5 cosas que necesitas recordar antes de criticar a los demás

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Por muchos años, he tratado de evitar ser catalogada como el “modelo estándar de Santo de los Últimos Días”.  

Saben a lo que me refiero, el estereotipo que todos nos imaginamos y que solemos describir como alguien de mente cerrada, prejuiciosa y moralmente superior.

Recientemente, comencé a cuestionarme si realmente existe este estereotipo creado por las personas del mundo. 

Al vivir en Utah, noté que las conversaciones entre mis amigos, vecinos o conocidos giraban en torno a lo mucho que nos incomodaban estos seudo estándares y cómo ninguno de nosotros realmente encajaba en las expectativas culturales del mundo.  

Deberíamos dejar de juzgarnos mutuamente en base a los prejuicios que tenemos y darnos el beneficio de la duda. Imagen: Canva

Por otro lado, no se me escapaba la ironía de que las personas a las que más juzgaba eran aquellas que también me juzgaban. 

Un día, encontré un blog que me hizo reflexionar, reconsiderar mis propias suposiciones y cuestionar si deberíamos darnos mutuamente el beneficio de la duda, sean Santos de los Últimos Días o no.

Deberíamos dejar de juzgarnos mutuamente en base a los prejuicios o ideas preconcebidas que tenemos y esperar equivocarnos porque la realidad puede ser totalmente diferente. 

Para esto, te comparto algunas ideas que pueden ayudar a tener una actitud más receptiva y menos prejuiciosa.

1. A veces vemos lo que queremos

A veces vemos lo que queremos. Imagen: Canva

A lo largo de mi vida, he escuchado comentarios que etiquetan erróneamente a los Santos de los Últimos Días de muchas maneras posibles. 

Ese tipo de ideas me herían, las había escuchado con tanta frecuencia que cada vez que las encontraba, las tomaba cuidadosamente como evidencia para justificar mi propia crítica.

Lo cierto es que nunca me detuve a reunir pruebas que demostraran que los Santos de los Últimos Días son buenos, serviciales y tolerantes. 

Me había enfocado tanto en lo negativo que ahora me alimentaba de eso y, en consecuencia, era lo mismo que propagaba bajo una falsa justificación.

2. La timidez puede ser un arma de doble filo 

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La timidez puede ser un arma de doble filo. Imagen: Canva

En la Iglesia me he encontrado en ambos extremos de esta conversación. De hecho, una de mis mejores amigas me comentó lo siguiente:

“No vas a creer esto, pero cuando te conocí, pensé que no querías hablarme porque eras un poco presumida y que te creías mejor que yo”. 

La realidad era totalmente diferente. No me había esforzado lo suficiente por conocerla mejor porque yo pensaba exactamente lo mismo de ella.

No fue hasta las actividades y llamamientos de la Iglesia que pudimos interactuar y conocernos. Nos dimos cuenta de lo equivocadas que habíamos estado. 

Ninguna de las dos era una presumida, solo éramos el tipo de personas que tarda un poco en hacer nuevos amigos, pero que cuando los hacen, se vuelven amistades de toda la vida. 

3. La inseguridad dice más de nosotros

La timidez dice más de ti que de las personas que te rodean. Imagen: Canva

Cuando empiezas a pensar que todos te juzgan, te miran o piensan mal de ti, quiere decir que ha llegado el momento perfecto para detenerte y evaluar lo que pasa en realidad. 

Por ejemplo, este tipo de ansiedad me paralizaba casi por completo en la secundaria. Un día, llegó el momento en el que finalmente me detuve y me di cuenta: en realidad nadie está prestando atención.

Mis compañeros estaban demasiado ocupados con sus propios problemas como para preocuparse por examinar minuciosamente los míos. Había proyectado mis inseguridades en ellos.

Cuando sientas que te juzgan o te miran de manera rara, detente y evalúa si tal vez estás haciendo esta misma proyección equivocada. 

¿Existe alguna razón por la que te sientas culpable, fuera de lugar o con timidez? Si es así, trabaja en ello o simplemente olvídalo. Deja que las personas hablen por sí mismas.

4. Defender nuestras creencias de buena manera 

A los Santos de los Últimos Días se les enseña a defender sus creencias. Imagen: Canva

Un rasgo admirable que desarrollamos los Santos de los Últimos Días es la capacidad de mantenernos firmes en nuestras normas y defender nuestras creencias. 

El élder Jeffrey R. Holland compartió

“Sean fuertes; vivan el Evangelio fielmente, aunque los que estén a su alrededor no lo vivan en absoluto. Defiendan sus creencias con amabilidad y compasión, pero defiéndanlas”.

Puede haber momentos donde sintamos que están atacando nuestras creencias y necesitamos hacer que nuestra voz se oiga. 

Las preguntas, dudas o conceptos erróneos que se hacen en referencia a nuestra fe puede verse como un ataque a nuestras creencias y a lo que somos.

Cuando esto suceda, sería bueno recordar lo que el élder Holland enseñó. Defendamos y aclaremos cualquier duda sobre nuestra fe, pero con compasión y amabilidad.

5. Tener en cuenta lo que no podemos ver

. Imagen: Canva

La realidad es que nunca entenderemos las circunstancias de una persona, nunca sabremos todo lo que ha pasado, lo que ha vivido, lo que piensa y es injusto suponer cuáles son sus motivaciones.

Antes de juzgar sus redes sociales, su forma de ser, su manera de cumplir los mandamientos, las decisiones que toma y más, enfoquémonos en qué podemos hacer para ayudar.

Antes de criticar todo lo que está a nuestro alcance, sería bueno trabajar en nuestras propias debilidades.

Como el Señor Jesucristo enseñó:

“Y, ¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

O, ¿cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en tu propio ojo?

¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7:4-5).

Dios nos ha permitido confiar en Su juicio por medio de la oración y la Expiación de Cristo para llenar los vacíos que nos faltan.

En lugar de juzgar o caer en los prejuicios, debemos evaluarnos para saber de qué manera podemos llegar a ser mejores discípulos del Salvador, aquello siempre marcará la diferencia.

Fuente: LDS Living

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