“Al conocer a nuestros Padres Celestiales, descubrimos que las verdades reveladas más importantes acerca de Ellos no son Sus títulos o nombres, sino nuestra comprensión de Sus caracteres y nuestra relación con Ellos.”
Muchos Santos de los Últimos Días saben que la palabra hebrea Elohim se usa frecuentemente en la Biblia para referirse a Dios. Pero, ¿sabías que este título sagrado también se usó para referirse a los dioses y espíritus paganos adorados durante los tiempos bíblicos?
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Elohim es un sustantivo plural masculino usado 2,570 veces en el Antiguo Testamento, y su traducción literal es “dioses” (Enciclopedia del Mormonismo – BYU, “Elohim”).
Mientras que muchas otras religiones explican la forma plural de Elohim en la Biblia como un signo de la majestad de Dios y su poder total (hablando de Él como el “Dios de los dioses”), los Santos de los Últimos Días han agregado ideas sobre este sagrado nombre de las Escrituras y la revelación moderna, las cuales proporcionan un significado más profundo.
“Si tomamos la palabra hebrea Elohim, que a menudo se atribuye como el nombre del Padre, las raíces del nombre se refieren al poder y la fuerza”, dijo Martin Pulido, coautor del ensayo de la Universidad Brigham Young titulado “Una Madre Ahí: Una reseña histórica de las Enseñanzas sobre la Madre Celestial” (“A Mother There: A Survey of Historical Teachings about Mother in Heaven”) “Culturalmente lo tomamos como un nombre masculino que le atribuimos a Dios el Padre… ¿Pero qué tan exacto es eso? Elohim es una palabra plural que le permite incluir a múltiples personajes como el Padre y el Hijo o una Deidad en general.”
Pero, ¿podría el uso de Elohim como sustantivo plural incluir la deidad femenina y hacer referencia a nuestra Madre celestial?
Una Mirada Más Cercana A Elohim
El Libro de Abraham, que José Smith comenzó a traducir en 1835, ha sido una herramienta vital para aclarar la Creación, el Plan de Salvación y la manera en cómo entendemos la divinidad y nuestra relación con ella.
En Abraham 4:27 leemos: “De modo que los Dioses descendieron para organizar al hombre a su propia imagen, para formarlo a imagen de los Dioses, para formarlos varón y hembra.”
Ahí, encontramos que hubo dioses creando el mundo, no un Dios o Padre único. Además, la aclaración “a [su] imagen… varón y hembra” nos revela que lo femenino fue incluido en el momento de la creación, lo que sugiere que nuestra Madre celestial, así como también el Padre y el Hijo, ayudaron a formar este mundo, nuestros cuerpos y nuestra naturaleza.
Muchos líderes de la Iglesia han hablado de este hecho, incluido Brigham Young, quien declaró en su discurso de la Conferencia General semestral de 1876:
“Habiendo peleado la buena batalla, entonces estaremos preparados para poner nuestros cuerpos a descansar y esperar la mañana de la resurrección, para luego salir y se reunirse con sus espíritus y los fieles, como se dice, recibirán coronas, gloria, inmortalidad y vidas eternas. Entonces ellos se convertirán en dioses, incluso los hijos de Dios; entonces se convertirán en padres eternos, madres eternas, hijos eternos e hijas eternas; siendo eternos en su organización, van de gloria en gloria, de poder en poder; nunca dejarán de aumentar ni multiplicar mundos sin fin. Cuando reciban sus coronas, sus dominios, entonces estarán preparados para crear personas y una tierra como la nuestra de la misma manera en que hemos sido engendrados por nuestros Padres [celestiales].”
El Presidente Young incluyó las “madres eternas” e “hijas eternas” entre quienes crearán las tierras y harán los mismo que sucedió en la Creación de nuestro mundo, demostrando tanto el papel de nuestra Madre en la Creación como nuestro potencial futuro.
Pero, ¿cómo se refleja esto en nuestra comprensión de la palabra Elohim?
Martín Pulido expresó:
“¿Incluye [Elohim] a la mujer? En contra de eso escuché a la gente decir: ‘Es un sustantivo masculino, por lo que se usa para referirse al Padre y al Hijo’. Pero si miras en la Biblia, encuentras versículos como 1 Reyes 11:5 donde describe a Salomón siguiendo a “Astoret, diosa de los sidonios.”
