Melvin Cook, famoso químico y aficionado Santo de los Últimos Días por el creacionismo, pensaba que las Escrituras debían interpretarse literalmente.
“Mi análisis pretende ser estrictamente literal; en mi opinión, la honestidad intelectual requiere que se interpreten las Escrituras de forma literal”.
El presidente Joseph Fielding Smith también realizó repetidas declaraciones sobre la necesidad de leer las Escrituras de manera literal.
Estoy de acuerdo con ellos, sin embargo, haré algo que nunca suelo hacer: voy a definir el término “literal”. Pero primero, vamos a aclarar esta duda de a pocos porque típicamente utilizamos la palabra “literal” de dos maneras implícitas:
- La lectura “literal” es la lectura “autoritaria”.
- Esa lectura “literal” autoritaria es algo que cualquier lector inmediatamente puede entender debido a que el lenguaje es claro y puede tomarse “al pie de la letra”.
Muchos pueden estar de acuerdo con la primera definición, yo también lo estoy hasta cierto punto. De una manera simplificada, creemos que las Escrituras poseen autoridad y que esa autoridad está relacionada con la inspiración que recibieron los autores.
Lo que Dios inspiró es el significado que Moisés o Pablo o José Smith intentaron transmitir, algo que no es muy sencillo por una variedad de razones, pero suficiente para el propósito de este artículo.
Lo que me lleva al segundo significado, el cual es un poco controversial. Utilizaré a Isaías para demostrarles la razón.
Isaías habló a sus contemporáneos, en sus enseñanzas empleaba de manera extensa a personas, lugares, culturas, historias, políticas y un dialecto atractivo (como la poesía) comunes en su época y para su público.
Las denotaciones y connotaciones de su mensaje podrían pasarse por alto. Como lugareños y contemporáneos de Isaías, entendían esas referencias, las connotaciones y los significados implícitos que transmitían.
Ahora bien, no somos de esa época, por lo que no entenderemos a Isaías a menos que todas esas connotaciones y significados implícitos se vuelvan explícitos. Ese contexto implícito no está incluido en sus palabras.
Eso significa que esa traducción, por bueno o sencillo en su uso del lenguaje, simplemente no podrá transmitir todo el significado que el público original habría captado.
A veces, los aspectos claves se quedan sin comprender, el género rara vez se vuelve explícito, ya que el pueblo principal los reconoce según el género, no por etiquetas o patrones que digan “esto es una parábola”. Sin esa plenitud de contexto, es probable que malinterpretamos lo que Isaías quiso decir, aunque el lenguaje sea claro.
Joseph Fielding Smith y otras autoridades generales, en consecuencias, han enfatizado la importancia de leer las Escrituras en su contexto, y no sacarlas del mismo. “Sacarlas de contexto” puede sonar a algo que solemos hacer a menudo y esto es un pecado de omisión.
Y en otros contextos, esto es cierto. Tenemos que leer un versículo y lo que va antes y después de este, lo mismo se aplicará para los capítulos. Es muy fácil.
Pero teniendo en cuenta lo que he dicho antes, solo leeremos un pasaje con todo el contexto relevante si buscamos activamente lo que significa para volver a enseñarlo. Leer sin contexto es un pecado de omisión por qué no lo buscamos y caemos en la suposición de todo lo que tenemos enfrente.
¡Pero no es así! No está incluido en el texto.
¿De dónde sacamos este contexto implícito? ¿Quién nos ayuda a entender el lenguaje, la cultura, la geografía, la historia, las alusiones de Isaías, todo lo que no se dice?
Son los expertos y especialistas que tienen una formación académica en esta lengua, cultura, geografía, historia y literatura, es decir, los eruditos los que nos pueden ayudar.
El élder M. Russell Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, comentó lo siguiente:
“[Algunas] preguntas… requieren de un experto en un tema en específico. Esto es exactamente lo que hago cuándo necesito una respuesta: Busco ayuda de los demás, incluyendo a los que tienen algún posgrado o se han especializado en ese campo.
A veces me preocupa que los miembros esperen mucho de los líderes y maestros de la Iglesia, deseando que ellos sean los expertos en temas que van mucho más allá de sus asignaciones y responsabilidades.
El Señor llamó a Sus apóstoles y profetas a invitar a los demás a venir a Cristo, no a obtener títulos avanzados en historia antigua, estudios bíblicos y otros campos que pueden resultar útiles para responder todas las preguntas que podamos tener sobre las Escrituras, la historia y la Iglesia”.
Volvamos a lo “literal” y el segundo significado:
- Esa lectura “literal” autoritaria es algo que cualquier lector inmediatamente puede entender debido a que el lenguaje es claro y puede tomarse “al pie de la letra”.
