Nuestra salud espiritual se parece mucho a nuestra salud física, necesita una nutrición adecuada.
Ser privado del alimento espiritual que necesitamos puede conducir a un deterioro espiritual que es mucho más dañino de lo que pensamos. Necesitamos fortalecernos espiritualmente para poder superar las tormentas que enfrentamos en esta vida.
A continuación, mencionaré 3 formas en que podemos mejorar nuestra salud espiritual.
Saber quién eres
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La verdad más fundamental que todos debemos saber es que somos hijos de Dios.
Literalmente somos sus hijos espirituales, y dentro de nosotros hay un potencial y atributos divinos. Él nos ha enviado aquí para ser probados para que un día podamos llegar a ser como Él.
Él nos conoce a cada uno por nuestros nombres. Él conoce nuestras luchas, inseguridades, temores, pruebas, alegrías, esfuerzos y logros.
Él nos ama tanto que dio a Su Hijo Unigénito para redimirnos a todos. Como Sus hijos, podemos estar seguros de que Él siempre está ahí para consolar, comprender, escuchar, dirigir y corregir.
Saber que tenemos un derecho de nacimiento divino nos da una perspectiva eterna más allá de los límites de la mortalidad. Nuestro destino divino es perfeccionarnos en Cristo. Nuestra vida aquí en la Tierra es un tiempo de preparación para que seamos como Dios si elegimos el camino que nos conduzca a ese destino.
Saber quiénes somos nos da una fuerza espiritual indescriptible porque sabemos de lo que somos capaces.
Eso también nos da mayor seguridad y determinación para elegir lo correcto porque es parte de nuestra naturaleza divina. Nos volvemos más conscientes de nuestras acciones al meditar en cuanto a si estamos siendo fieles a lo que realmente somos.
Hablar amablemente
El presidente Hinckley nos aconsejó que “hablemos de las virtudes mutuas más que de las faltas” y que “hagamos callar nuestras voces de insulto y de sarcasmo, y elogiemos con mayor generosidad la virtud y el esmero”.
Este consejo es muy importante ahora más que nunca debido a la realidad y las circunstancias que vivimos hoy en día.
Vemos mucho odio, desacuerdos y juicios que nos dividen, incluso hasta el punto de poner fin a amistades de muchos años.
No hagamos lo mismo. Si no estamos de acuerdo y queremos expresar nuestra opinión, hagámoslo con respeto y amabilidad.
Acepta que los demás tienen puntos de vista diferentes y que este hecho por sí solo no los convierte en malas personas. Elevémonos unos a otros y demostremos compasión a través de las palabras que hablamos y publicamos en las redes sociales. Busquemos puntos en común más que diferencias con los demás.
Cuando elegimos hablar amablemente y no ceder a una conversación contenciosa, podemos sentir paz y armonía en nuestro interior.
Al hacer eso estaremos más en sintonía con el Espíritu Santo a medida que busquemos impresiones sobre cómo podemos mejorar nuestra salud espiritual.
Las palabras ásperas pueden hacer más daño a nuestro espíritu que a la persona que es el blanco de nuestra ira. Así que hablemos amablemente, no solo con los demás, sino también con nosotros mismos.
Leer las Escrituras con un propósito y aplicar los principios que aprendas
El hambre y la sed espirituales resultan de privarnos del alimento espiritual que proviene del Evangelio de Jesucristo.
En el libro de Mateo, leemos: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mateo 4: 4)
Las Escrituras contienen las verdades y la luz que nuestros espíritus necesitan para vivir. A medida que nos tomamos el tiempo para leer las Escrituras con un propósito, aprendemos sobre el Salvador: Su vida, enseñanzas, misterios y, lo que es más importante, Su amor por nosotros.
Asimismo aprendemos sobre las personas que vivieron antes que nosotros: las pruebas que enfrentaron, su humildad cuando cometieron errores, su fe firme en medio de las dificultades, su obediencia absoluta, incluso a los mandamientos que parecían imposibles de cumplir, y las recompensas de su fe y obediencia.
Sin embargo, nuestro aprendizaje no termina con la lectura. Debemos asegurarnos de que apliquemos los principios que aprendemos en nuestras vidas porque solo así podemos aprender realmente acerca de las misericordias y los misterios de Dios.
Cuando hacemos esto, nuestro espíritu prosperará y se volverá más receptivo a las impresiones del Espíritu Santo que puede revelarnos y enseñarnos la “verdad de todas las cosas”.
Los desafíos que enfrentamos en estos días son cada vez mayores, por lo que no podemos permanecer complacientes.
Al igual que nuestra salud física, nuestra salud espiritual necesita una alimentación continua y constante. La buena noticia es que no estamos haciendo esto solos.
Nuestro Padre Celestial siempre está listo para ayudarnos en nuestros esfuerzos sinceros para mejorar nuestra salud espiritual. Él nos recuerda y se regocija cuando progresamos. Incluso si a veces nos sentimos espiritualmente frágiles, Su amor por nosotros es constante y nunca fallará.
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Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Chona Galletes y fue publicado en faith.ph con el título “3 Ways To Improve Your Spiritual Health”.