Ahora, la palabra para diosa en ese versículo es Elohim, y Astoret, como muchos saben, era una diosa de la fertilidad femenina, por lo que Elohim puede usarse para referirse a la mujer. Creo que eso se demuestra nuevamente en el relato de la creación de Abraham en la Perla de Gran Precio, donde los hombres y mujeres son creados a la imagen de Dios. Eso también se refleja en Génesis donde el término para los Dioses es Elohim. Entonces me pregunto, ¿por qué Elohim no se puede aplicar tanto a la Madre celestial como a nuestro Padre Celestial?”
El Hermoso Significado de Elohim
Andrew C. Skinner, ex decano de educación religiosa en la Universidad Brigham Young, compartió una visión fascinante del significado detrás de la palabra Elohim:
“Algunos académicos modernos de gran reputación han adoptado una postura diferente sobre el significado de la palabra Elohim, específicamente cuando se encuentran en combinación con el nombre divino Yavé (Jehová) en el texto de la Biblia hebrea.
Se cree que Yavé es una forma causativa del verbo que significa “ser, existir” y significa literalmente “Él hará que sea”. Así, la frase Yavé Elohim (traducido como Señor Dios) significaría: literalmente, “Él hará que los dioses sean”. El profesor William H. Brownlee, una de las primeras autoridades de los Rollos del Mar Muerto, afirma que la frase bíblica habitualmente traducida como “Señor Dios” puede traducirse como “Él crea dioses”, “Él que crea los miembros de la asamblea divina”“ (“Para ser como Dios: Testigos de nuestro potencial divino”)
Al leer esta explicación en contexto con Abraham 4:27 y las ideas de Pulido, consideremos esas frases usando el plural: “Él hará que los dioses sean” y “Los que crean dioses”.
Palabras como Elohim, Dios o Dioses ahora se vuelven aún más significativas porque hacen referencia a la naturaleza del Padre Celestial y la Madre celestial como seres y creadores divinos y unidos.
Pulido también compartió:
“Creo que es algo bonito tener una palabra que refiera a que están unidos, porque ninguno es sin el otro. Eso es realmente diferente de otras religiones antiguas con parejas femeninas y masculinas. En Egipto se tenía a Osiris e Isis, Canaán tenía a El y Asherah, Grecia tenía a Hera y Zeus, donde uno es la diosa del matrimonio y el otro es el dios del trueno, o una manifestación de la divinidad en ese papel particular. En nuestra religión, la Madre y el Padre son el Dios de los matrimonios y los truenos, entre muchas otras cosas.”
Tal como el Elder Erastus Snow, un apóstol en el Quórum de los Doce Apóstoles, testificó:
“Si creo en algo que Dios haya dicho alguna vez sobre sí mismo… debo creer que la deidad consiste en el hombre y la mujer… No puede haber Dios a menos que esté compuesto por el hombre y la mujer unidos, y no hay en todas las eternidades que existen, o alguna vez habrá un Dios que sea de ninguna otra manera.” (Diario de Discursos – 3 de marzo de 1878).
Eliza R. Snow, en el himno “Oh mi Padre“, nos dice que sin esa asociación de ambos Padre y Madre, nuestros Padres Celestiales no tendrían hijos espirituales eternos para gobernar y dirigir, es decir, su divinidad y la deidad requieren la cooperación de dos roles y partes igualmente importantes: el Padre y la Madre.
Lo Que Hay En Un Nombre
Si bien no hay nada incorrecto en referirse a Dios el Padre usando el término Elohim, la Enciclopedia del Mormonismo – BYU nos recuerda que “referirnos al Padre como ‘Elohim’ es un titulo útil siempre cuando uno recuerde que en algunos pasajes de la Biblia hebrea el nombre Elohim no se refiere exclusivamente a la persona de Dios el Padre. Un término menos ambiguo para Dios el Padre en el lenguaje SUD podría ser ‘Ahman’ (DyC 78:15, 20), que, según el Elder Orson Pratt, es un nombre del Padre (Diario de los Discursos 2: 342).”
Muchos Santos de los Últimos Días desean saber el nombre de nuestros Padres Celestiales, y si bien tenemos muchos títulos para estos seres divinos, los nombres actuales a veces oscurecen la forma en que entendemos dichos nombres y el significado detrás de ellos.
