No puedo recordar un momento en que no haya sentido, al menos, un poco de temor por la Segunda Venida.
Cuando era niña, recuerdo haber aprendido que, antes de la Segunda Venida del Salvador, habría una gran cantidad crímenes, desastres naturales, hambruna y guerras. Recuerdo que solo pensé, “No, gracias. Eso suena como lo peor.” Discúlpame, pero ¿Dónde puedo librarme de eso? A veces pienso, “Oh, no quiero presenciar eso. Con suerte, estaré muerta,” y luego, siento nervios porque no quiero morir y en verdad, me gustaría ver al Salvador cuando vuelva.
Circulo vicioso.
Pero, últimamente, no me siento muy aterrada. Me refiero a que no voy a mentirte y decirte que no siento nervios sobre las señales de la Segunda Venida. De repente no estoy como, “Oh, ¿Terremotos? ¿Hambruna? No te preocupes. ¡Solo a los débiles les asustan esas cosas!” Pero, me he dado cuenta de que la realidad es esta: cualquier cosa aterradora que sucede ni siquiera se compara ligeramente con la gloria del regreso del Señor.
Y, a diferencia del adversario, el Señor no se olvida de Sus fieles.
En un artículo de la revista Ensign de 2005, el Élder Spencer V. Jones (ahora miembro emérito de los Setenta) escribió, “… muchos de nosotros nos sentimos nerviosos con respecto a la Segunda Venida. Al pensar en “el grande y terrible día del Señor” (DyC 2:1), podríamos tender a pasar por alto lo “grande” y acentuar lo “terrible.”
Continuó, “Tan terribles como suenen estas profecías, mantengámoslas en perspectiva. Esta condición de temor contiene una frase calificativa que indica que no se destina a los justos, sino a los malvados y a los que no se arrepienten. Por ejemplo, el versículo que precede inmediatamente al pasaje de las Escrituras mencionado es claro: ‘Y acontecerá que a causa de la iniquidad del mundo, me vengaré de los malvados, por cuanto no se arrepienten” (DyC 29: 17). Se profetiza una “plaga asoladora” para los habitantes de la tierra “si no se arrepienten” (DyC 5: 19)
Por supuesto, eso no significa que los seguidores de Cristo eviten todo malestar mundano, sino que significa que el Señor los defenderá y apoyará a través de cualquier dificultad. Podemos sentirnos seguros y calmar nuestros temores al saber que todo estará bien para aquellos que se esfuerzan por seguir al Salvador.
Dios puede protegernos
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Cuando consideramos los eventos que nos conducen a la Segunda Venida de Cristo y nos descubrimos sintiéndonos temerosos e inseguros, podemos encontrar consuelo al saber con certeza que una de las características más grandes e impresionantes de nuestro Salvador es Su habilidad para protegernos, sin importar cuan imposibles parezcan las circunstancias.
Consideremos este ejemplo de una escritora de este sitio, Gale:
Solo el Salvador sufrió la expiación infinita. Nuestro sufrimiento es finito y temporal, y las personas han sobrevivido a cosas imposibles con la ayuda de Dios.
Cuando vivíamos en Israel, caminaba a través de nuestra casa en la oscuridad total para encender una lamparilla, alrededor de las 11:30 de la noche, cuando todos estaban en cama dormidos y mi esposo estaba lejos en un viaje de negocios. Me dirigí a una entrada lateral hacia la segunda habitación en nuestra casa. Una luz ahí iluminaba dos habitaciones. Sin embargo, no había ido lo suficientemente lejos y no tenía idea de que estaba en la parte superior de las escaleras que conducían al sótano y al garaje. Toda la casa era de piedra. Me estiré hacia la pared derecha para oprimir el interruptor de la luz con mi mano izquierda, pero no estaba donde esperaba que estuviera, así que caminé unos pasos.
Si no sabes que estás en la escalera correcta y solo caminas hacia adelante, ¿con cuántos escalones te golpeas en tu camino hacia abajo? La gravedad solo te llevaría dándote golpes todo el camino.
A la derecha había un pared de piedra enyesada; a la izquierda, unas barras verticales de metal; en la parte inferior, un piso de cemento de 2.5 m2 y al frente, una pared. Era un espacio muy pequeño para caer sin que mi cabeza se tendiera en el último escalón. Fui sostenida a lo largo del espacio y di una vuelta completamente para que mis caderas cayeran en el lugar en que la pared se encontraba con el suelo. Y, luego, mi torso se curvó de tal manera que mi cabeza golpeó el suelo en lugar del filo de las escaleras de piedra. Tuve una conmoción cerebral y se me rompió una uña. El Señor dijo en una siguiente bendición que “mi vida estaba en equilibrio.”
