En ocasiones solemos pensar en los milagros como algo grande y dramático, como cuando se abrieron las aguas del Mar Rojo o Jesús convirtió el agua en vino. Sin embargo, la mayoría de los milagros se llevan a cabo en silencio, incluso en la soledad.
La realidad es esta: Dios está muy al tanto de cada uno de nosotros y nos concede milagros todo el tiempo.
La pregunta ahora es: ¿Nos damos cuenta de ello?
Una perspectiva diferente
Al igual que las respuestas a las oraciones, es más probable que veamos los resultados cuando nuestros deseos se alinean con los de Dios.
Como cuando oramos pidiendo ayuda para ir al templo, por oportunidades servir o por más fe, no estamos orando por cosas terrenales; estamos orando por cosas de la eternidad y Dios está muy comprometido en ayudarnos con esos asuntos.
A veces, Él organiza eventos que no se pueden descartar como meras coincidencias. Cuando hacemos Su obra, Él nos abre Sus puertas.
¿Coincidencia?
Vivo en un lugar donde hay una gran población de ucranianos, muchos de los cuales son cristianos y han huido del comunismo en busca de libertad en los Estados Unidos.
Sin darme cuenta contraté a un hombre de ese país para hacer algunos trabajos en mi casa. Sentí la impresión de hablar con este padre de seis hijos acerca de nuestra fe y descubrí que él creía que los profetas sí existen en la actualidad. ¡Aquello fue maravilloso!
Quería darle una copia del Libro de Mormón, así que le pregunté si hablaba el idioma. Podía hacerlo, pero con mucho esfuerzo. El ruso o el ucraniano eran mucho más fáciles para él. Me expresó que regresaría en unos días por lo que oré al respecto.
Esa tarde, los misioneros de mi barrio me llamaron para compartir un mensaje espiritual. Al final de la llamada, mi esposo le pidió a uno de ellos que ofreciera una oración.
El élder comenzó y luego se detuvo diciendo: “Lo siento, comencé a orar en otro idioma”. Luego lo hizo de nuevo y esta vez en inglés.
Después de la oración, sentí la fuerte impresión de preguntarle en qué idioma había hablado. Hay más de 7,000 idiomas en este mundo.
No conocía la vida previa a la misión de este élder ni tampoco sabía de sus viajes, ni de su formación académica , pero cuando dijo “ruso”, mis ojos se llenaron de lágrimas. Por supuesto que era ruso.
¿Él podría conseguirme una copia del Libro de Mormón en ruso? Sí. ¿Estaba el Padre Celestial concediéndome un milagro? Sí, no cabía duda.
Este dedicado élder había aprendido ruso de un compañero anterior. Quizás también había sentido la impresión. Quizás se había preguntado por qué necesitaba aprender ese idioma. Pero ahora estaba claro: el Señor necesitaba una copia en ruso del Libro de Mormón para el hombre que conocí.
Oré agradeciendo ese humilde momento de confianza y por estar en el lugar correcto en el momento correcto.
Un milagro actual
Cuando le damos nuestro corazón al Señor, a pesar de todas nuestras debilidades, Él nos utiliza para lograr cosas grandiosas.
Ninguno de Sus profetas ha sido perfecto. De hecho, esta verdad se enfatiza en todas las Escrituras; cada vez que leemos acerca de un gran líder, se nos muestran los problemas y errores que cometieron. Incluso hoy en día se nos recuerda que nuestros líderes no son infalibles; son seres humanos.
Convertirse en profeta o apóstol no significa que su albedrío se haya eliminado y que ahora será perfecto en todo. Debemos recordar que todos nuestros líderes son seres humanos con sus propias debilidades. Demostramos fe en nuestro Padre Celestial cuando los honramos y obedecemos de todos modos.
Tal vez te preguntes, “pero qué tipo de milagro es este”, se trata de personas imperfectas que aún logran guiarnos como Dios lo desea.
Sin embargo, esto debe recordarte que a diario, cada uno de nosotros es testigo de otro milagro, que es así como funciona nuestra iglesia.
Seres imperfectos al servicio del Señor
A diferencia de la mayoría de las iglesias, no le pagamos a los obispos, maestros, directora del coro o a los misioneros. Cada congregación está literalmente dirigida por miembros con fe.
De hecho, en el momento en que crees que ya sabes cómo funciona tu llamamiento y sabes lo que estás haciendo, te asignan otro llamamiento. Alguien con menos experiencia toma tu posición, mientras que tú ocupas el lugar de alguien que también pensaba que tenía todo bajo control.
Nos mantienen humildes. Nos brindan posiciones que nos dan algo de incomodidad, pero nos ayudan a crecer y aprender, aquello es parte del plan.
A pesar de nuestra falta de preparación y capacitación, la Iglesia avanza y tiene éxito, crece. Bendice a millones de personas en todo el mundo con ayuda humanitaria, ofrece convenios de salvación y exaltación, construye templos, y une a las familias por la eternidad.
¡Es increíble todo lo que nosotros, los miembros imperfectos, podemos hacer! Y sí, creo que eso es un absoluto milagro.
Mira a las familias. No existe un padre o madre perfecto existe en la vida mortal, sin embargo, los hijos crecen y avanzan.
Una vez más, esta es la verdad: A menudo, nuestros esfuerzos necesitan un milagro y Dios nos lo concede.
Las personas se elevan y progresan a pesar de sus circunstancias. Dios interviene y las ayuda, Él eleva e inspira, auxilia y seca cada lágrima, y sana cada herida. Cuando trabajamos con Dios realmente podemos esperar milagros.
Detente y mira a tu alrededor. Analiza tu vida y las asombrosas “coincidencias” que has presenciado. Hoy es el día en que puedes dar gracias.
Hay muchos milagros que te rodean, ¿estás listo para verlos?
Fuente: Meridian Magazine