Por años me he preguntado: “¿Por qué cayó Lucifer?”.
En un tiempo en el que nos hemos sensibilizado al contagio de enfermedades, sería interesante e importante comprender una enfermedad, la más fatal de todas: la muerte espiritual.
Una enfermedad tiene tres etapas importantes: la causa, la condición y los síntomas. Son los síntomas los que reciben la mayor atención y cuidado, pero como son los que siempre ocurren en la última etapa y son los primeros en resolverse, uno puede volver a enfermarse sin saberlo.
Es decir, la condición puede existir sin los síntomas, como el cáncer o incluso otras enfermedades menores. Además, incluso si la condición se cura, la causa aún persiste, por lo tanto, la condición seguida de los síntomas volverá a ocurrir.
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La mayor parte de lo que condenamos sobre Lucifer son sus síntomas, que van de la ira, su búsqueda por la miseria del ser humano, etc.
“Y el segundo se llenó de ira”.- Abraham 3:28
“Un ángel de Dios había caído del cielo, según lo que está escrito; por tanto, se convirtió en un diablo, habiendo procurado lo malo ante Dios.
Y porque había caído del cielo, y llegado a ser miserable para siempre, procuró igualmente la miseria de todo el género humano”. -2 Nefi 2: 17-18
Está claro que este síntoma de querer la miseria de los demás está asociado a su propia condición de miseria la cual es un resultado de las consecuencias de su elección a lo malo. ¿Qué es lo que quería exactamente?
“… Dame, pues tu honor.
Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi Unigénito;
Y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz”. -Moisés 4: 1; 3-4
“Y aconteció que Adán, habiendo sido tentado por el diablo, pues, he aquí, este existió antes que Adán, porque se rebeló contra mí, diciendo: Dame tu honra, la cual es mi poder; y también alejó de mí a la tercera parte de las huestes del cielo, a causa de su albedrío; y fueron arrojados abajo, y así llegaron a ser el diablo y sus ángeles”. – Doctrina y Convenios 29: 36-37
El desenlace de una condición que produce síntomas que actúan como causa de dicha enfermedad es vista en la ambición de Lucifer, la cual lo llevó a tener una condición de rebeldía y la actitud de creer que lo merecía todo.
Pero, ¿qué causa que un heredero espiritual divino desarrolle una fatal enfermedad espiritual?
En ocasiones, el ir de atrás hacia delante, del desarrollo de los síntomas hasta la condición misma, nos revela la causa de una enfermedad.
El síntoma de Lucifer de creer que todo lo merece (“dame, pues tu honra”) nos indica que sentía que él era merecedor de toda la gloria o el poder de Dios.
Dado que a cada uno de nosotros se nos prometió un plan en el que todos podríamos eventualmente heredar toda la gloria de Dios, el hambre de gloria puede haber sido parte de nuestro ADN espiritual. Lucifer no quería nada que no le hubieran prometido, pero él lo quería en ese momento, sin ningún proceso de probación o curva de aprendizaje.
Además, sabemos que nuestra propia naturaleza consiste de luz y verdad, por lo que aumentar nuestra propia naturaleza es como el hambre para nuestro cuerpo físico. A menudo asociamos el hambre con el cuerpo físico, pero evidentemente el espíritu también tiene hambre que se debe satisfacer.
La recepción de esta verdad y luz desencadenan sentimientos de gozo. Por lo tanto, es razonable que el recibir gloria adicional incluya aquellos sentimientos de gozo.
Sin embargo, un ser espiritual no puede evidentemente experimentar la plenitud; es necesario un cuerpo resucitado para esa capacidad. Por lo tanto, el plan para obtener un cuerpo, tener control sobre él y resucitar, debe haber sido aceptado como necesario, aunque fuere un riesgo.
No todos regresarían; el camino sería difícil. Los apetitos físicos nos conducirían al pecado y, en consecuencia, al sufrimiento, pero solo para que, por experiencia, pudiéramos llegar a valorar el bien sobre el mal. El albedrío preterrenal ya había causado cierta separación entre los hijos espirituales de Dios (Doctrina y Convenios 29: 36).