En verdad, eso cambió todo para mí. Pude haber caído de un avión y el Señor todavía podría haberme salvado. Desde entonces, escuché muchos casos en que las leyes de la física se combinaron para salvar a alguien. No importa si se trata de un terremoto o una tormenta, de una hambruna o de una enfermedad.
Espera un segundo mientras levanto mi mandíbula del suelo. Cuando se trata de nuestro Salvador, cada “no puedo” se convierte en un “puedo,” cada obstáculo insuperable se convierte en algo que se puede alcanzar y cada pizca de miedo y duda se reemplaza con paz y esperanza.
Los ángeles son reales y nos cuidan
En su libro Accomplishing the Impossible: What God Does, What You Can Do, el Presidente Nelson compartió una experiencia en la que también fue protegido por el Señor a través de Sus ángeles.
El Señor les hizo una promesa a aquellos que se comprometieron fielmente en Su servicio. Él dijo: “Iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros.”
Mi esposa Wendy y yo somos los beneficiarios de esa promesa. En una oportunidad, unos hombres armados nos atacaron con una intención maliciosa. Nos dijeron cuál era su propósito: secuestrarla y matarme. Después de que nos molestaron maliciosamente con esos objetivos, sus planes se frustraron totalmente. Un arma que apuntó a mi cabeza y no disparó. Y, mi esposa fue liberada repentinamente de su horrible captura. Luego, desaparecieron tan rápido como aparecieron. Gracias al Padre Celestial, fuimos rescatados de un posible desastre. Sabemos que los ángeles alrededor de nosotros, nos protegieron. Sí, la preciosa promesa del Señor fue invocada en nuestro nombre.
Otros ángeles también están trabajando. A menudo, los miembros son “ángeles” para el prójimo en necesidad. Los hermanos ministrantes, como personas comunes, frecuentemente prestan un servicio que parece angelical para los que lo reciben. Los jóvenes que dejan silenciosamente dulces caseros en el umbral de una puerta o experimentan la alegría del servicio anónimo hacia los demás. Me encuentro entre los muchos que a menudo se han referido a los actos amorosos de una “madre angelical” o una “esposa angelical” o el invaluable amor de los “niños angelicales.”
¿Creemos en los ángeles? ¡Sí! Creemos en los ángeles, mensajeros celestiales, que se pueden ver y no se pueden ver; y los ángeles terrenales que saben a quién ayudar y cómo ayudar. Los mensajeros del Evangelio, o ángeles, pueden incluir personas comunes como tú y yo.
Que los ángeles, conocidos y desconocidos, te sirvan y te protejan a lo largo del peligroso viaje de la vida.
Así como el Señor tuvo un plan para Su futuro profeta, Él tiene un plan para cada uno de nosotros, y con Él, nada es imposible. Quizá Pablo lo dijo mejor cuando escribió, “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos…” Nuestro Dios es un Dios de milagros y en verdad, Él puede protegernos contra todo pronóstico si es su voluntad.
No os turbéis
Cuando suceden cosas escalofriantes en el mundo, tiendo a entrar en pánico. Siento temor de ir a cualquier lado, hacer cualquier cosa o perder de vista a mis seres queridos por un solo segundo. Pero, a partir de mi experiencia, ¡esa es una manera tan infeliz de vivir! Con el Señor de nuestro lado, podemos encontrar la felicidad sin importar las circunstancias externas. Podemos estar seguros de que todas las cosas trabajarán juntas para nuestro bien, ya sea que correspondan en este momento, más adelante o incluso en el mundo venidero. Tener una perspectiva eterna en medio de las pruebas impredecibles de la vida y el caos interminable del mundo hace toda la diferencia.
Con respecto a la locura que proseguirá a la Segunda Venida, el Señor instruyó, “no os turbéis” – y si hay alguien en quien se pueda confiar, esa persona es Jesucristo. Si Él dice que no debemos temer ni turbarnos, no debemos hacerlo. Si Él dice que nos cuidará, Él lo hará. Si Él promete que todo estará bien, así será.
Cuando se trata del regreso del Señor o cualquier otra cosa que nos causa temor, confiar en Él es todo lo que debemos hacer para silenciar nuestros temores.
Artículo originalmente escrito por Amy Keim y publicado en thirhour.org con el título “I’m Terrified of the Second Coming.”