Si hablamos de países con una fuerte presencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, muchos pensarían de inmediato en Estados Unidos o México

Pero la verdad es que el lugar con mayor porcentaje de miembros en el mundo está mucho más lejos, en medio del Pacífico Sur. Allí, entre playas cristalinas y aldeas llenas de canto, una nación entera vive y respira el evangelio todos los días.

Un pequeño punto en el mapa, una gran fe

Tonga es el país con más del 63% de sus habitantes pertenecientes a La Iglesia de Jesucristo. Imagen: WIkimedia Commons

Si miramos un mapa, Tonga puede parecer solo una pequeña isla en el Pacífico Sur. Pero para quienes conocen el poder de la fe, es mucho más que eso.

En proporción a su población, Tonga es el país más “mormón” del mundo, con más del 63% de sus habitantes pertenecientes a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Eso significa que en esta nación de poco más de 100 mil personas, el evangelio restaurado forma parte de la vida diaria, la cultura y las tradiciones. Las capillas se llenan, los himnos se escuchan en las calles y las familias viven con un fuerte sentido de comunidad y servicio.

La fe que define una nación

Presidente Nelson en Tonga
La fe no se vive a medias. En Tonga, el evangelio no solo se predica, se respira. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El evangelio llegó a Tonga hace más de un siglo, y desde entonces ha echado raíces profundas. Lo que empezó como un pequeño grupo de conversos hoy es una sociedad donde el discipulado de Cristo es parte de la identidad nacional.

Allí, el bautismo, la obra misional y el servicio en la Iglesia no son la excepción, sino la norma. Los jóvenes crecen soñando con servir misiones, las familias oran juntas, y el templo es el corazón espiritual del país.

La fe no se vive a medias. En Tonga, el evangelio no solo se predica, se respira.

Más que estadísticas

Tonga no es el único país donde la Iglesia ha crecido notablemente. Imagen: Church News

Detrás de los números lo más importante son las vidas transformadas por el mensaje de Jesucristo. Tonga no es el único país donde la Iglesia ha crecido notablemente.

Otras naciones del Pacífico también muestran un fuerte compromiso con el evangelio: Samoa (42%), Kiribati (17%), las Islas Marshall (12%) y Polinesia Francesa (10%).

En Latinoamérica, Chile, Uruguay, Perú, Honduras y Bolivia destacan con comunidades de Santos cada vez más activas y consolidadas. Aunque sus porcentajes no sean tan altos, su influencia espiritual es profunda. La verdadera fuerza del evangelio no se mide en cifras, sino en la fe de las personas.

Una luz que se expande

Ser parte de una Iglesia global significa formar parte de una gran familia espiritual. Imagen: Masfe.org

El crecimiento de la Iglesia en lugares tan lejanos entre sí nos recuerda una promesa del Salvador:

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo”Mateo 24:14.

El evangelio no tiene fronteras. Lo que une a los santos en Tonga, Perú o México no es la geografía, sino el mismo testimonio de Jesucristo y el deseo de seguirlo. En cada rincón del planeta, hay alguien leyendo el Libro de Mormón, sirviendo a un prójimo o participando de la Santa Cena.

Ser parte de una Iglesia global significa formar parte de una gran familia espiritual, una que trasciende idioma, color o nacionalidad. En Tonga eso se vive con especial intensidad, pero ese mismo espíritu puede sentirse en cualquier rama o barrio del mundo.

El evangelio nos enseña que no importa dónde estemos, siempre podemos ser una luz para los demás. La fe que guía a los santos tonganos también puede guiarnos a nosotros: con humildad, servicio y amor por el Salvador.

En un mundo cada vez más dividido, el ejemplo de Tonga nos recuerda que cuando Cristo está en el centro, todo un pueblo puede reflejar Su luz.

Fuente: Church News 

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