¿Alguna vez te has quemado un dedo con una olla caliente y observado el proceso de sanación?
Al principio, la quemadura puede ser dolorosa y fea a la vista, pero con el tiempo la herida sana, aparece una piel nueva y el dolor se desvanece.
Sin embargo… todavía recuerdas el dolor y evitas pasar por el mismo incidente en el futuro.
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El arrepentimiento es algo parecido. Puede que tome tiempo sanar de aquella experiencia y el dolor de los pecados pasados, pero gracias a la expiación de Jesucristo, esa sanidad se puede alcanzar.
A veces se necesita tiempo y esfuerzo para perdonarnos a nosotros mismos, pero al hacerlo, el recuerdo de la experiencia nos impulsa a no volver a pecar.
El presidente Spencer W. Kimball escribió:
“Aquellos que estén cargados de transgresiones, dolores y pecados pueden ser perdonados, limpiados y purificados si regresan a su Señor, aprenden de Él y guardan Sus mandamientos. Todos los que necesitemos arrepentirnos de las insensateces y debilidades del día a día también podemos participar de este milagro”.
Mediante la expiación del Salvador, tienes el poder de hacer todas las cosas que Dios quiere que hagas, incluso perdonarte a ti mismo.
A medida que te arrepientas sinceramente, mantengas tu vida limpia, continúes obedeciendo los mandamientos y llegues a conocer por ti mismo la misericordia del Salvador, el dolor que sientes al recordar tus pecados pasados, se desvanecerá.
Encontrarás sanación y la dulce paz del perdón.
Ora para perdonarte a ti mismo
Perdonarse a uno mismo nunca es fácil, incluso si nuestro Padre Celestial nos ha perdonado.
A veces tienes que orar un poco más para pedir la fuerza para lograrlo. Otras veces será necesario hablar con un líder o tus padres para encontrar paz.
Enfócate en hacer tu mejor esfuerzo
Perdonarse a uno mismo es una gran parte del proceso de arrepentimiento.
Una vez que Dios te ha perdonado por tus pecados, las escrituras dicen que gran parte de alcanzar el arrepentimiento radica en abandonarlos, lo que significa distanciarte lo más posible de ellos.
Enfócate en ser la mejor persona que puedes ser ahora en lugar de dejarte atrapar por el pasado. Una vez que te concentres solo en hacer el bien y vivir en rectitud, podrás perdonarte a ti mismo.
No seas duro contigo mismo
Si has cometido un error, como todos nosotros, no seas duro contigo mismo.
El arrepentimiento es algo hermoso y es posible.
Mediante la expiación de Jesucristo, todos podemos ser limpios. Podemos ser perdonados, podemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos.
Cuán bendecidos somos de tener segundas oportunidades. Cuán bendecidos somos al saber que podemos empezar de nuevo y recibir la fuerza para lograrlo mediante el Espíritu Santo.
Pídele ayuda a Dios
Si oras para ser perdonado y te sientes perdonado, debes orar para recibir consuelo. Te sentirás reconfortado.
Sé que el Espíritu Santo es un gran compañero y puede ayudarte con cualquier cosa con la que estés luchando.
Además, si todavía tienes dificultades para perdonarte a ti mismo, puedes recordar la siguiente promesa.
“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más”.- Doctrina y Convenio 58: 42
Mantente en el camino correcto
Cuando pasas por un túnel, ves todo oscuro.
Puede que sientas que vas en la dirección equivocada y te cause temor, pero cuando ves un atisbo de luz al final, recibes una sensación de calma y alivio.
Esto puede relacionarse con el Evangelio. Si nos perdemos, nos asustamos o nos dirigimos en la dirección equivocada, podemos acudir a nuestro Salvador, Jesucristo, en busca de perdón y consuelo.
Él está ahí para perdonarnos por los pecados que nos arrastran y ayudarnos a volver al camino correcto para que podamos vivir con Él nuevamente.
Si podemos recordar los mandamientos y el Evangelio en nuestra vida diaria, podemos vivir con nuestro Salvador y tener felicidad y gozo eternos.
Nuestro Padre Celestial y el Salvador desean que podamos llegar al reino celestial y vivamos con Ellos nuevamente.
Aunque el camino no es fácil, vale la pena.
Fuente: churchofjesuschrist.org