Heber J. Grant: “Sin el magnífico trabajo de las mujeres, la Iglesia habría fracasado”

mujeres Conferencia de BYU para Mujeres

Hace algún tiempo me presentaron a una magnífica mujer de otra fe, brillante, elocuente, muy bien informada sobre los sucesos del día a día, la cual me agradó al instaste.

Al conocernos más, me comentó: “Tengo que decirte que no tengo una perspectiva muy buena de tu iglesia”.

“¿En serio?”, le respondí. “Cuéntame la razón”.

Su respuesta fue simple: “Porque las mujeres de tu Iglesia no tienen permitido participar en ella”. 

Traté de mantener mi rostro sin emoción alguna, pero no me fue posible y me eché a reír. Ella pareció perpleja y preguntó qué era tan divertido.

“Si le dijeras a una multitud de mujeres Santos de los Últimos Días, que participan de manera activa en la Iglesia, que crees que no tienen permitido ‘participar’ de ella, se reirían a carcajadas y se preguntarían cómo se te ocurrió esa idea. Eso está muy lejos de la verdad”.

Mujeres Jóvenes Cara a Cara

Fuente: Internet

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Naturalmente, ella quería saber qué hacían las mujeres en nuestra Iglesia, y ese fue todo el aliento que necesité para darle una idea de la vida de una mujer Santo de los Últimos Días.

Cuando José Smith se enteró de todo lo que estaban haciendo las mujeres de la Iglesia para ayudar a terminar el interior del Templo de Kirtland, les dijo:

“Las hermanas siempre son las primeras y las más importantes en toda buena obra. María [Magdalena] fue [la] primera en la resurrección [de Cristo] y ahora las hermanas son las primeras en trabajar en el interior del templo”.

Mary Ann Pratt es un gran ejemplo de la fuerza y ​​la poderosa fe que las mujeres Santos de los Últimos Días han demostrado desde los primeros días de la Restauración.

Mary Ann Pratt. Fuente: Portalsud

Se casó con el élder Parley P. Pratt en 1837, se mudó a Misuri y allí vivió las persecuciones que desplazaron a los santos de condado en condado. 

Cuando un populacho se llevó cautivo a su esposo en Far West, Misuri, Mary Ann estuvo confinada a una cama a causa de una fiebre terrible, y tenía que cuidar de su bebé y su hijo de cinco años. Ella le suplicó al Señor que la ayudara y finalmente, se recuperó milagrosamente.

Con la salud recuperada, Mary Ann visitó a su esposo mientras estaba encerrado y se quedó con él por un tiempo. Ella escribió:

“Compartí su calabozo, el cual era un lugar húmedo, oscuro y sucio; no tenía ventilación, sino únicamente una pequeña reja a uno de los lados. Allí se nos obligaba a dormir”.

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Parley P. Pratt. Fuente: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Después de que liberaron a su esposo, ella lo acompañó en su misión en Nueva York y en Inglaterra estuvieron entre aquellos que realizaron, en sus propias palabras, “el último y agotador recogimiento hacia Utah”. 

El élder Pratt finalmente falleció como un mártir mientras servía en otra misión. A pesar de todo lo que pasó, Mary Ann permaneció fiel:

“Me bauticé en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días… con la convicción de la veracidad de sus doctrinas desde el primer sermón que escuché; y mi corazón exclamó: ‘Si sólo hay tres personas que guardan la fe, yo seré una de ellas; y a pesar de toda la persecución que tuve que soportar, siempre he sentido lo mismo; mi corazón jamás se apartó de esa decisión”.

Recientemente, el élder Quentin L. Cook relató una experiencia que tuvo en una conferencia de estaca en Tonga donde la influencia de las mujeres fue muy evidente. En esa conferencia, los nombres de sesenta y tres futuros élderes fueron llamados para el sostenimiento de su ordenación al Sacerdocio de Melquisedec.

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Cuando el élder Cook preguntó cómo es que ese gran número de hombres pudo estar preparado y ser digno de recibir el sacerdocio.

El presidente de estaca le contó que en una reunión del consejo de estaca se trató el asunto de la reactivación y la presidenta de la Sociedad de Socorro de estaca, la hermana Leinata Va’enuku dijo que había muchos hombres de entre veinte y treinta años que no habían servido en una misión, que sentían que habían decepcionado a sus líderes del sacerdocio y a sus familias, y que no se sentían a la misma altura de los otros miembros de la Iglesia.

Expresó su amor por estos jóvenes y sugirió que el consejo se centrara en que aquellos hombres pudieran acceder a las ordenaciones del sacerdocio y las ordenanzas del templo. Ella señaló que muchos de ellos se habían casado con mujeres maravillosas, algunas de ellas activas, otras menos activas y algunas que no eran miembros.

Quentin L. Cook. Fuente La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El élder Cook explicó:

“Mientras ella hablaba, el Espíritu le confirmó al presidente [de estaca] que sus palabras eran verdaderas.. se decidió que los hermanos del sacerdocio y las hermanas de la Sociedad de Socorro se ocuparían de rescatar a aquellos hombres y a sus respectivas esposas…

Durante los siguientes dos años, casi todos los 63 hombres que habían sido sostenidos al Sacerdocio de Melquisedec en la conferencia de estaca a la que asistí fueron investidos en el templo y sellaron a sus cónyuges. Este relato es solo un ejemplo de cuán críticas son nuestras hermanas en la obra de salvación”.

Mary Ann Pratt, Leinata Va’enuku y muchas otras mujeres Santos de los Últimos Días han sido ejemplos vivientes de la declaración del presidente Heber J. Grant de que “sin el magnífico trabajo de las hermanas, la Iglesia habría fracasado”.

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En la Conferencia General de octubre de 2018, el presidente Russell M. Nelson declaró que “las mujeres de la Iglesia [dan] forma al futuro”. Asimismo, hizo un llamado a las hermanas de la Iglesia para que ayuden a reunir a Israel disperso:

“¡Mis queridas hermanas, ¡necesitamos de ustedes! Necesitamos “de su fortaleza, su conversión, su convicción, su capacidad para dirigir, su sabiduría y sus voces. Simplemente no podemos recoger a Israel sin ustedes”.

Este artículo es una adaptación del libro “Women and the Priesthood” y fue escrito originalmente por Sheri Dew y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “A member’s perfect response when a woman said she didn’t think much of the Church because women ‘aren’t allowed to participate’

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