Entonces, como alguien con cierta autoridad que experimenta un cierto nivel de gloria, es razonable suponer que la enfermedad en desarrollo en el corazón de Lucifer, que llamaremos ambición, incluía síntomas como el deseo de poder y una plenitud de gloria, así como la creencia de que tenía un mejor plan.
Él pensó que eliminaría aquel riesgo y tenía el orgullo que inflaría su sentido de importancia y un sentido de urgencia suficientemente grande como para oponerse al plan que se había propuesto.
“Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo. Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios y me sentaré sobre el monte de la congregación, hacia los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré; seré semejante al Altísimo”. -Isaías 14: 13-14
La retrospectiva nos dice que sin albedrío no hay progreso. No podemos adquirir más de los atributos divinos sin aprender las verdades asociadas a estos, así como dominio propio de nuestros nuevos cuerpos físicos, por lo que los atributos se vuelven parte de nuestra naturaleza física y espiritual.
Necesitábamos un estado de probación donde las consecuencias no fueran por la eternidad o inmediatas, así como un medio para mejorar y avanzar y, el Ser que se contraponía a Lucifer ya había sido elegido para crear y generar este estado de probación.
En consecuencia, su ambición también incluyó la condición maligna de los celos.
“Un ángel de Dios que tenía autoridad delante de Dios, el cual se rebeló en contra del Hijo Unigénito, a quien el Padre amaba y el cual estaba en el seno del Padre, fue arrojado de la presencia de Dios y del Hijo,
Y fue llamado Perdición, porque los cielos lloraron por él; y era aLucifer, un hijo de la mañana. Y vimos; y he aquí, ¡ha caído, un hijo de la mañana ha caído!”. Doctrina y Convenios 76: 25-27
Es importante señalar aquí también que Lucifer era “un hijo de la mañana”, no el “hijo de la mañana”. Puede que él tuviera alguna autoridad, pero no sabemos en qué lugar de la jerarquía y la mayordomía del sacerdocio se encontraba.
Antes de tratar de comprender la mentalidad de Lucifer, debemos intentar comprender cómo pudo haber creado un sistema que hiciera parecer que el hombre se desarrollaría sin tener el riesgo del albedrío (Moisés 4: 3).
“Y yo, Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra”. -Moisés 4: 1
El albedrío nos expone a las consecuencias de lo que hacemos debido a que nos obliga a aceptar la responsabilidad de cada acción.
Afortunadamente, las consecuencias pueden ser positivas, incluso esenciales para nuestro progreso, como las de la parábola de los talentos.
Los siervos fieles y responsables no solo obtuvieron más de lo que invirtieron, sino que su capacidad, habilidad, motivos y fidelidad se mostraron y aumentaron como en cualquier contexto de aprendizaje.
El peligro de las consecuencias negativas también se muestra en esta parábola, donde un siervo elige lo seguro sobre el beneficio potencial.
No solo se exponen sus atributos, sino que el miedo y el orgullo también le quitan la experiencia de asumir la responsabilidad de invertir, una en la que habría descubierto, aprendido, mejorado e intentado nuevamente el proceso hasta tener éxito.
Debido a que juzgó mal al Maestro de la parábola por estar más interesado en el recuento de talentos que en su enfoque real, en el crecimiento y la fidelidad de los siervos, el último siervo pierde más de lo que guardó (progreso, oportunidades, mayor mayordomía, plenitud de gozo, etc.).
Esto significa que para que exista el albedrío, deben estar presentes varios elementos además de la libertad para tomar decisiones:
- Opciones u elecciones
- La libertad para elegir
- El conocimiento de qué hacer, y las posibilidades y consecuencias de cada decisión
- La habilidad, cómo hacer lo que se elige
- El deseo o la razón para hacer lo que se elige, incluido el conocimiento y la preocupación por la voluntad del Maestro.
Si uno de estos elementos está ausente, el albedrío es limitado o desaparece. La libertad de elegir se basa en saber en el qué, el cómo y el por qué.
Si uno no sabe cuáles son las opciones o si las opciones están etiquetadas para enmascarar las consecuencias negativas o exagerar las consecuencias positivas, entonces no podremos tomar una decisión responsable.
Si uno comprende las elecciones pero no sabe cómo proceder, entonces la falta de habilidad para vivir con tal decisión le resultará imposible.
