios 123:17
Qué maravilloso consejo. Seguía meditando en estas palabras cuando recibí una llamada de otra querida amiga. Ella está pasando por un proceso de divorcio y compartió sus desafíos conmigo.
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Fue desgarrador escuchar todo lo que había pasado. Luego me dijo: “Pero hay un pasaje de las Escrituras que realmente me ha ayudado, se encuentra en DyC 123:17”.
Le pregunté: “¿Te refieres al versículo que habla del brazo del Señor?”
Sentía que me quedaba sin palabras ante la coincidencia que no era una mera coincidencia.
“Sí esa, me parece genial que la conozcas”, me dijo.
No, no tengo un gran dominio de todos los capítulos y versículos de las escrituras. Simplemente estaba siendo testigo de un milagro increíble que Dios había puesto en mi vida.
Debo agregar que no había hablado con ninguna de estas mujeres en algunos años y ahora, en el mismo día, ambas me contactaron y con la misma escritura. Me sentí realmente vista y amada por el Padre Celestial.
Él hizo que el Espíritu Santo les diera la impresión de contactarme y compartir este pasaje en particular. No solo eso, sino que proveyó la manera de hacerlo, maneras simples y sencillas que causaron un gran impacto en mi vida.
Me conmovió mucho el primer mensaje, pero el “segundo testigo” realmente lo reafirmó. Ahora estaba motivada y tenía una escritura para guiarme a diario. Empecé a ver los diferentes mensajes de sabiduría en ese breve versículo.
Después de todo, estamos en Sus manos
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Siempre supe que nací con una disposición al buen ánimo. Me encanta la cita del élder Holland donde nos recuerda que Cristo habló de “tener buen ánimo” con tanta frecuencia que casi lo considera un mandamiento, sin embargo, ver eso en esta escritura se sintió como algo personal.
Sí, no debemos ceder al desánimo o incluso al abatimiento a medida que avanzamos en la vida. Ciertamente hay momentos en que todos sentimos desesperación, pero tenemos que combatirla, levantarnos rápidamente, enfocarnos en Cristo y ser de buen ánimo.
No solo eso, sino que en ese versículo se nos dice que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance.
¿Lo he hecho todo? ¿He recibido una bendición del sacerdocio? ¿He ayunado? ¿He asistido al templo? ¿Quizás me he excedido y he tratado de hacer cosas que no están en mi poder? ¿Es momento de tomarme una pausa y meditar?
Habrá momentos donde sentirás que es hora de admitir que hiciste todo lo que pudiste y ahora deberás confiar completamente en el Señor. Podrás ver en tu vida las dos promesas en ese versículo.
Puedes tener fe y la completa seguridad de que verás la salvación de Dios y Su brazo revelado. Dios revelará Su poder. Lo que nos está lastimando o frustrando estará en Sus manos y se resolverá como debe ser.
Guía Divina
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Piensa en todas las cosas que están fuera de tu control, a decir verdad, mejor no pienses en eso, sería demasiado. Con frecuencia nos engañamos pensando que podemos cambiar esto o aquello, pero en realidad, hay muy poco en este mundo que esté bajo nuestro control.
Ejercemos influencia, hacemos nuestra parte y hacemos una pequeña diferencia aquí y allá, pero la gran mayoría de los problemas del mundo, y nuestros problemas individuales, están fuera de nuestro alcance como para cambiarlos abruptamente.
Queremos que todo se haga ahora y tratamos, en nuestra impaciencia, de hacer milagros, pero esa es justamente el área de Dios. Es lo que hace. Entonces, cuando necesitemos una gran victoria en nuestras vidas, definitivamente debemos dejárselo a Aquel que realmente puede lograrlo.
Un silencio sagrado
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Este versículo me trajo una paz increíble. Cuando me encuentro preocupada, recuerdo que debo darme un momento de tranquilidad, de silencio para conectarme con el Señor. Ese silencio es sagrado, es cuando podemos escuchar Sus impresiones, adquirir una nueva perspectiva de las cosas y sentirnos cerca de los cielos.
No se nos dijo que centráramos nuestros esfuerzos en otra parte, sino que simplemente nos quedáramos tranquilos, en silencio por un momento y acudamos a Aquel que todo lo puede.
Es un consejo perfecto e, independientemente de las razones, era el consejo que necesitaba. Permanezcamos tranquilos, tenemos ayuda divina. Sólo respira. Solo espera. Entrégaselo al Señor.
Me siento muy agradecida por estas dos amigas que siguieron la impresión de compartir conmigo DyC 123:17. Debido a este versículo, sé que siempre tendremos problemas, pero que no siempre debemos tener preocupaciones. Hay una diferencia.
Surgirán pruebas, porque estamos siendo capacitados para ser los herederos de un Dios, de un Padre Celestial, sabíamos que la tarea sería un tanto difícil cuando aceptamos venir a la tierra. Sin embargo, al ejercer fe en el Señor, podemos tener paz incluso en nuestros desafíos de la vida.
Es mi deseo que pongamos nuestra entera confianza en Su amor y cuidado, y en la victoria final, que siempre será de Dios.
Fuente: Meridian Magazine
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