Con frecuencia escucho que debemos desarrollar una relación personal con Cristo. Me resulta muy difícil hacerlo porque oro a nuestro Padre Celestial y no a Jesucristo. ¿Cómo puedo tener una relación personal con Él?
Respuesta
En 1982, el Élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce Apóstoles, dio un discurso en un devocional de BYU, titulado “Nuestra relación con el Señor”, en el que dijo:
“Hay, en la Trinidad, tres personajes: Dios el primero, el Creador; Dios el segundo, el Redentor; y Dios el tercero, el Testigo o Testador. Estos tres son uno, un Dios en propósito, poderes y perfecciones.
Sin embargo, cada uno tiene su propia obra a realizar, y la humanidad tiene una relación definida, conocida y específica con cada uno de ellos.”
Cuando pienso en nuestra relación personal con Cristo, pienso en el mejor término que podemos usar personalmente con Él y ese es: amigo.
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Una de las grandes oportunidades que tenemos en esta vida es que podemos hacernos amigos de nuestro Redentor, nuestro Mediador con el Padre. Cuando Cristo vivió sobre la tierra, dijo lo siguiente:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis las cosas que yo os mando.
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer.” -Juan 15: 13-15
Necesitamos hacer un énfasis en la última parte para convertirnos en amigos de Cristo. Él especifica que si somos Sus amigos, nos enseñará “todas las cosas” que ha escuchado del Padre.
Cristo es quién nos lleva al Padre. Él es el camino por el que somos recibidos por el Padre. Tu pregunta incluso resalta esto, oramos a Dios en el nombre de Jesucristo, porque sin nuestro Salvador no podemos ser recibidos por el Padre.
Sabemos que el tercer miembro de la Trinidad es el Testador, y es por revelación que el Señor nos revela el carácter del Padre y del Hijo.
El Élder McConkie dijo:
“Primero, recuerden que la mayoría de las escrituras que hablan de Dios o del Señor no hacen distinción entre el Padre del Hijo, porque no hace ninguna diferencia… [Ambos] son Uno. Las palabras o los hechos de cualquiera de Ellos serían las palabras y los hechos del otro en la misma circunstancia.
Además, si se recibe revelación de o por el poder del Espíritu Santo, normalmente las palabras serán las del Hijo, aunque lo que el Hijo dice será lo que el Padre diría, y las palabras pueden considerarse como las del Padre.”
Creo que nuestro Salvador se refirió a esta idea cuando Felipe le preguntó si podía ver al Padre (Juan 14: 9).
“¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?”
Cuando los hijos e hijas de Dios, se despojan de su hombre natural (Mosíah 3:19) al entregarse al Espíritu de Dios, se acercan a Dios y a Jesucristo.
A medida que nuestra relación con el Padre se fortalece, nuestra relación con el Hijo también crece y se fortalece, y así también lo hace nuestra relación de amistad con Él porque son Uno.
El Élder McConkie, en el mismo discurso mencionado anteriormente, lo expresa mejor:
“¿Quién puede dudar de que la misión de Cristo es darnos a conocer al Padre, guiarnos al Padre, enseñarnos cómo adorar al Padre, reconciliarnos con el Padre?”
Esto es en parte la razón por la que amo el “juramento y convenio del Sacerdocio” y los siguientes versículos de las Escrituras provistos en Doctrina y Convenios 84: 36-40.
“Porque el que recibe a mis siervos, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe a mi Padre; y el que recibe a mi Padre, recibe el reino de mi Padre; por tanto, todo lo que mi Padre tiene le será dado. Y esto va de acuerdo con el juramento y el convenio que corresponden a este sacerdocio.
Así que, todos los que reciben el sacerdocio reciben este juramento y convenio de mi Padre, que él no puede quebrantar, ni tampoco puede ser traspasado.”
No podemos venir al Padre y desarrollar una relación personal con Él si no es por medio del Hijo, y el Hijo desea que seamos Sus amigos.
Los siguientes versículos de las Escrituras nos dicen:
“Por tanto, les doy un mandamiento que dice así: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerza; y en el nombre de Jesucristo lo servirás.” -DyC 59: 5
“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” -Juan 14:15
Por lo cual el Élder McConkie continuó diciendo:
“Estos, entonces, son los mandamientos de los mandamientos. Unen al Padre y al Hijo como uno, para que ambos reciban nuestro amor y servicio.”
Fuente: askgramp.org