Asistir a la Iglesia los domingos, es una actividad espiritualmente vital, nos permite adorar a Dios y al Salvador, participar de la Santa Cena, crear una comunidad y aprender las fortalezas y debilidades de las personas.
A pesar de que esperamos que las reuniones y las lecciones de la Escuela Dominical nos nutren espiritualmente y nos den respuestas, hay momentos en los que podríamos sentir que no obtenemos la consolación, la conexión o las respuestas que esperamos.
Es posible que esos domingos sean desalentadores, especialmente si no conseguimos nada al ir a la capilla semana tras semana.
Dificultades que pueden afectar las experiencias de la Iglesia
Está bien tener experiencias no tan reconfortantes en la Iglesia. A veces, nuestras circunstancias personales, como los estudios, ser padres o tener responsabilidades laborales, pueden dificultar que nos sintamos conectados en las reuniones.
Por otro lado, los llamamientos que desempeñamos en la Iglesia también influyen en las experiencias los domingos.
En la Iglesia, como miembros, no siempre somos perfectos al expresarnos o entender todas las dificultades, pero estamos aprendiendo y creciendo juntos, como el presidente Jeffrey R. Holland declaró:
“Excepto en el caso de Su Hijo Unigénito perfecto, Dios se ha tenido que valer de gente imperfecta, lo cual ha de ser terriblemente frustrante para Él, pero se conforma con ello; y nosotros debemos hacerlo también. Y cuando vean alguna imperfección, recuerden que la limitación no radica en la divinidad de la obra”.
A veces, ir a la Iglesia puede resultar difícil cuando nos sentimos agotados. Podemos estar emocionalmente exhaustos por intentar dar de beber a otros con una taza que está vacía. Entonces, ¿cómo podemos abordar las reuniones de la iglesia de manera que llenen nuestra taza en lugar de vaciarla?
Debido a esto, es importante recordar algunas de las divinas y hermosas razones por las que el Señor nos pide que vayamos a la Iglesia.
1. Encontrar sanación mediante la Santa Cena
Una de las razones principales por las que asistimos a la Iglesia es para participar de la Santa Cena, el Salvador mismo nos ha mandado a ser parte de esa ordenanza (Mateo 26:26-28, 3 Nefi 18:1-11, y Doctrina y Convenios 59:9). Gracias a esto podemos encontrar paz, perdón y fortalecernos espiritualmente al renovar nuestros convenios bautismales cada semana y experimentar Su gracia divina.
El élder Kevin S. Hamilton enseñó:
“La Iglesia no es simplemente un club social, aunque ciertamente disfrutamos estar juntos. Tampoco es solo una organización humanitaria, aunque también realizamos mucho servicio de ese tipo.
La Iglesia de Jesucristo es la manera en que venimos a Cristo. Se trata de Su Iglesia, se enseña Su doctrina y brinda Sus ordenanzas y convenios”.
Algunos malinterpretan este enfoque en las ordenanzas pensando que otros aspectos de asistir a la Iglesia no son necesarios para nuestra renovación espiritual.
Durante los momentos difíciles, puede ser fácil justificar irse después de la reunión sacramental; sin embargo, evitar las lecciones de la segunda hora puede impedir que establezcamos relaciones espiritualmente sostenibles y crezcamos juntos.
2. Ser mejor al lado con los demás
A diferencia de muchas iglesias, no tenemos pastores o predicadores pagados que pasen años asistiendo a una escuela de teología o que estudien las complejidades de las traducciones bíblicas.
Tenemos la oportunidad de adorar con otros creyentes, llamados “Santos”, quienes buscan ser ejemplos de santidad y pureza.
Aunque tratamos de seguir el ejemplo de Cristo, cometemos errores, sin embargo, Él ha creado una Iglesia con personas imperfectas, brindándonos la oportunidad de crecer juntos como discípulos.
En pocas palabras, nos necesitamos los unos a los otros. Cada uno tiene dones y capacidades espirituales que nos mantienen fuertes como congregación en lugar de estudiar o adorar solos.
