¿Cómo puedo orar sin cesar?

“Orad sin cesar”, es lo que dice la escritura en 1 Tesalonicenses 5:17.

La verdad es que, humanamente, ¡es imposible orar sin cesar! Al menos, no de la forma en que comúnmente pensamos que debería ser el acto de orar.

Cuando los apóstoles le pidieron al Salvador, diciendo “enséñanos a orar” (Lucas 1:11), ellos recibieron una respuesta que no significaba que para orar necesitábamos arrodillarnos, levantar nuestras manos al cielo o hablar en voz alta.

Para el Salvador, lo más importante de la oración es su contenido, lo que decimos en ella. Asimismo, Él también nos dejó una advertencia en Mateo 6: 7:

“Y al orar, no uséis vanas repeticiones.”

Con eso, entendemos que una oración debe salir del fondo de nuestro corazón. El no usar vanas repeticiones es un pedido de nuestro Señor.

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Una oración es una conversación entre nuestro Padre Celestial. Él es nuestro amigo. ¿Te gustaría que tus amigos te hablaran siempre de las mismas cosas? ¿El mismo discurso de todos los días?

Así como nosotros esperamos tener conversaciones significativas con nuestros amigos, el Señor también espera que tengamos conversaciones significativas con Él.

Podemos orar sin cesar.

Cuando el versículo nos dice que debemos orar sin cesar, no quiere decir que debemos quedarnos todo el día arrodillados orando. Orar sin cesar quiere decir que necesitamos mantener un espíritu y un corazón puro, capaz de conectarse a Dios en cualquier momento. 

Cuando vemos el sufrimiento y dolor de los demás y no podemos hacer nada más que orar, se espera que hagamos exactamente eso.

Nuestros pensamientos pueden estar en sintonía constante con el Espíritu de tal forma que podemos dirigirnos a Él en cualquier momento: en el autobús, en nuestro trabajo o en la universidad.

Charles Eugène de Foucauld de Pontbriand, o simplemente el beato Charles de Foucauld, fue un oficial de las Fuerzas Armadas de Francia, fue un explorador, geógrafo y más tarde religioso, ermitaño y lingüista católico. Fue beatificado el 13 de noviembre de 2005 por el Papa Benedicto XVI. Él escribió en sus registros una hermosa definición de lo que realmente significa la oración:

“Orar significa pensar en Jesús con amor. La oración es la atención del alma que se enfoca en Jesús. Cuanto más una persona ama a Jesús, mejor ora.”

¿Pensamos en el Salvador con amor? ¿Con qué frecuencia nuestros pensamientos se vuelven hacia Él? La frase de Charles de Foucauld dice que “cuanto más ama una persona a Jesús, mejor ora”, pero ¿sentimos amor por el Salvador? ¿Han sido nuestras oraciones mejores y más significativas?

Es claro que es una maravillosa sensación el poder desconectarnos del mundo y estar a solas con el Señor. Podemos sentir Su amor a través de la oración.

Puede que no siempre estemos en casa, que no siempre podamos parar lo que estamos haciendo para orar; sin embargo podemos orar en nuestras mentes al Padre Celestial. Esta oportunidad siempre está disponible para nosotros.

La oración es la puerta a la fe. El que ora deja de vivir de sí mismo, por sí mismo y por su propia fuerza, y sabe que hay un Dios con quien puede hablar.

Una persona que ora se entrega cada vez más a Dios. Busca desde ya la unión con Aquel con quien, cara a cara, un día se reencontrará. Por lo tanto, el esfuerzo de orar a menudo es parte de nuestra vida cristiana.

No podemos aprender a orar de la misma forma en que aprendemos algo técnico. Aunque esto suene extraño, orar es un don que se obtiene a través de la oración misma.

Este artículo fue escrito originalmente por Inae Leandro y fue publicado originalmente por maisfe.org bajo el título “Como eu posso orar sem cessar?”