El poder del sacerdocio en la vida de una mujer soltera

poder del sacerdocio

Cuando servía como misionera de tiempo completo en la ciudad de Nueva York, pensaba que lo sabía todo sobre la fe y el sacerdocio. Con frecuencia enseñaba ambos temas, hasta que al leer “Discursos sobre la fe” aprendí un principio importante: la fe es mucho más que un pensamiento positivo.

Al estudiar las enseñanzas del presidente Harold B. Lee, aprendí que “la fe es la fuerza que activa el sacerdocio, y sin ella, el sacerdocio no es eficaz en nuestra vida”.

Llegué a la conclusión de que el Sacerdocio es una parte inherente de la vida y que, por tanto, la fe es un principio de poder que propicia la existencia de todo.

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“Este principio de poder, que existe en Dios, por el cual todos los mundos fueron creados, fue la fe. Todas las cosas existen por la fe, porque existe en Él”. -Primer discurso sobre la, alrededor de enero-mayo de 1835, parte 15

La fe nos da acceso al poder de Jesucristo, el poder que “existe en Él”. Es uno de los poderes que mantiene organizado el mundo. El otro poder es el poder del sacerdocio. Es un poder que existe dentro de nosotros, una manifestación del amor de nuestro Padre Celestial.

Recuerdo cuando vino mi padre a bendecir la casa en la que vivo actualmente. Como soy soltera, le pedí que viniera a ayudarme. En el momento de la bendición sentí su amor por mí y su apoyo. Sentí como si mi padre terrenal fuera el portavoz de mi Padre Celestial, quien sentía lo mismo por mí.

Poco tiempo después, mi padre falleció. Cuando me sentía sola y preguntaba en oración en dónde se encontraba, sentía en mi corazón ala respuesta de mis dos Padres: “Estoy aquí. Estoy siempre contigo”.

Al reflexionar sobre este sentimiento, pude identificarme con lo que aprendí sobre la fe y el sacerdocio durante mi misión. A menudo pensamos que el sacerdocio se limita a los hombres de la Iglesia o a una ordenanza específica. Ciertamente, el sacerdocio está presente en estos ejemplos, pero tampoco tiene límites terrenales.

Estudié el sacerdocio por invitación del presidente Nelson y, al leer Doctrina y Convenios 84, entendí las promesas del Señor:

misión

“Y también todos los que reciben este sacerdocio, a mí me reciben, dice el Señor; y el que me recibe a mí, recibe a mi Padre; y el que recibe a mi Padre, recibe el reino de mi Padre; por tanto, todo lo que mi Padre tiene le será dado”. -DyC 84:35, 37-38

Como mujeres solteras, podríamos pensar que el sacerdocio solo se aplica a nosotras cuando nos casamos o por medio de los líderes de la Iglesia, pero este pasaje nos ayuda a comprender que, tal como el Señor instruyó a los que poseen el sacerdocio, las personas que reciben y que guardan las ordenanzas y los convenios del sacerdocio también son bendecidos y tienen el derecho de recibir “todo lo que [el] Padre tiene”.

Templo de Buenos Aires, Argentina

Templo de Buenos Aires, Argentina

Ir al templo, hacer convenios con Dios y escuchar las impresiones del Espíritu Santo nos ayuda a recibir esas bendiciones. Desarrollar nuestra fe en el Salvador nos ayuda a alcanzar poderes de santificación, redención y sanidad. 

El poder del sacerdocio siempre está en nosotros, porque el Señor siempre está con nosotros y nunca nos abandona.

Fuente: Church News

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