Pregunta

Como miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tengo una fe fuerte en la Trinidad. Sin embargo, por mucho tiempo he luchado con una pregunta a la que todavía no encuentro respuesta. “¿Por qué el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos así como Dios y Jesucristo?”

Las Escrituras hacen incapié en que tanto nuestro Padre Celestial como Jesucristo tienen cuerpos glorificados y perfectos pero, sin la aclaración adecuada, podríamos cuestionar incorrectamente el papel del Espíritu Santo solo por saber que es un “personaje de espíritu” sin un cuerpo tangible.

Respuesta

Arte: «Joseph Smith’s Vision of the Celestial Kingdom» por Robert T. Barrett.

Bien, para llegar a la conclusión correcta en cuanto a este tema, necesitamos analizar correctamente las fuentes que ya tenemos de nuestras creencias como Santos de los Últimos Días.

“El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo; pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino es un personaje de Espíritu”. (Doctrina y Convenios 130:22)

Algunos piensan que esta diferencia limita las capacidades del Espíritu Santo frente a los otros miembros de la Trinidad, sin embargo, esto es parte esencial de Su misión única y divina.

Al ser un personaje de espíritu, el Espíritu Santo tiene la facultad de morar en nosotros y obrar profundamente en el corazón de cada persona. Esto también hace posible que pueda desempeñar diferentes funciones de manera única.

Su rol como Consolador y Guía

Imagen: Canva

Uno de los papeles del Espíritu Santo es brindar fortaleza y revelación personal. Para cumplir esa tarea, su condición de espíritu le permite estar presente con millones de personas al mismo tiempo, capacidad que no tendría si tuviera un cuerpo de carne y huesos.

Esa misma capacidad también le permite influír de forma más poderosa en nuestros corazones y mentes. El élder Robert D. Hales, quien fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que el Espíritu Santo puede iluminar nuestra mente y ayudarnos a comprender la verdad del evangelio.

Al cumplir con este rol mediante su naturaleza espiritual, podemos ser inspirados a tomar decisiones correctas cada día.

Miembro de la Trinidad

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Uno de los mayores malentendidos que debemos corregir es la creencia de que poseer un cuerpo perfecto es un requisito para los miembros de la Trinidad. Esto no es cierto puesto que la divinidad no se limita a tener un cuerpo de carne y hueso.

El Espíritu Santo forma parte de la Trinidad puesto que aunque no posea un cuerpo físico, el impacto de su misión se complementa con las del Padre y del Hijo obrando los tres de distinta forma pero bajo un mismo propósito.

El Don del Espíritu Santo

mujer meditando
Imagen: Shutterstock

Aunque todos podemos sentir la influencia del Espíritu Santo, cabe resaltar que sólo aquellos que cumplan la ordenanza del bautismo y hayan recibido la imposición de manos, recibirán la compañía constante del Espíritu siempre y cuando se mantengan dignos.

A esa compañía constante se le llama el Don del Espíritu Santo, el cual nos ayuda a entablar una relación continua con este miembro de la Trinidad.

Finalmente, el Espíritu Santo no deja de ser Dios por no tener un cuerpo. Más bien, esto nos permite contemplar la misión única que desempeña de una mejor manera. Al estar atentos a Sus impresiones, podemos saber la verdad y recibir paz diariamente mediante la revelación personal.

En otras palabras, el poder del Espíritu Santo no radica en si tiene un cuerpo o no, sino en Su naturaleza divina única y en Su cercanía con nosotros.

Fuente: AskGramps

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