Si uno comprende las opciones y sabe cómo hacer lo que se elige, pero no tiene ningún deseo de llevar a cabo ninguna de las elecciones debido a una falta de comprensión de por qué se debe hacer tal elección, entonces nuevamente, el albedrío que otorgan dichas elecciones queda abrogada.
Entonces, ¿cómo podría alguien proporcionar los beneficios del albedrío sin correr el riesgo que vienen de las consecuencias negativas?
Eliminar cualquiera de estos elementos y luego manipular a una persona para que elija lo que está predeterminado, le daría a la persona la sensación de que la elección era suya, cuando en realidad es todo lo contrario.
Por ejemplo, al examinar los detalles de la caída de Adán y Eva de todas las fuentes disponibles, encontramos los siguientes elementos significativos:
- Cuando se le pide a Satanás que rinda cuentas de sus acciones, este se enorgullece de haber podido hacer que Adán y Eva hicieran exactamente lo que se suponía que debían hacer. Para él, el fin justificó los medios.
Sus métodos de manipulación incluían:
- Decir verdades a medias. Por ejemplo: No morirás, pero…
- Dar promesas con resultados deseados mal contextualizados. Por ejemplo: Obtendrás la capacidad de Dios para distinguir el bien del mal.
- La falsa representación de una elección en base a “una u otra” como el único camino. Por ejemplo: Come del fruto ahora para adquirir conocimiento. Existía una tercera alternativa que requería paciencia, la fe suficiente para obedecer a Dios, confiando en que Él regresaría para brindarles más instrucciones.
- Hacer sutiles acusaciones hacia al Padre que “oculta” la verdad. Por ejemplo: “Así es como el Padre obtuvo Su conocimiento”.
- Desestimar la importancia de la secuencia de tiempos al resaltar la capacidad de obtener los beneficios de manera inmediata. Por ejemplo: Era necesario comer del fruto prohibido, pero no hasta que fueran enseñados los riesgos inherentes al sometimiento de una muerte mortal. “No comeréis de él ni lo tocaréis, para que no muráis” (Gen 3: 3). “No moriréis… seréis como dioses, conociendo el bien del mal” (Gen 3: 4; 5).
- Poner a Adán y Eva el uno contra el otro para crear cierta “obligación”. Por ejemplo: Aunque Adán se comprometió a obedecer todas las leyes divinas, la elección de Eva hizo que eso pareciera imposible.
Resaltar las posibilidades que vendrían para tentarlos y desviar la fe con la justificación de que algunas cosas necesitan el momento correcto para obedecerlas. Por ejemplo:
“Y les dio mandamientos de que lo amaran y lo sirvieran a él, el único Dios verdadero y viviente, y que él fuese el único ser a quien adorasen. Pero por transgredir estas santas leyes, el hombre se volvió sensual y diabólico, y llegó a ser hombre caído”. Doctrina y Convenios 20: 19-20
De otros ejemplos de la lógica inspirada por Satanás, como las tentaciones de Cristo, encontramos otras pistas. De las promesas de Satanás (es decir, tentaciones) sabemos:
- Que son ofrecidas en un momento de la debilidad física o emocional
- Que son ofrecidas en un momento de aumento del hambre físico y que parecen ofrecer resultados inmediatos y que tienen la apariencia de éxito a largo o corto plazo sin preocuparse por la pérdida o el precio a largo plazo.
- Que ofrecen resultados sin procurar ningún tipo de esfuerzo previo.
- Que después de arrojar dudas sobre la identidad de Cristo, la última tentación de Satanás incluyó como condición. para recibir todas las riquezas del mundo, su verdadero motivo: “Si postrado me adoras” (Mateo 4: 9).
- Que él hace que las personas parezcan objetos que se usan en el proceso de obtener lo que se desea, lo que lleva a los perpetradores a hacer cosas indescriptibles para saciar su hambre.
La lista podría continuar con otros métodos y enfoques sutiles, pero dado que es fácil para nosotros ver que Lucifer realmente estaba haciendo un trato egoísta, debemos preguntarnos ¿qué enfermedad inspiró aquellos síntomas?
Fuente: Meridian Magazine