Hay días en los que todo parece en silencio. Oramos, buscamos respuestas, pero sentimos que el cielo no responde. A veces cuesta comprender el amor perfecto de Dios cuando no lo vemos ni lo sentimos de inmediato.
En un episodio del pódcast Out of the Best Books, la autora y psicóloga Wendy Ulrich compartió una idea sencilla que puede cambiar la forma en la que entendemos esos momentos. Ella lo resumió en tres palabras que podemos guardar como recordatorio en el corazón:
“Dios vuelve siempre.”
Como un niño que aprende a confiar

Wendy compara esta experiencia con lo que vive un bebé cuando sus padres salen de la habitación. Al principio, el niño se asusta y llora porque no entiende que ellos siguen existiendo aunque ya no los vea. Con el tiempo, el pequeño aprende a confiar en que sus padres regresan, y esa certeza le da seguridad.
Nuestra relación con Dios puede ser parecida. Aunque a veces sintamos que Él está distante, podemos aprender a confiar en que siempre vuelve. Y en ese proceso también descubrimos que parte de Su fortaleza y Su amor ya están dentro de nosotros.
Lecciones en la espera

Dios nunca nos abandona, pero sí permite que enfrentemos silencios y pruebas que fortalecen nuestra fe. Tal como un niño aprende a esperar, nosotros también aprendemos a confiar más allá de lo inmediato.
Wendy explica que esto se parece al principio de gratificación diferida. Queremos respuestas ya, pero el Señor nos enseña que algunas bendiciones requieren tiempo, paciencia y preparación. En ese camino vamos descubriendo lo que realmente deseamos y valoramos en nuestra vida espiritual.
Mirar hacia atrás para seguir adelante

Cuando nos cuesta confiar en Su plan, podemos recordar experiencias pasadas. Hay momentos en los que ya hemos visto la mano de Dios en nuestra vida o en la vida de quienes amamos. También tenemos las Escrituras, llenas de historias de hombres y mujeres que pensaron que todo estaba perdido y luego vieron cómo Dios “volvía” con poder y amor.
Jesucristo mismo enseñó este principio con Su ejemplo. Para Sus discípulos, la cruz parecía el final. Pero el tercer día vino la victoria sobre la muerte. Dios volvió, y lo hizo con las manos extendidas en amor.
Una invitación personal
La próxima vez que sientas que Dios está en silencio, recuerda estas tres palabras:
Dios vuelve siempre.
Tómate un momento hoy para pensar en una experiencia pasada en la que sentiste Su amor de nuevo. Esa memoria puede convertirse en tu ancla de fe para los momentos en que el cielo parezca lejano.
Fuente: LDS Living



