¿Por qué tenemos que prestar servicio a las personas que detestamos?

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Para aquellos de ustedes que se preguntan por qué escribí un artículo titulado así, hay una razón sencilla para esto.

Se nos enseña que debemos amar a quienes nos rodean, tratar a todos con bondad… pero a veces eso es tan difícil, sobre todo con personas con las que no nos llevamos bien. 

A todos nos resulta fácil servir a quienes amamos, pero servir a quienes nos desagradan es todo lo contrario. Es por eso que debemos esforzarnos por amar a esas personas.

Deberíamos tener caridad hacia todos los Hijos de Dios, pero el hombre natural a menudo toma las riendas y nos hace desarrollar sentimientos que no están en sintonía con las enseñanzas de Cristo. 

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Podemos esforzarnos por descubrir cómo eliminar dichos sentimientos.

Ahora, no estoy aquí para hablar sobre las formas en que podemos servir. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene muchos recursos para quienes desean saber más de esto. 

Yo deseo hablar del porqué; porqué tenemos que servir a las personas que detestamos.

1. Servir es un mandamiento

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Muchos de nosotros conocemos la parábola de las ovejas y los cabritos que se encuentra en Mateo 25. 

El Hijo del Hombre divide a todas las naciones en dos, y a Sus ovejas, les agradece por el servicio que le prestaron. 

Las ovejas, claramente confundidas, le preguntaron cuándo le habían servido a Su Señor.

“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Pero a los cabritos, el Señor los envía al “castigo eterno” porque no sirvieron. De esta parábola, entendemos que debemos servir a los demás si queremos heredar el Reino de Dios.

El servicio no puede considerarse servicio si solo servimos a aquellos que amamos
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Observa cómo el Señor dijo “a mis hermanos más pequeños” y no “a los que aman”. Porque verdaderamente, el servicio no puede considerarse servicio si solo servimos a aquellos que amamos. 

Necesitamos recordar que Jesús dijo:

“Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.

Si queremos guardar todos los mandamientos, debemos amar y servir a quienes detestamos o nos desagradan.

2. Dios es amor

El propósito de la vida es esforzarnos por ser mejores. 
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¿Cuántos de ustedes han memorizado 1 Juan 4:16? 

Les daré unos segundos

1… 2… 3… 4… 5…

Está bien, se acabó el tiempo. Esta es la respuesta.

“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”.

Sabemos que Dios es amor, que es la encarnación y personificación del amor verdadero y desinteresado. 

libro de mormón

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En el capítulo 5 de Mateo, se nos manda a ser “perfectos, como [nuestro] Padre que está en los cielos es perfecto”.

Ser perfecto como Dios debería ser nuestro objetivo final en esta vida. ¿Es alcanzable? No. Pero el propósito de la vida es esforzarnos por ser mejores. 

Necesitamos tener ese amor desinteresado por los demás si queremos ser más como Dios.

3. El odio aleja el espíritu

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En Helamán 4 leemos que “el Espíritu del Señor no habita en templos impuros”, y en 1 Corintios 6, llegamos a conocer que nuestros cuerpos son templos.

Ahora, la definición de la palabra “impuro” es “pecaminoso” o lleno de pecado. La definición de “pecado” es “una transgresión contra la ley de Dios”. Sabemos que amar a nuestros enemigos es una ley divina.

Con todo esto, la escritura en Helamán 4 también podría decir “el Espíritu del Señor no habita en [aquellos que odian a sus enemigos]”.

Pero pensemos en esto por un momento. De las Escrituras aprendemos los diferentes roles que tiene el Espíritu del Señor.

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Él testifica de la verdad. Él es el Consolador. Nos guía lejos del peligro físico y espiritual y hacia la alegría y la luz. Es su poder el que nos santifica cuando nos arrepentimos de nuestros pecados.

“Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros”. – 3 Nefi 11:29

¿No haríamos todo lo que esté a nuestro alcance para mantener al Espíritu Santo con nosotros?

4. Amar a aquellos a quienes servimos nos hace mejores personas

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“No me agrada ese hombre. Tengo que llegar a conocerlo mejor”. – Abraham Lincoln

Esta cita es una de mis favoritas. Con mucha frecuencia juzgamos a los demás con una rapidez y facilidad inconfundible solo porque no los conocemos.

Solo vemos un aspecto de una persona que tiene mucha profundidad y complejidad. ¿Y cuál es la mejor manera de llegar a amar a alguien? Por el servicio.

El Libro de Mormón dice que “la caridad es el amor puro de Cristo”, y la definición moderna de caridad es donar a los necesitados. En esencia, servir a los demás mediante la donación.

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Pero estás donaciones no son solo materiales, se trata de nuestro tiempo, nuestra paciencia, nuestro amor y comprensión y mucho más.

Cualquier acto de servicio abre nuestro corazón a aquellos a quienes servimos. Después de todo, servimos en realidad a nuestro Señor. 

Cuando nos dedicamos a ayudar a los que no nos agradan, nuestro corazón se abre para desarrollar la misma caridad que Cristo tiene por nosotros.

Podemos desarrollar ese mismo tipo de amor que le permite al Señor mirar el corazón de todas las personas.

5. Todos somos hijos de Dios

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“I Am a Child of God” por Howard Lyon

Los Niños de la Primaria lo cantan y con frecuencia, los jóvenes y los adultos también lo hacen.

La creencia de que somos literalmente hijos de Dios es fundamental para las enseñanzas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Como el Padre perfecto que es, Dios ama a cada uno de Sus hijos y nosotros debemos esforzarnos por hacer lo mismo.

Ciertamente no soy perfecto al amar y servir a quienes no me agradan. Incluso a veces me resulta difícil servir a mis hermanos, pero sé que Dios nos lo ha pedido para que a través de nosotros ellos puedan sentir Su amor.

Sé que Él nos proporcionará una manera de amar a aquellos a quienes sentimos que nunca podremos amar. Sé que nuestro corazón crecerá para incluir a todos los hijos de Dios, siempre y cuando estemos dispuestos a intentarlo.

“Para servir a los demás de forma eficaz, debemos verlos a través de los ojos de un padre, a través de los ojos del Padre Celestial”. – Dale G. Renlund

Fuente: thirdhour.org

Comentarios
Me libero de mi modo de pensar de mi ignorancia
Magdalena

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