Al ver a Coco Berthmann hoy en día, uno ni siquiera pensaría que ella fue víctima de la trata de personas. Ella luce como cualquier otro estudiante en el campus de LDS Business College en Salt Lake City, Utah.
La joven tiene un ligero acento alemán y un cuerpo de bailarina que brilla en el escenario, motivando a la audiencia con su contagiosa energía y su pasión por la vida.
Ella comparte su testimonio del amor de Dios y Su mano en nuestras vidas sin mucho esfuerzo, es difícil creer que sólo fue bautizada en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días hace menos de dos años.
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Sin embargo Coco no es como los demás estudiantes. Coco es una sobreviviente, y tiene la misión de combatir los horrores de la trata de personas que ella conoce a la perfección.
El único recuerdo de su vida anterior en Alemania es un pequeño tatuaje en su mano izquierda, tatuado en su piel por sus captores para indicar a qué banda de tráfico sexual pertenecía. Coco decidió quedarse con ese tatuaje como un recordatorio para “pelear la buena batalla”, como ella lo llama, para terminar con la trata de personas y educar e inspirar a otros a involucrarse.
Como muchos niños nacidos en ese tipo de vida, Coco fue traficada por su propia madre. Durante sus primeros 15 años, Coco sólo conoció la vida como parte de una red de tráfico sexual.
“La música fue mi lugar seguro, y había canciones específicas que me ayudaron a atravesar las cosas difíciles. Podía escapar en mi mente, con la letra y la melodía, cuando me sucedían cosas malas.”
Coco compartió que la música desde que era pequeña fue para ella una prueba de que había un Dios, por que siempre sintió el deseo de aprender más sobre Él.
“Fue gracias a mi hermana que tuve, de alguna manera, una relación con Dios. Obviamente [yo] no sabía mucho. Siempre creí en algo, siempre supe que había algo más grande en este mundo.”
Su hermana mayor fue asesinada a los 14 años. Los traficantes la mataron por intentar escapar. Fue después de la muerte de su hermana que supo que debía de hacer algo. Coco planeó cómo escapar.
Fue el 2 de noviembre de 2009, a la edad de 15 años, gracias a unos pocos segundos de valor que experimentó en medio de la noche que ella logró escapar.
“Después de escapar, tuve muchas ganas de encontrar una iglesia a la que pudiera asistir. Siempre estaba viendo películas y todas esas películas americanas donde personas similares iban a la iglesia los domingos. Yo realmente quería tener eso en mi propia vida.”
A pesar de sus deseos por encontrar una iglesia, ella no sabía a dónde ir. Sin embargo Coco comenzaría su nueva vida en Estados Unidos.
Un día Coco se encontró en la Manzana del Templo de Utah, como parte de su programa de requisitos para la universidad, en un evento con una transmisión especial de Music and the Spoken Word.
Coco nunca había oído hablar de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Nunca había oído hablar de Utah.
“Siempre había sentido que no pertenecía. Que no tenia un lugar ni un hogar al que pertenecer. Y de repente, estaba en la Manzana del Templo y me sentí completamente en casa, en un lugar en el que nunca había estado.”
Ella compartió con lagrimas que escuchó como una voz le decía: “Estás en casa.”
Unas misioneras vieron cuán afectada estaba Coco y se acercaron a ella. Sin embargo, Coco definitivamente no estaba interesada en su libro o en darles su número. ¡Ella pensó que era raro que personas extrañas incluso lo preguntaran! Toda la experiencia en la Manzana del Templo la dejó confundida por lo que había experimentado.
“Tomé la decision de aprender más sobre le Evangelio gracias a que conocía otra persona estando en Salt Lake, que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Nos hicimos muy buenas amigas.”
Su amiga era su profesora de historia en Utah. Cuando ella supo que Coco estaba en un orfanato en Bulgaria en diciembre de 1993, en el periodo que su mamá la abandonó hasta antes de que regresara por ella para traficarla, ella empezó a llorar incontrolablemente.
Coco no tenía idea de por qué su amiga estaba llorando. La profesora le explicó que no sólo había servido su misión en Bulgaria, sino que sirvió su misión de 1992 a 1994. Y que en diciembre de 1993, esta misionera y su compañera pasaron la época de Navidad visitando orfanatos, consolando a los bebés y niños.
Ella había visitado el orfanato de Coco. Ella había ayudado a Coco cuando era una bebé.
Coco y su nueva amiga, a la que conocía desde hacía menos de dos meses, se habían conocido por primera vez hace casi 24 años antes, pero en Bulgaria, ella como una recién nacida y la profesora como una hermana misionera.
Coco llamó de inmediato por teléfono a los misioneros, pidiendo que la bautizaran lo antes posible. Tres semana después ella fue bautizada, un 27 de mayo de 2017.
La sorprendente revelación significaba todo para Coco. Ahora entendía por qué se sentía como en casa en la Manzana del Templo.
“¡Tuve el Evangelio toda mi vida! …Tuve las bendiciones del Evangelio toda mi vida. En Bulgaria, tenía el Evangelio. Tuve que pasar por mucho, pero tenía esas bendiciones y Dios se aseguró de que vaya en el camino correcto… Sentí que pertenecía y que estaba en casa y luego entendí por qué.”
Coco testifica de la veracidad del plan de salvación, comparte que es un recordatorio de lo mucho que Dios nos ama.
“Creo que Dios quiere que yo y todos los demás en esta vida encuentren esperanza, sanación y felicidad. Lo he encontrado en el Evangelio. He encontrado un hogar. Eso es lo que significa el Evangelio para mí.”
Este artículo es una adaptación y fue escrito originalmente por Ashli Kristine y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “The Miracles That Helped This Sex Trafficking Survivor Stay Alive, Find the Gospel”