Hace unos días, estaba viendo Reels en Instagram cuando apareció un video hecho por una conocida. En el video, ella y sus hermanos preguntaban: “¿Quién es tu hijo favorito?”. Los padres respondieron que no tenían hijos favoritos.
Luego, la madre explicó: como padres, realmente no tienen hijos preferidos, pero siempre están más cerca de aquel que más lo necesita.

Esa respuesta me hizo reflexionar sobre cómo es nuestro Padre Celestial. A veces pensamos que Él solo está presente o bendice a quienes parecen tener todo bajo control, a quienes poseen algo que sentimos que nos falta.
Podemos pensar “seguro que él es el favorito de Dios”, pero la verdad es otra: al igual que los padres terrenales, Dios no tiene favoritos, pero sí está más cerca de quienes más lo necesitan.
La lección de la oveja perdida

El Salvador nos enseñó esta verdad de manera clara mediante la parábola de la oveja perdida (Lucas 15:4-7). Él dijo:
“¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se le perdió, hasta que la halla?”
El mensaje es simple y profundo: para Cristo, cada oveja tiene un valor infinito. No se conforma con perder ni siquiera una. Aunque muchas estén seguras, Él va en busca de la que se ha alejado.
Esto se conecta directamente con la historia que mencioné: Dios no solo está con quienes “aparentan” estar bien, sino que se acerca especialmente a quienes están sufriendo, pasando por dificultades o sintiéndose perdidos.
¿Quiénes son las ovejas perdidas hoy?

Esa oveja perdida puedes ser tú, puedo ser yo. Puede ser alguien que está intentándolo, pero siente que no logra estudiar las Escrituras cada día.
Puede ser quien se siente solo o incomprendido.
Puede ser alguien que atraviesa problemas familiares, una crisis matrimonial, o que lucha con la salud mental en silencio.
Puede ser el joven que ya no siente deseos de orar, la mujer que cree no ser digna de servir, o el hombre que piensa que ha fallado demasiado para ser perdonado.
Vivimos en tiempos en los que muchos se alejan de la Iglesia o de la fe por dolor, vergüenza o por no sentirse incluidos. Sin embargo, el amor de Cristo es constante, incluso cuando nosotros no lo somos.
Ama el Pastor Su rebaño

Siempre me ha gustado el himno “Ama el Pastor las ovejas” (Himnos, Nº 139). Cada vez que lo escucho, siento el amor del Salvador de manera muy personal, pero mi parte favorita es el final, cuando todos cantamos al unísono:
“Andan en yermos, errantes, tristes, cansados, sin Él.
Sígueles pues el Maestro; vuélveles a Su redil”.
Esta estrofa me conmueve profundamente. No solo porque muestra la compasión del Salvador, sino porque también nos invita a participar de Su misión. Cristo busca a Sus ovejas perdidas, pero también nos llama a ser Sus manos en la tierra.
La invitación de Jesús: sígueme y ama como Yo he amado

El Salvador dejó una invitación clara:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. (Lucas 19:10)
Y también enseñó:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros”. (Juan 13:35)
Si deseamos ser como Cristo, necesitamos mirar a nuestro alrededor y reconocer a quienes están pasando dolor, quienes están cansados con hambre espiritual o frío emocional. Necesitamos abrir los ojos, extender las manos y traerlos de regreso al redil con amor, empatía y paciencia.
Todos somos importantes para el Pastor

Si hoy te sientes como una oveja perdida, recuerda: Jesús no se ha olvidado de ti. Él te conoce por tu nombre y está yendo a tu encuentro. Y si te sientes seguro en el redil, tal vez ha llegado el momento de salir a buscar a alguien que no lo está. Que todos podamos cantar con amor y determinación:
“Mas la iremos a buscarla, para traerla al redil.”
Fuente: Mais Fe