Algunos se preguntan si los miembros de la Iglesia de Jesucristo pueden donar sus órganos o incluso donar sangre.
Para abordar este tema, debo compartir que como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, abrazamos la enseñanza de que nuestros cuerpos son templos sagrados, creaciones divinas confiadas a todos los hijos e hijas por Dios durante nuestro tiempo en la Tierra.
Esta enseñanza, sin embargo, no se contrapone al mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos o de ayudar y servir a otros que pasan por necesidad de la manera en que el Salvador lo haría (Mateo 22:37–39).
¿Pero qué es lo que ha dicho la Iglesia de Jesucristo al respecto? Aquí te lo comparto.
Donación de órganos
Algo que puede sorprender a muchas personas es que la Iglesia de Jesucristo no le prohíbe a sus miembros donar órganos.
De acuerdo con el Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la donación de órganos es “un acto generoso que a menudo resulta en grandes beneficios para las personas enfermas”.
La Iglesia reconoce la complejidad de estas decisiones por lo que aconseja lo siguiente:
“La decisión de donar un órgano en vida a otra persona, o de recibir un órgano donado, se debe tomar con asesoramiento médico competente y considerándola con espíritu de oración”.
Asimismo, aborda el caso de recibir la donación de un órgano:
“La decisión de autorizar el trasplante de órganos o tejidos provenientes de una persona fallecida la toman la persona o sus familiares”.
La donación de sangre
Otra pregunta que muchas personas tienen con respecto a los miembros de la Iglesia de Jesucristo es si pueden o no donar sangre.
Lo cierto es que sí, los Santos de los Últimos Días pueden realizar transfusiones de sangre así como recibirlas.
La Iglesia es consciente de que la donación de sangre puede salvar muchas vidas y es esencial para numerosos procedimientos médicos que requieren el reemplazo de sangre.
La presidenta General de la Sociedad de Socorro, Camille N. Johnson, expresó en una ocasión:
“Como discípulos de Jesucristo, participar en una campaña de donación de sangre es una forma reconfortante de extender nuestra mano para brindar alivio a los demás.
Es una oportunidad para que [los] miembros y nuestros amigos se unan y bendigan las vidas de los hijos e hijas de nuestro Padre Celestial. Esta es una manera en la que brindamos Su alivio a otros, cuidando de aquellos que lo necesitan”.
En respuesta a esta necesidad, la Iglesia ha organizado y respaldado diversas campañas de donación de sangre en colaboración con servicios de salud y entidades especializadas como, por ejemplo, la Cruz Roja.
Además de fomentar la donación de sangre, la Iglesia promueve la educación sobre su importancia a través de charlas, talleres y materiales informativos, y destaca la necesidad de contar con reservas adecuadas para emergencias y tratamientos médicos, resaltando el impacto positivo que cada donante puede tener en la vida de otras personas.
A pesar de que la Iglesia de Jesucristo realiza y promueve estos esfuerzos, la decisión final de donar sangre se deja en manos de cada individuo, respetando su albedrío y los dictados de su propia conciencia.