Resulta que si hay un gran uso de la palabra “literal” con un significado diferente al uso popular que se hace del sinónimo de “textual” o “histórico”. De hecho, es el significado “literal” tal y como se aplica a la interpretación de las Escrituras.
El cristianismo ha tenido durante mucho tiempo varios tipos de interpretación identificables y categorizados, siendo uno de ellos el “sentido literal” que se remonta al menos al “comentario literal del Génesis” de Agustín en el siglo IV, Genesi ad Litteram.
La reforma continuó con este sentido de “literal” e incluso lo enfatizó por encima de los otros significados o interpretaciones de las Escrituras, es decir, las interpretaciones morales, alegóricas y analógicas.
“Es importante aprender que Agustín empleó aquí el calificativo “literal” de un modo poco familiar para los lectores modernos, utilizándolo para distinguir el enfoque en esta obra de las lecturas altamente alegóricas o morales del Génesis que eran comunes durante ese periodo. Con el significado literal, Agustín pretendía establecer el sentido pretendido por el autor”. —Peter Harrison en “Evolution and the Fall“
Esta sigue siendo una definición compartida entre eruditos católicos y protestantes. Por ejemplo, Joseph Fitzmeyer en “The Interpretation of Scripture, The Literal Sense of Scripture” expresó:
“Una definición estándar y moderna del sentido literal de las Escrituras es la siguiente: El sentido que el autor humano pretendía directamente y que las palabras escritas transmiten”.
A continuación, citó al Papa Pío XII:
“Que los intérpretes tengan en cuenta que su mayor y más importante esfuerzo debe ser discernir y definir claramente el sentido de las palabras bíblicas que son consideradas “literal”… para que la mente del autor pueda quedar abudantemente clara”.
Y esto es lo que afirmó el Catecismo Católico oficial:
“Para descubrir la intención de los santos autores, el lector debe tener en cuenta las condiciones de su tiempo y cultura, los géneros literarios que se emplearon en aquella época así como el sentir, hablar y narrar que utilizaban. Efectivamente, ‘la verdad se presenta y se expresa de modo distinto en los diversos tipos de escritos históricos, en los textos proféticos y poéticos y en las demás formas de expresión literaria’”. (CCC 32).
Los eruditos protestantes están de acuerdo con esta definición, por ejemplo, para ellos literal es:
“El tipo de interpretación en el que se leen los pasajes como partes orgánicas y se trata de entender lo que expresa cada pasaje en el contexto de su autor y la situación original”. — Tremper Longman
Y, para John Walton, es algo contundente.
“Una lectura literal [del Génesis] requiere una comprensión de la lengua hebrea y de la cultura israelita”.
Para resumir, una interpretación literal no es una lectura superficial del inglés, por más sencilla que sea, sino una que intenta recuperar la mayor cantidad de contexto posible sobre el entorno del autor, la cultura, el idioma, la historia, la intención, etc.
Eso requiere trabajo y esfuerzo. Debemos esforzarnos por poner a las Escrituras en su contexto. Si no lo hacemos, por defecto estaremos leyendo las Escrituras fuera de contexto y una lectura fuera de contexto definitivamente NO es una “lectura literal”.
En pocas palabras, estoy de acuerdo en que hay que leer las Escrituras de forma literal; pero “literal” no nos dice nada sobre el género de un texto determinado, ya sea historia, ficción histórica, parábola, etc.
Para leer literalmente, debemos hacer un trabajo de recopilación sobre “las condiciones de la época y la cultura [del autor], los géneros literarios utilizados en ese momento y las formas de sentir, hablar y narrar que eran comunes en ese entonces”.
El asumir que todas las Escrituras, por defecto, pertenecen a un mismo “género histórico” tampoco es leer literalmente. Es una lectura errónea.
Una lectura de Génesis (o Moisés o Abraham) en la que se asume que se debe estar hablando de historia natural y hechos científicos no es una lectura literal. Es una lectura errónea basada en suposiciones posteriores a la Ilustración, según las cuales la verdad significa hecho, y aquello significa ciencia e historia y que el significado del pasaje se puede determinar sin buscar en absoluto recuperar el contexto.
Todo ello son suposiciones profundamente erróneas.
Por eso, cuando defiendo la necesidad de leer más literalmente las Escrituras, no estoy declarando de manera tajante que todo es historia.
Mas bien, estoy pidiendo que abandonemos nuestras lecturas superficiales literales y vagas, vaciemos nuestro armario de simplicidades teológicas y dediquémonos a una lectura más profunda y cercana, es mi deseo que nos esforcemos por buscar contextos para las Escrituras… tal y como lo dijeron los profetas.
Solo así podremos afirmar que hacemos una lectura literal de las Escrituras.