A través de la traducción y el tiempo, Pulido señala que muchos nombres se convierten en “fósiles que se asientan en el lenguaje, que no son realmente entendidos por su significado original.”
Martín Pullido continuó explicando:
“Los nombres, como muchas palabras, diferencian cosas. Son los tipos de nombres que usamos para diferenciar a las personas han cambiado. Uno toma los nombres más antiguos de nuestra historia y estos fueron puramente descriptivos. Tenemos un ejemplo bíblico como Raquel que nombró a su último hijo, después de que ella pensó que su primer hijo, José, estaba muerto, Ben-oni, que significa ‘hijo de mi dolor’. Jacob lo renombra Benjamin, que significa ‘hijo de mi diestra’. Estos nombres eran muy descriptivos, y tengo que parar y preguntarme, ¿acaso no es ‘Madre celestial’ un nombre tan descriptivo de como esos?”
Si bien hay muchos nombres para describir la deidad, a Dios, nuestros Padres Celestiales, e incluso Jesucristo, debemos recordar que cada uno de estos nombres son importantes en la forma en que reflejan las facetas de lo divino.
Muchos de los títulos usados por los líderes de la Iglesia para la Madre celestial son: “Madre Dios”, “Dios Madre”, “La Madre Dios”, “Dios su Madre Eterna”, “Madre Eterna” y “Madre en el Cielo” (“Una Madre Ahí: Una reseña histórica de las Enseñanzas sobre la Madre Celestial”) y reflejan Su divinidad, así como el papel más importante que desempeña en nuestra vida: el de nuestra Madre Espiritual y Eterna.
Como dijo el Élder Jeffrey R. Holland en un Discurso BYU de 1988:
“De todos los títulos que Él ha elegido para Sí mismo, Padre es el que Él declara, y la Creación es Su marca, especialmente la creación humana, la creación a Su imagen. Su gloria no es una montaña, por impresionante que sean las montañas, tampoco es en el mar, el cielo, la nieve o el amanecer, por tan hermoso que sean todos ellos. No lo es el arte o la tecnología. No, Su gloria -y dolor- son Sus hijos. Tú y yo, somos Sus posesiones más preciadas, y somos la evidencia terrenal, por inadecuada que sea, de lo que Él realmente es un Padre.” (“Sobre almas, símbolos y sacramentos”)
Lo mismo es cierto para nuestra Madre Celestial. Aunque es posible que no tengamos un nombre específico revelado para ninguno de nuestros Padres celestiales, hablamos las verdades más cruciales acerca de Ellos cada vez que hacemos referencia a Sus títulos: que son nuestros Padres Espirituales literales y somos hijos e hijas de Dioses. Incluso Cristo, mientras sufría en el Jardín de Getsemaní, se refirió a Dios como “Abba” o “Padre”, lo que refleja la estrecha relación que tuvo con nuestro Padre Celestial.
Si bien entender a Elohim y a Dios como palabras que pueden incluir a ambos Padres Celestiales puede influir en la forma en que leemos las Escrituras y la adoración en nuestras capillas o el templo, es importante señalar que los líderes de la Iglesia nos han pedido que dirijamos nuestras oraciones al Padre Celestial, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.
También es importante darse cuenta de que al saber quiénes somos, al conocer a nuestros Padres Celestiales, descubrimos que las verdades reveladas más importantes acerca de Ellos no son Sus títulos o nombres, sino nuestra comprensión de Sus caracteres y nuestra relación con Ellos.
Todo lo que aprendamos y hagamos debe moldear nuestra naturaleza divina para que se parezca más a la de nuestros Padres Celestiales. La única forma en que realmente podemos convertirnos en dioses y diosas es por medio de nuestro Salvador Jesucristo, que no sólo nos mostró el camino sino que hizo posible que recibiéramos la vida eterna y la exaltación.
Como ha dicho el Presidente Dallin H. Oaks “Nuestra teología empieza con padres eternos; nuestra mayor aspiración es llegar a ser como ellos.”(La Apostasía Y La Restauración).
Este artículo fue escrito originalmente por Danielle B. Wagner y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “The Name of Heavenly Mother and Father: Insights That Might Change How You Read the Scriptures”