Cómo guardar tus convenios con Dios puede ayudarte a tener relaciones más sanas

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En la década de 1950, un psicólogo inglés llamado John Bowlby comenzó a observar la necesidad de los bebés de formar un vínculo de apego con su cuidador y exploró cómo este apego sirvió al niño a lo largo de su vida.

Años más tarde, Russell Osguthorpe, ex presidente general de la Escuela Dominical, comenzó a observar la importancia del apego durante su tiempo como presidente de estaca mientras aconsejaba a las parejas.

Con estudios en psicología, el hermano Osguthorpe comenzó a estudiar detenidamente cómo aprender a crear vínculos saludables puede aumentar nuestra capacidad de dar y recibir amor tanto de Dios como de las personas más cercanas a nosotros.

En un reciente podcast, el hermano Osguthorpe nos ayudó a comprender el apego y cómo se relaciona con los convenios que hacemos como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

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El siguiente extracto ha sido editado para mayor claridad.

Morgan Jones: Usted dijo que nada puede crear vínculos tan fuertes y duraderos como hacer y guardar convenios con Dios. ¿Por qué dijo eso, hermano Osguthorpe?

Russell Osguthorpe: Me gusta mucho esa pregunta, Morgan. ¡Te explicaré!

Los convenios nos unen a Dios, somos llamados “hijos del convenio”, hacemos promesas con Él y Él nos hace promesas a nosotros.

No hacemos tales promesas o convenios con personas que apenas conocemos.

Puede que tengamos 300 amigos en las redes sociales, pero eso no significa que hagamos convenios y promesas con estas personas, ¿verdad?

Tenemos una relación especial con Dios, nos comprometimos a ser Sus hijos del convenio.

Así que, hacer un convenio es solo el comienzo.

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Es en la observancia del convenio que profundizamos esa relación. Ayudamos a que ese apego se haga más fuerte. Eso es lo más hermoso de la adoración en el templo según mi punto de vista.

El Señor no dijo: “Ve al templo en algún momento de tu vida y, luego, disfruta el resto de tu vida”. Él no dijo eso. Él dijo:

“Ve al templo y haz esos convenios. Luego, regresa y haz los convenios que hiciste por ti mismo. Haz esos mismos convenios por los demás y recordarás la importancia de guardar esos convenios”. 

Cuando guardamos esos convenios básicamente en ese punto, es cuando Él puede llenarnos con Su amor.

Cuando somos Sus hijos y nos comprometemos totalmente con Él, podemos llenarnos del amor que Él tiene por nosotros, que es un amor infinito.

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Morgan Jones: Si entendemos los convenios y que estamos sellados juntos como familias, vamos a querer hacer todo lo posible para preservar esas relaciones al reconocer que hay poder en los convenios.

Asimismo, usted habla sobre el gran efecto que pueden tener los elogios en nuestra capacidad para desarrollar vínculos con quienes nos rodean.

¿Por qué diría que las palabras son tan importantes?

Russell Osguthorpe: Siempre me ha encantado una cita del élder Maxwell en la que dice: “Necesitamos hacernos cumplidos más específicos y que merezcamos”.

No queremos elogiarnos unos a otros si no lo merecemos. No queremos decirle a un niño, “Oh, acaba de leer la palabra correctamente”, si no leyó la palabra de la forma correcta. Sin embargo, queremos dar más elogios específicos y merecidos, ¿por qué?

Porque las palabras están en el corazón de las relaciones 

pareja

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Cuando era presidente de estaca, les preguntaba a las parejas que estaban atravesando dificultades:

“Cuéntenme acerca de sus patrones de comunicación, ¿en alguna oportunidad han tenido alguna aspereza?”

En ocasiones respondían: “Bueno, ¿a qué se refiere con aspereza?” Y yo decía: “Quiero decir, ¿alguna vez se han atacado verbalmente?” Entonces, respondían: “Bueno, ya sabe, todos pelean”. Yo decía:

“Bueno, no, no todo el mundo tiene que pelear para llegar a un acuerdo. Podemos llegar a un acuerdo mediante una comunicación tranquila y mesurada, una comunicación amable. No tenemos que atacarnos unos a otros”.

Por eso, las palabras pueden herir a las personas. Las escrituras nos enseñan: “No matarás”, esto está en el Nuevo Testamento.

Todos conocemos este mandamiento, pero después de eso, leemos: “cualquiera que diga a su hermano: Raca, será culpable ante el concilio”.

En otras palabras, no debemos usar ataques verbales entre nosotros.

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Un amigo mío, que no es miembro de la Iglesia, dijo algo muy interesante: “Cuando damos un consejo que nadie está buscando o no desea, es un acto de violencia”.

Así que, cuando alguien no desea escuchar lo que estamos diciendo y seguimos forzando nuestro mensaje, lastimamos a la otra persona de alguna manera.

Cuando atacamos verbalmente, matamos algo dentro de la otra persona. A veces, después de estas peleas verbales la gente dice: “Siento que algo murió dentro de mí después de que me atacaron verbalmente”.

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Estas son cosas que no deseamos en las relaciones sanas son cosas que no deseamos en las relaciones eternas. Entonces, tenemos que encontrar formas de cambiar esos patrones de comunicación para que nos demos vida unos a otros.

Recuerdo uno de mis saludos favoritos. Cuando era un joven misionero, fui a Tahití. La forma en que dicen hola es “Ia orana”, que significa literalmente, “que vivas” o “vida para ti”.

Eso es lo que queremos hacer entre nosotros. Queremos dar vida. No queremos matar algo dentro de alguien.

Fuente: LDS Living

Comentarios
Exelente mensaje La verdad para mí es como una porción de comida sabrosa solo hay que disfrutarla y en cada momento de nuestras vidas hay que practicarlo,y nos irá bien.
Jorge Arturo choc chinchilla

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