Son sagrados, confidenciales y no debemos revelarlos.
Pero eso no significa que no podamos meditar sobre su significado. Ni evitar preguntarnos su rol en nuestra preparación hacia la eternidad.
Hablamos de los signos y señales del santo sacerdocio que aprendemos durante la sesión de investidura en el templo. Un conocimiento que, incluso para los miembros con mayor tiempo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, puede resultar abrumador por la cantidad de información nueva que recibimos.
Sobre estas señales, signos y otros cultos que efectuamos en el templo, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
“Desde la antigüedad, los hombres y las mujeres han adoptado la música sacra, diferentes formas de oración, vestimentas religiosas simbólicas, gestos y rituales para expresar sus sentimientos más íntimos de devoción a Dios”.
Si bien todo este conocimiento puede resultar muy distinto al que acostumbramos a experimentar durante los servicios religiosos semanales regulares, al contemplar el significado espiritual de estos símbolos, encontramos una cercanía a Dios que calmará cualquier incomodidad que surja con la novedad de esa experiencia.
Un compromiso del cielo

Las promesas del templo son por la eternidad. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
El presidente Brigham Young describió la investidura del templo así:
“La investidura consiste en recibir todas las ordenanzas necesarias para regresar al Padre, pasando por ángeles que están de centinelas, y darles las palabras clave, los signos y las señales del santo sacerdocio, y obtener la exaltación eterna”.
La referencia del profeta Young al uso de “señales y símbolos” en la investidura se considera uno de los aspectos más sagrados del ritual del templo y, por lo tanto, no se suele hablar de ello fuera del templo.
Sin embargo, de acuerdo con las pautas del élder Bednar en su discurso “Preparados para recibir cuanto fuere necesario”, hay algunos aspectos generales que podemos compartir para nutrir este sagrado conocimiento sin violar su confidencialidad.
Las señales y los símbolos no tienen valor ni significado por sí mismos.
Solo tienen significado como símbolos de compromiso con los valores o promesas que representan; es decir, los 5 convenios principales que efectuamos en el templo (ley de la obediencia, ley de sacrifico, ley del evangelio, ley de castidad y ley de consagración).
Ya que, después de prometer que cumpliremos cada convenio, presentamos estas señales y símbolos como una confirmación adicional de que cumpliremos esos convenios del templo.
Figurativamente, al efectuar estos signos, damos nuestra firma espiritual al Padre de que cumpliremos con estas sagradas promesas. Sin embargo, son más que un garabato legal sellado en la Tierra, pues los hemos recibido de Dios desde los cielos.
Protección hoy y por la eternidad

Los compromisos del templo son sagrados. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Nuestros convenios también vienen con promesas de mantenerlos en privado. Cuando nos comprometemos a nunca revelar los signos y las señales que recibimos, se pone a prueba nuestra integridad.
Así como prometemos guardarlos como sagrados y privados, también debemos mantenernos puros para ingresar nuevamente al templo y volver a efectuar estos símbolos. Son entre nosotros y Dios, y Él sabe, mejor que nadie, si los estamos cumpliendo o no.
Estos signos y señales son símbolos de nuestros convenios, y solo aquellos que han guardado sus convenios los recordarán cuando se enfrenten a esos ángeles centinelas, sin importar cuántas veces hayan pasado por una sesión de investidura en la Tierra para aprenderlas.
Sobre la santidad de estos convenios, el élder Boyd K. Packer, quien fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó:
“Para todos nosotros, la vida es un viaje de regreso a casa, a la presencia de Dios en Su reino celestial. Las ordenanzas y los convenios se convierten en nuestras credenciales para ser admitidos en Su presencia”.

Los templos son santuarios divinos en el mundo. Créditos: Jeffrey D. Allred, Deseret News
Los signos y las señales del sacerdocio son afirmaciones de esas credenciales. Cuando las usamos en el templo, podemos reflexionar sobre los convenios que acabamos de efectuar. Y al ser fieles y leales a esas promesas, aseguramos la protección y las bendiciones de Dios.
El presidente Joseph Fielding Smith lo ejemplificó magistralmente con estas palabras:
“Si vamos al templo, levantamos la mano y hacemos convenio de que serviremos al Señor y observaremos sus mandamientos y nos mantendremos sin mancha del mundo. Si nos damos cuenta de lo que estamos haciendo, entonces la investidura será una protección para nosotros durante toda nuestra vida, una protección que no tiene un hombre que no va al templo.
“He oído a mi padre decir que a la hora de la tentación, pensaba en las promesas que había hecho en la Casa del Señor, y que eran una protección para él (…) Esa protección es para lo que sirven estas ceremonias. Nos salvan ahora y nos exaltan en el más allá si las honramos. Sé que se nos da esa protección, porque yo también la he comprendido, al igual que miles de otras personas que han recordado sus obligaciones”.
Probablemente, en esta vida, jamás logremos entender a profundidad el significado detrás de los signos y señales que aprendemos en el templo. Pero al efectuarlos con regularidad en la Casa del Señor y, especialmente, al cumplir las promesas que las acompañan, tendremos la completa certeza de Su divina protección.
Fuente: Meridian Magazine