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, explicó:
“En la Iglesia nos relacionamos con personas maravillosas que se esfuerzan por servir a Dios, lo cual nos recuerda que no estamos solos en nuestras actividades religiosas. Todos necesitamos relacionarnos con otras personas, y las amistades en la Iglesia son algunas de las mejores que nuestros cónyuges, nuestros hijos y nosotros podemos tener”.
Adorar juntos implica aceptar las limitaciones de los demás y practicar el amor hacia nuestro prójimo, ya que todos estamos en un proceso de aprendizaje.
Como solía expresar un compañero de misión ante la impaciencia de los conductores al manejar, estamos brindando ocasiones para cultivar “el don de la paciencia”.
3. Fortalecer nuestra fe
El Espíritu es el verdadero maestro, podemos confiar en que Él nos ayudará a obtener lo que necesitamos en estas reuniones. A veces, una sola frase puede ser la lección diaria que precisamos.
Incluso cuando estamos abiertos a la influencia del Espíritu Santo, no siempre experimentamos el alivio o el fortalecimiento espiritual que buscamos cada domingo. Esto puede ser especialmente difícil durante períodos de agotamiento o desgaste emocional.
Como seres espirituales y físicos, necesitamos cuidar de nuestros cuerpos, procurando descansar lo suficiente y mantenernos adecuadamente nutridos e hidratados.
No siempre debemos medir lo que obtenemos de la Iglesia con lo que sentimos o podemos observar con facilidad. A veces, cuando otros factores limitan nuestra capacidad para sentir el Espíritu, la asistencia a la iglesia deberá ser un acto de fe en y amor por Dios. Incluso cuando no reconocemos o entendemos todas las razones, podemos confiar en que Él nos ha dado este mandamiento para nuestro bien.
Ideas para mejorar nuestras experiencias en la Iglesia
Dios quiere que experimentemos todas las bendiciones que vienen de asistir a la Iglesia, por lo que nos guiará a medida que enfrentemos nuestros desafíos.
Aunque no podemos influir en todos los aspectos de nuestro barrio y la reunión dominical, sí podemos centrarnos en lo que sentimos y cómo actuamos al respecto. El presidente Russell M. Nelson enseñó:
“El Señor ama el esfuerzo, porque el esfuerzo brinda recompensas que no pueden recibirse sin él”.
Aquí hay algunas ideas y herramientas útiles que pueden conducir a experiencias más gratificantes en la Iglesia:
- Prepararse espiritualmente y orar pidiendo el Espíritu Santo, leer las escrituras y materiales de Ven, Sígueme.
- Que los domingos sean días donde puedas participar de la reunión sacramental y te motiven a conectarte con el Señor.
- Busca maneras de participar constantemente en las actividades de barrio.
- Ponte como objetivo alegrar el día de al menos una persona.
- Acude a alguien cuando tengas dificultades y necesites apoyo.
- Considera la posibilidad de pedir consejo a tu obispo o de solicitar una bendición del sacerdocio.
Independientemente de las circunstancias de tu vida, asistir a la Iglesia puede ayudarte a encontrar respuestas, conexión y crecimiento espiritual.
En la Iglesia, lo que recibimos puede cambiar en diferentes momentos y eso está bien. La belleza del evangelio es que no estamos solos, Dios nos brinda Su apoyo a través ánimo, fe y guía.
No debemos rendirnos al buscar formas de disfrutar más de la Iglesia, ya que los beneficios de asistir superan ampliamente cualquier obstáculo.
“Mediante la adoración sincera y ferviente, florecemos y maduramos en esperanza, fe y caridad; y, mediante ese proceso, adquirimos luz celestial en nuestra alma que llena nuestra vida de sentido divino, paz perdurable y gozo eterno”. –Élder Dean M. Davies
Incluso durante los días o momentos difíciles, ir a la Iglesia puede llenar nuestras tazas, proporcionándonos sanación y renovación espiritual, oportunidades para aprender de los demás y con los demás, y tener una relación más fuerte con el Señor.
En un mundo de soledad, confusión y aislamiento generalizados, todos necesitamos las bendiciones de Dios.
Fuente: LDS Living