En Doctrina y Convenios sección 89 tenemos una revelación dada al profeta José Smith en 1833. Esta revelación es conocida como la Palabra de Sabiduría.
Como una ley de salud para nuestro beneficio físico y espiritual, hay ciertas sustancias que no debemos ingerir o consumir debido a que no son buenas para nuestro cuerpo.
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Hay un punto en específico dentro de las sustancias que a menudo causan confusión. En DyC 89: 9 se nos dice que no debemos beber “bebidas calientes”.
La única interpretación oficial de los profetas sobre este término es la declaración hecha por los primeros líderes de la Iglesia la cual hace referencia al té y el café.
Esto quiere decir que la cafeína no se menciona específicamente como la razón por la que no consumimos estas bebidas.
Sin embargo, debemos tener presente este consejo que dio el presidente Boyd K. Packer:
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“La Palabra de Sabiduría fue ‘dada como un principio con promesa’ (DyC 89: 3)… un principio es una verdad perdurable, una ley, una regla que se puede adoptar como una guía para tomar decisiones. Por lo general, los principios no se explican en detalle.
Hay miembros que nos escriben para tratar de averiguar si esto o aquello va en contra de la Palabra de Sabiduría… enseñamos ese principio, acompañándolo con la promesa de determinadas bendiciones.
Hay muchas substancias que no se mencionan en la revelación que uno puede beber, masticar o inhalar, las cuales no sólo forman malos hábitos y adicción, sino que dañan tanto el cuerpo como el espíritu…
La obediencia a los consejos les llevará por senderos seguros en la vida”.- “La Palabra de Sabiduría: El principio y las promesas”.
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Como dijo el presidente Ballard, hay mucho que podría lastimar nuestro cuerpo y mucho que puede generar adicción, y, al igual que todo mandamiento, la decisión de cumplir con ello siempre estará en nosotros.
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