Cuando se piensa en la obra misional de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la imagen más común es la de jóvenes con placas en el pecho, caminando por barrios desconocidos y tocando puertas en ciudades lejanas.

Sin embargo, existe una forma distinta de responder al llamado del Señor, una que no exige empacar maletas ni trasladarse a otro país: las misiones de servicio para adultos.

Esta modalidad está dirigida a miembros de 26 años o más, sean solteros o casados, jubilados o empleados, que deseen consagrar parte de su tiempo a la obra del Señor permaneciendo en su propia comunidad.

El Señor no espera manos expertas, sino corazones dispuestos. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Algunos sirven solo ocho horas a la semana; otros alcanzan las 30 o más, todo de acuerdo con su disponibilidad y habilidades.

Las oportunidades son tan variadas como las circunstancias de quienes aceptan el llamado: desde ayudar en un almacén del obispo, colaborar en un centro de historia familiar, servir en el templo, dar clases en línea o coordinar proyectos humanitarios.

A diferencia de la misión tradicional, aquí no se requiere abandonar la rutina diaria ni suspender la vida laboral. Las asignaciones se adaptan a cada situación y la capacitación está garantizada, por lo que no es necesario tener experiencia previa. El Señor no espera manos expertas, sino corazones dispuestos.

Historias de servicio que transforman vidas

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Carlos y Laura Martínez, de la estaca de Bahía Norte, jamás se imaginaron sirviendo como misioneros en esta etapa de su vida.

Ambos tienen empleos de tiempo completo y dudaban de su capacidad para añadir otra responsabilidad. Sin embargo, cuando llegó la invitación, sintieron que era una oportunidad inspirada.

Hoy coordinan a otros misioneros de servicio en su región, organizan mesas informativas en conferencias de estaca y ayudan a cada interesado a encontrar el lugar donde más pueda aportar.

Uno de los recuerdos más significativos para ellos es el de una hermana que cuidaba a su esposo enfermo y creía no tener nada que ofrecer. Le propusieron una asignación remota en historia familiar y, con el tiempo, ella misma reconoció que ese servicio le devolvió el propósito y la alegría.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

En otro rincón del país, Jorge y Nancy Ramírez también tenían reservas antes de aceptar el llamado. Su hija Ana, que tiene síndrome de Down, vive con ellos, y temían que la misión fuera difícil de compaginar con sus cuidados. Pero su presidente de estaca les presentó una oportunidad de servir en el almacén del obispo local.

Aceptaron por un año… y ya han pasado cinco. Los tres, incluyendo a Ana, fueron apartados como misioneros. Ana se ha convertido en un rostro querido por todos, siempre dispuesta a regalar un abrazo a quien entra por la puerta.

Para los Ramírez, servir juntos ha fortalecido su familia tanto como ha bendecido a los demás. Historias como estas muestran que no existe un único perfil para servir.

Hay misioneros que trabajan desde casa por razones de salud, otros que dedican sus tardes después del empleo y algunos que sirven solos cuando su cónyuge no puede acompañarlos.

Un llamado vigente y necesario

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

En varias ocasiones, el presidente Russell M. Nelson ha descrito a los misioneros de servicio mayores como “irremplazables” y ha recordado que, muchas veces, su labor responde a oraciones específicas de líderes y miembros. El presidente Jeffrey R. Holland ha sido igual de directo:

“Necesitamos profundamente a nuestras parejas y adultos con experiencia… El Señor promete bendiciones ilimitadas a quienes trabajen en Su viña”.

Aunque su labor puede pasar desapercibida, el impacto de estos misioneros es profundo. Ellos organizan envíos humanitarios, enseñan a nuevos conversos, apoyan la administración del templo, capacitan a otros misioneros y ofrecen ayuda donde más se requiere.

No viajan a tierras lejanas, pero sí cruzan fronteras de soledad, necesidad y desánimo, llevando consuelo y fortaleza a quienes los rodean.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Para quienes sienten que podrían ofrecer algo, pero dudan de si es suficiente, las experiencias de los Martínez y los Ramírez son prueba de que siempre hay un lugar en la obra del Señor. Cada talento, cada hora disponible, cada mano dispuesta puede marcar la diferencia.

Quien desee explorar estas oportunidades puede ingresar a SeniorMissionary.ChurchofJesusChrist.org y descubrir que servir desde casa también es servir al Señor, y que las bendiciones que llegan por hacerlo son tan reales como las de cualquier misión de tiempo completo.

Fuente: Church News

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@masfe.org Creo que sí debieron invitarlo a la iglesia 😅 #mormones #cristianos #domingo #iglesia #masfe ♬ sonido original – Masfe.org

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