Al final de su servicio misional, muchos jóvenes ansían reencontrarse con sus familiares o amigos y compartir las experiencias que han tenido en la misión.
En ocasiones, los padres, dentro de sus posibilidades, optan por viajar al lugar donde sus hijos se encuentran sirviendo al final de su misión para recogerlos y conocer un poco más del país o ciudad que recibió a sus hijos por 18 meses o 2 años.
Sin embargo, antes de hacer estos planes, es importante recordar las normas de la Iglesia de Jesucristo con respecto a este tema.
En el Manual General se detallan las pautas específicas bajo las cuales los padres pueden solicitar esta facultad, asegurando así una transición saludable y respetuosa para el misionero y su familia.
Ir a buscar a los misioneros jóvenes al campo
No se espera de los padres que vayan a buscar a los misioneros jóvenes a la misión. Si los padres solicitan ese privilegio, deberán entender lo siguiente:
- No pueden solicitar que se cambie la fecha de relevo por motivos relativos al viaje.
- Deben informar a la oficina de la misión y a la Oficina de Viajes de la Iglesia al menos tres meses antes de la fecha de relevo.
- Deben hacer sus propios arreglos para el viaje, incluidos el alojamiento y las comidas. No deben causar inconveniencias a los miembros ni a los líderes de la misión ni en cuanto al tiempo, ni a los recursos.
- Deben seguir cualquier indicación que les diera el presidente de misión.
Entonces, la posibilidad de recoger a los misioneros, a parte de las condiciones económicas, depende mucho de lo dispuestos que estén todos los involucrados a cumplir con las pautas que la Iglesia de Jesucristo ha provisto.
Asimismo, deberán comprender que su hijo o hija, hasta que sea relevado, es un representante de Jesucristo, por lo que se espera que se comporte a la altura de su llamamiento y siga las recomendaciones adicionales que su presidente de misión pueda darle.
Seguir estos consejos y normas, hará que esta puede llegar a ser una experiencia inolvidable, llena de fe y maravillosos recuerdos tanto para el misionero como para su familia.
Fuente: Meridian Magazine