A diario interactuamos con todo tipo de personas; entre ellas, nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos y líderes.
Estas relaciones, si no se manejan bien, pueden generar algunas dificultades para nuestra salud mental.
Es por ello que Steve Kittelson, un escritor de una famosa revista de EE.UU., nos comparte su experiencia como matrimonio misionero en BYU-Hawái y un tema en particular que afectaba la salud mental de muchos de los matrimonios que asesoraba: Lavar los platos.
Veamos cómo esta situación se puede usar para solucionar cualquier problema que pueda afectar nuestra salud mental. Además, podemos aprender grandes e importantes principios que se relacionan con ello y nuestra salud mental.
Mientras servíamos en nuestra primera misión de casados en BYU-Hawái, tres matrimonios jóvenes vinieron a buscar consejo sobre el mismo asunto:
“Mi esposo (o esposa) no lava los platos a tiempo; deja los platos sucios en el lavadero por horas o incluso días. La pila de platos crece tanto que algunas veces se llena de gusanos”.
Cuando ves y piensas en esto, te preguntas:
“¿Realmente el problema son los platos o hay algo más?”
En el apartamento misional que se nos ha asignado tenemos un lavaplatos. Este lavaplatos mide 1.80m de altura, es zurdo, tiene el cabello gris, usa lentes y se parece mucho a mí.
A mi maravillosa compañera le gusta cocinar y le toma entre 20 y 30 minutos preparar una deliciosa cena.
He aprendido que lavar los platos toma más o menos 6 minutos.
Entonces ¿qué tiene que ver esto con la salud mental?
¿Si hay algo más que se puede hacer? ¿Qué podemos hacer de manera diferente?
- ¿Qué pasaría si me ofrezco a lavar los platos incluso si no me toca?
- ¿Qué pasaría si hago un plan para el futuro enfocado en lo que necesito ahora?
- ¿Qué pasaría si confío en el Señor y le entrego todas mis preocupaciones?
“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. –Mateo 11:29-30
- ¿Qué pasaría si mantengo relaciones apropiadas y desarrollo conexiones emocionales sanas?
- ¿Qué pasaría si veo el bien en los demás a pesar de sus debilidades y las mías?
El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó la manera en que debemos ver a las personas:
“Ese es el amor inefable que el Padre Celestial siente por nosotros. Es la compasión sin límites que nos permite ver a los demás más claramente por quienes son.
Mediante la lente del amor puro, vemos seres inmortales de potencial y valor infinitos, y amados hijos e hijas del Dios Todopoderoso”.
- ¿Qué pasaría si sigo haciendo el bien todos los días incluso cuando estoy física, emocional o espiritualmente cansado?
En el manual para la “Adaptación a la vida misional” hay diversas invitaciones con respecto a lo que podemos hacer:
- Hazte amigo de tu compañero. Compartan ideas, sírvanse el uno al otro, ayúdense y, sobre todo, perdónense.
El élder Jeffrey R. Holland nos enseñó que el perdonar no solo puede liberar a otras personas, sino también a nosotros mismos:
“A pesar de las ofensas más terribles que nos puedan sobrevenir, solo podemos elevarnos por encima de nuestro dolor al poner los pies en la senda de la sanación real.
Tal senda es la senda del perdón que anduvo Jesús de Nazaret, quien nos invita a cada uno de nosotros: “Ven, sígueme”.
El guardar sentimientos de rencor u odio obstruye que el poder milagroso de la sanación se realice en nuestras vidas; obstruye al Espíritu del Señor
- Ayuda a alguien más. Sonríele a las personas, ayúdalas y ofréceles servicio.
- Escucha para entender, y ofrece apoyo y ánimos.
- Planifica bien cada noche, así al día siguiente tendrás buenos ánimos y serás productivo.
- Revisa tu plan con el Señor en oración. Escribe impresiones o ideas que vengan a tu mente mientras oras y prepárate para actuar en función a ellos.
Por favor, recordemos que, sí, es cierto que tenemos problemas y dificultades en nuestro día a día, pero el Señor nos ha dado una fórmula para sobrellevarlos y superarlos: ayudar a aquellos que tengan cargas más pesadas.
Jamás olvidemos nuestro compromiso como amigos, hermanos y miembros de la Iglesia del Señor.
“…y ya que deseáis entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras”.-Mosiah 18:8
- Haz todo lo que puedas con ánimo y deja que Dios haga la diferencia.
- Concéntrate en ayudar y ministrar a otros.
- Saluda a las personas siempre. Agradéceles por las cosas que aprecias de ellos.
- Busca maneras de servir a los demás. Mira más allá de tus propios sentimientos negativos y ministra a aquellos que necesitan unas cuantas palabras amables, y hazlo con caridad y amistad.
“Y así como queréis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. -Lucas 6:31
De esta manera podremos superar nuestros problemas con nuestra pareja, familia, e incluso amigos; pues todo se basa en un solo principio: el amor.
“…y el amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios”.-Marcos 12:33
Fuente: Meridian Magazine