A pesar de la pandemia mundial de COVID-19, los desafíos individuales de cada país y las tribulaciones personales, muchos en el mundo cristiano aún tienen el deseo de servir en una misión.
En el caso de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el programa misional es una de sus características más reconocidas.
Los misioneros Santos de los Últimos Días son reconocidos en cientos de ciudades importantes del mundo, así como en miles de comunidades más pequeñas.
El esfuerzo misional se basa en el mismo patrón qué se encuentra en el Nuevo Testamento, donde los misioneros sirven de dos en dos, enseñan el evangelio y bautizan a los creyentes en el nombre de Jesucristo.
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En sus muchos esfuerzos por mitigar el COVID-19, la Iglesia emitió un comunicado donde animaba a todos los misioneros y futuros misioneros a protegerse a sí mismos y a los demás mediante la vacunación.
Por lo que, a pesar de las circunstancias, muchos jóvenes adultos se han embarcado en el servicio desinteresado de tiempo completo.
Sin embargo, la Iglesia de Jesucristo no es la única en sus esfuerzos misionales en el mundo.
El reverendo Chad Keck, pastor principal de la iglesia bautista First Baptist Kettering en Ohio, compartió una experiencia sobre el impacto que los servicios misionales han tenido en él.
Cuando tenía 3 años, su padre se enfermó de gravedad, él había estado sirviendo como misionero cristiano en Guatemala y contrajo hepatitis A debido al agua contaminada.
“Hubo una varios terremotos y muchas ciudades fueron destruidas. Mi papá y algunos otros miembros de nuestra iglesia se dirigieron a Guatemala para reconstruir casas, iglesias y otros edificios”, dijo el reverendo Keck.
Lo que mejor recuerda de ese período de la vida de su familia es la paz que parecía sentir su padre.
“Mi papá nunca sintió resentimiento o amargura [por haberse enfermado]. Siempre hablaba con cariño sobre la experiencia de servir a los demás y eso me impresionó mucho”, compartió el reverendo.
En lugar de concluir que la obra misional no valía la pena debido a los riesgos relacionados, el reverendo Keck, al igual que su padre antes que él, llegó a ver el servicio misional como una parte esencial de la práctica cristiana.
Ahora como adulto, por lo general pasa al menos tres semanas fuera del país en viajes misionales cada año.
Asumir riesgos “es solo una parte de lo que hacen los creyentes. No caminan con temor. Caminan en fe confiando en el Señor”, dijo.
Esa actitud fue necesaria en 2020 cuando la pandemia de COVID-19 puso de cabeza el mundo de las misiones cristianas.
De repente, los misioneros corrieron el riesgo de contraer una enfermedad que les impediría viajar y que pocos organismos de salud en cada país estaban equipados para tratar.
“Si a un misionero se le diagnostica cáncer, con frecuencia regresa a casa para recibir el tratamiento necesario. Si se le diagnostica COVID-19, aquel misionero no regresa a casa, eso aumentaría el riesgo potencial”, dijo Ed Stetzer, decano de la Escuela de Misión, Ministerio y Liderazgo en Wheaton College en Wheaton, Illinois, en una entrevista con Deseret News a principios de este mes.
Sin embargo, ni Stetzer ni otros expertos en servicios misionales creen que los riesgos para la salud serán suficientes para evitar que los cristianos se ofrezcan a servir en futuros servicios misionales.
Los misioneros siempre han estado dispuestos a arriesgar sus vidas y han podido encontrar la paz incluso en situaciones peligrosas.
“Los misioneros consideran el costo de lo que significa servir y lo ven como insignificantes en comparación con la oportunidad de compartir con otros acerca de Jesús”, expresó el reverendo Keck.
Asimismo, la misión es el corazón de la Iglesia de Jesucristo, es llevar el evangelio a lugares y personas que nunca lo han escuchado, es servirlos, amarlos y tratar de satisfacer sus necesidades.
El élder Uchtdorf, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ha instado a los misioneros a no pensar en las actividades en línea como una solución temporal.
“Aprendan, agreguen y adapten los avances tecnológicos”, dijo durante un devocional en febrero de 2021. Y cuando la amenaza del COVID-19 haya pasado, “no regresen a las viejas costumbres. Avancen hacia el futuro”.
Se espera que la pandemia cambie para siempre la obra misional en el mundo y que abra camino a muchas personas hacia el valor del evangelio.
Fuente: Desert News