Todos hemos visto fotos de un antes y después. Podría ser un cambio de look, un anuncio para bajar de peso, un área de la casa que se remodeló.
Primero, vemos el “antes” decadente, que aparentemente no se podría cambiar. Luego, vemos el “después”, un cambio total y se ve ¡fantástico!
Esos anuncios nos hacen desear una transformación en nosotros o en nuestro hogar. Nos fijamos metas y comenzamos a trabajar para mejorar. Sin embargo, de pronto, nos percatamos de los problemas de la vida y nuestras debilidades personales.
Nos damos cuenta de que el proceso de cambio es lento, y requiere de nuestra paciencia y compromiso. Es posible que pensemos que algunas de esas metas no se logren en esta vida.
Una perspectiva amplia
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Yo prefiero ver esta vida como el segundo acto de una obra de teatro.
La vida terrenal es donde se acumulan todos los problemas, aumenta el suspenso y nos preguntamos en qué momento llegará nuestro héroe a salvarnos de esta tragedia.
En el tercer acto está la vida después de la muerte. Aquí es donde finalmente vemos una resolución y un final verdaderamente feliz.
Sin embargo, existe un área en la que tu “después” puede ser inmediato. El élder Jeffrey R. Holland dijo:
“Puedes cambiar cualquier cosa que quieras, y puedes hacerlo muy rápidamente. Creer que arrepentirse requiere años y años y eones de eternidad es otra diabólica falacia.
Se necesita exactamente el mismo tiempo para arrepentirse, que lo que lleva decir ‘cambiaré’, y decirlo de verdad…
Pero el cambio, el progreso, la renovación y el arrepentimiento te pueden llegar de un modo tan súbito como le llegó a Alma”.
El antes y después en la vida real toma más tiempo que en los anuncios publicitarios
Pero, ¿qué pasa si no se trata del arrepentimiento y no obtienes los resultados instantáneos que esperas?
Con frecuencia, nos damos por vencidos y nos deprimimos. Nos preguntamos cómo un Dios tan amoroso ve nuestros problemas y no intercede por nosotros. Nos quejamos, intentamos negociar, nos enojamos y culpamos.
Debemos recordar que, por lo general, las imágenes de antes y después están vendiendo algo.
Usualmente, un antes y después en la vida real toma mucho más tiempo que en los anuncios.
Tenemos mucho que aprender del “antes”, lecciones que no podemos aprender de un rápido “después”.
Entonces, en lugar de maldecir nuestro destino, perder las esperanzas o lamentarnos de nuestras circunstancias, recordemos que se supone que la vida es dura. Eso es por designio divino.
Necesitamos replantear nuestros “antes” como lecciones valiosas. Sí, es difícil, pero es cierto.
A veces, nuestro “antes” puede transformarse a medida que nos arrepentimos, nos despojamos de lo viejo y comenzamos lo nuevo.
A veces, necesitamos perdonar. A veces, necesitamos madurar y dejar de pensar egoístamente.
Para llegar al “después” que todos deseamos, tenemos que ejercer fe. Esto no es algo que un diseñador de interiores, entrenador o maquillador pueda resolver. Para este cambio se necesitar nuestro coraje, determinación y oración.
No vinimos a esta tierra para permanecer estáticos
En este viaje necesitamos darnos tiempo y perdonarnos por la persona que fuimos alguna vez.
Élder Dale G. Renlund dijo:
“A Dios le importa mucho más quiénes somos y en quienes nos estamos convirtiendo, que en quienes fuimos alguna vez”.
Al trabajar junto con nuestro Padre Celestial, sentiremos Su apoyo y aprobación a medida que avanzamos en la dirección correcta.
Ninguno de nosotros fue enviado aquí para seguir siendo el mismo. El cambio es el propósito: llegar a ser una mejor persona, seguir la admonición de Cristo de amarnos y cuidarnos unos a otros, aprender a obedecer y estar agradecidos por nuestras bendiciones.
En última instancia, debemos calificar para las ordenanzas salvadoras y ayudar a nuestras familias a hacer lo mismo. El proceso de cambio dura toda la vida.
¿No es emocionante ver cómo alguien cambia totalmente?
A medida que entregamos nuestras vidas a Dios, comienza un proceso de refinamiento. Nunca pienses que “la gente no cambia”. Pueden hacerlo, si así lo desean.
El élder Holland dice que Satanás está detrás del mensaje de que no podemos cambiar, porque él no puede cambiar. Él siempre será miserable y quiere que nosotros también lo seamos.
No existe un botón de pausa en esta vida, tú cambias todos los días
Recuerda, no existe un botón de pausa en esta vida. Cambias todos los días, te guste o no.
Puedes cambiar para peor y volverte apático, amargado, perezoso o cínico. O, puedes elegir conscientemente cambiar para mejor, tratando de mejorar cada día y calificar para la exaltación.
Terminaré este artículo con la maravillosa sabiduría de nuestro profeta, el presidente Russell M. Nelson, que dijo:
“Podemos cambiar nuestra conducta; incluso nuestros deseos pueden cambiar ¿Cómo? Solamente hay una manera.
El verdadero cambio, el cambio permanente, sólo viene mediante el poder sanador, limpiador y habilitador de la expiación de Jesucristo.
Él los ama, ¡a cada uno de ustedes! Él les permite tener acceso a Su poder conforme guarden Sus mandamientos con firmeza, sinceridad y exactitud.
Es así de sencillo y de seguro. ¡El evangelio de Jesucristo es un Evangelio de cambio!”
Así es como podemos tener un “después” todos los días. ¡Atrévete a cambiar!
Fuente: Meridian Magazine