El mes pasado, mientras los alumnos de un instituto de educación superior de Odgen, Utah, empacaban alimentos para donarlos, se enteraron de que uno de ellos había sobrevivido con esos alimentos de niño en África.
Kofi Herrick, de 22 años, decidió participar como voluntario en un evento de una ONG, llamada “Feed My Starving Children”. Herrick vio la publicidad de este proyecto de servicio en las redes sociales, en su instituto y en el campus de la Universidad Estatal de Weber en Ogden, Utah.
“Cuando vi el video, me pareció familiar, porque era algo con lo que sobreviví cuando estaba en Ghana, en un orfanato”, dijo Herrick.
Los paquetes de comida, llamados maná, se pueden preparar de diferentes formas.
“Comíamos eso en la mañana, tarde y noche. Eso es algo con lo que sobrevivimos”, dijo.
Durante dos días en marzo, los voluntarios ayudaron a empaquetar 108, 864 comidas, suficiente para alimentar a 298 niños durante todo un año.
Al final del día de servicio, Herrick compartió su historia y dio su testimonio.
Ese momento conmovió a muchos de los voluntarios y organizadores, incluido Joseph Kraemer, de 21 años, estudiante de primer año en Weber State de Ogden.
“Ese fue probablemente uno de los momentos más conmovedores del proyecto en sí”, dijo Kraemer. Asímismo, el joven explicó que varias personas comenzaron a llorar al darse cuenta del impacto de las donaciones y su servicio.
La presidenta del consejo estudiantil del Instituto Weber, Maggie Smith, de 23 años, estuvo de acuerdo: “El espíritu fue tan fuerte y unificador durante todo el evento, pero especialmente durante esta parte en la que pudimos ver lo bueno que estábamos haciendo”.
La experiencia de Kofi Herrick
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Herrick pasó un tiempo en dos orfanatos en Accra, Ghana. Sin embargo, su vida cambió cuando una familia de West Haven, Utah, lo adoptó a los 14 años. Después de la escuela secundaria, sirvió en la Misión Colorado Denver Sur.
Jugó fútbol universitario para Western Texas College por un tiempo y ahora asiste a Weber State. Un amigo lo invitó a tomar clases en el instituto de religión.
“El Señor tiene Su mano en todo. Es una locura cómo todo se ha unido hasta este punto”, dijo.
Herrick no había planeado compartir su testimonio o su historia durante su día de voluntariado.
No obstante, sabía que tenía que agradecer a todos por la alegría y el tiempo que dedicaron al servicio, dejando de lado sus necesidades para poner en primer lugar las necesidades de los demás.
Aunque los paquetes de comida fueron los mismos una y otra vez, Herrick sabía cada noche que tendría comida al día siguiente.
“No podía creer cómo cambió todo, pasar de sobrevivir con estos alimentos a ayudar a empaquetarlos, llevárselos a otros niños en Ghana o en algún lugar del mundo para que tuvieran comida. Fue una experiencia única que solo Dios pudo haber planeado para mí, tener esta oportunidad de servir como alguien sirvió para mí cuando estaba en necesidad”, dijo Herrick.
Fuente: Church News