Pregunta
Ha sido un año difícil, he tenido depresión y pensamientos de suicidas. Recientemente, después de comentarle a mi cuñado, me dijo que no soy digno de entrar en el templo o tener una recomendación.
¿Qué han dicho las autoridades generales sobre ser digno para entrar al templo cuando una persona tiene pensamientos suicidas?, ¿realmente soy indigno?
Respuesta
Realmente lamento mucho escuchar que has estado luchando con la depresión y la ideación suicida. También conozco a alguien cercano a mí que ha pasado por eso y es muy difícil.
Quiero que sepas que tu cuñado está totalmente equivocado. La depresión y los pensamientos suicidas no son un reflejo de tu dignidad como miembro.
Algunas personas piensan erróneamente que los sentimientos de tristeza y depresión surgen únicamente por el pecado, pero en realidad hay muchas otras razones completamente diferentes que pueden desencadenar estos sentimientos y no tienen nada que ver con tu valor como persona.
¿Sabías que el presidente George Albert Smith tuvo depresión?
Cuando fue apóstol, hubo un periodo desde 1909 a 1912 en el que no pudo hacer lo que el Señor le había mandado. Estuvo postrado en una cama la mayor parte de ese tiempo, lo cual era considerado como un caso grave de depresión.
Más tarde se recuperó y llegó a ser presidente de la Iglesia. Claramente, su depresión no fue un problema de valía. El presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, lo mencionó:
“El élder George Albert Smith, siendo el último uno de los hombres más generosos y cristianos de nuestra dispensación que luchó con depresión recurrente por varios años antes de llegar a ser el universalmente amado octavo profeta y Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.
Cuando uno tiene depresión, es importante sentir esperanza y aferrarse a la vida. Por esa razón, te animo a que asistas al templo para que puedas sentir el amor que el Padre tiene por ti.
A menos que tu cuñado sea tu obispo, él no tiene derecho ni su mayordomía para decirte que no eres digno de asistir al templo o de tener una recomendación. Te animo a hablar con tu obispo.
Cuando te sientes en su oficina, será como si estuvieras hablando directamente con el Salvador a través de tu obispo.
He sentido que el Espíritu testifica eso en más de una ocasión (con obispos diferentes). Así que te animo a sentarte con él y permitir que te asegure que Dios te ama y que la depresión no te hace indigno.
También te recomiendo encarecidamente que busques ayuda profesional, el élder Holland, también recomienda esto.
En su discurso “Como una vasija quebrada”, dijo:
“Si las cosas continúan debilitándolos, busquen el consejo de personas certificadas y con buena reputación, aptitud profesional y buenos valores. Sean sinceros con ellos acerca de su historial y sus dificultades.
Consideren con espíritu de oración y de manera responsable el consejo que les brinden y las soluciones que les prescriban. Si tuvieran apendicitis, Dios esperaría que pidieran una bendición del sacerdocio y que obtuvieran la mejor atención médica disponible; lo mismo se aplica a los trastornos emocionales.
Nuestro Padre en los Cielos espera que usemos todos los maravillosos dones que Él nos ha proporcionado en esta gloriosa dispensación”.
Hay muchos consejos y consuelo en este discurso, te animo a que leas todo este discurso.
Recuerda que la depresión miente. Te dice que siempre sentirás el dolor que tienes ahora, pero eso no es verdad. Los sentimientos son como olas, vienen y van. Algunas depresiones duran mucho tiempo, pero eventualmente dan paso a días mejores.
Sobre esto, élder Holland dijo:
“Fielmente sigan las buenas prácticas de devoción que invitan al Espíritu del Señor a sus vidas. Busquen el consejo de los que poseen las llaves de su bienestar espiritual. Pidan y atesoren las bendiciones del sacerdocio. Participen de la Santa Cena cada semana y aférrense a las promesas de perfección en la expiación de Jesucristo.
Crean en los milagros. He visto suceder muchos de ellos cuando todo otro indicio decía que ya no había esperanza. La esperanza nunca se pierde.
Si esos milagros no llegan enseguida, plenamente o nunca llegan, recuerden el angustiado ejemplo del Salvador: Si la amarga copa no pasa de nosotros, bebámosla y seamos fuertes, confiando en días más felices por delante”.
Fuente: Ask Gramps