“La única Iglesia verdadera”: cómo compartir nuestra fe sin caer en soberbia

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“Solo repiten que son ‘la única Iglesia verdadera’, no siento nada especial, la verdad”, me respondió una chica muy amigable que conocí al exterior del templo cuando le invité a participar de nuestra reunión de testimonios.

Poco le pude refutar en aquel momento. Porque, con casi dos décadas como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, esa debe ser la frase que más he escuchado cuando, cada primer domingo, tenemos la oportunidad de expresar nuestro testimonio ante todos los presentes en el púlpito.

dar testimonio

Seamos ejemplos en palabras y acciones. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Aunque se nos ha llamado a proclamar el evangelio de Jesucristo a toda nación, tribu y lengua, y se nos insta —como declaró Pablo en su primera epístola a los Romanos— a no avergonzarnos de la palabra de Dios, nuestra convicción de compartir la doctrina puede, a veces, tornarse en petulancia o altanería. 

Un enfoque de “nosotros contra ellos”, donde tenemos la necesidad de recalcar que somos los únicos con la verdad, mientras el resto vive en la mentira y el engaño. 

Durante mi misión, por ejemplo, noté que algunos élderes y hermanas, a menudo, se afanaban en señalar los aspectos negativos de las creencias de los demás, en lugar de resaltar los aspectos positivos de la Restauración. 

¿Cómo presentar nuestro mensaje?

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El evangelio es de amor y conciliación. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Todos los misioneros Santos de los Últimos Días se enfrentan finalmente al problema de cómo transmitirán a los demás el mensaje de la Restauración de la Iglesia de Jesucristo. Porque tener “más verdad”, a veces, crea problemas de superioridad y ego.

Ya que los amigos potencialmente interesados, los que aparentemente viven en el engaño, no quieren oír que están equivocados (como casi nadie).

Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tenemos la bendición de encontrar la verdad. La pregunta es: ¿cómo podemos comunicarla? 

¿Podemos encontrar una manera de recalcar la restauración de la verdad sin denigrar a los demás y sus creencias? ¿Podemos compartir con los demás que la verdad ha sido restaurada sin insinuar ni exigir que los demás estén equivocados?

Por supuesto, también podríamos simplemente ocuparnos de nuestros propios asuntos y dejar a los demás en paz, pero entonces ¿cómo cumpliría la Iglesia el mandato del Salvador llevar Su verdad al mundo?

“Un camino más excelente”

élder marion duff hanks

Podemos pensar en cómo nuestra doctrina bendice más vidas. Imagen: The Salt Lake Tribune

Al élder Marion Duff Hanks, quien sirvió como Setenta Autoridad General, le disgustaba mucho el enfoque de “nosotros tenemos razón, ustedes están equivocados” que a veces utilizamos para compartir el mensaje de la Restauración. 

En su lugar, prefería las palabras que se enseñan en Éter 12:11: 

“Mas en el don de su Hijo, Dios ha preparado un camino más excelente

Decidió hacer hincapié en esta expresión —el “camino más excelente”— cuando describió a la Iglesia restaurada.

El élder Duff nos instó a centrarnos en los aspectos positivos de la Restauración y su aplicación a la humanidad, en lugar de enfrascarnos en los aspectos negativos de las creencias de los demás. 

Otro ejemplo de esta actitud conciliadora fue el profeta José Smith, —sí el mismo que condujo la restauración del evangelio— quien explicó que debemos tratar a los que difieren de nosotros en cuanto a puntos de vista religiosos mejor de lo que ellos se tratan entre sí.

No están contra nosotros

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El Salvador es el ejemplo de un verdadero líder. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Jesucristo, en una sencilla frase, fue la mejor ilustración de cómo crear un ambiente receptivo y de confraternidad entre aquellos con diferentes credos:

“Entonces, Juan habló y dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no anda con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis, porque el que no está contra nosotros, por nosotros está” (Lucas 9:49-50).

Que otras personas no compartan verdades importantes de nuestra teología como la Restauración no significa que estén en contra de nosotros. Mucho menos de Dios.

Algunas maneras de evitar caer en la trampa de “solo yo tengo la razón” pueden ser:

  1. Reconocer las cosas en las que estamos de acuerdo.
  2. Enfatizar las cosas positivas que hacen que el camino sea más excelente.
  3. Ser ejemplos vivientes de Jesucristo.

Pensemos: ¿qué tenemos en común? Familias fuertes, moralidad en los medios de comunicación, ayuda a los enfermos o devoción compartida hacia Cristo. Todos estos son buenos puntos para comenzar nuestra conversación.

Así, tras haber establecido lazos mutuos, podemos considerar qué enseñanzas nuestras podrían beneficiar gradualmente a alguien de otra fe. Tal como las Escrituras adicionales, profetas vivientes, mejor salud, una comunidad mundial de hermanos creyentes, bendiciones del sacerdocio o una visión más liberal de la salvación.

Y, si tenemos alguna duda sobre cómo reaccionar ante alguna respuesta o actitud negativa, simplemente pensemos en qué haría el Salvador —el Príncipe de Paz— en nuestro lugar.

El Salvador nos enseñó las verdades espirituales que nos llevarían de regreso a la presencia de Dios. Pero también nos enseñó que nuestra obligación es aliviar el sufrimiento y los males de nuestros semejantes.

Una mentalidad cambiante

Nació mi Salvador - Navidad 2020

El Salvador debe ser nuestro mayor ejemplo de enseñanza. Foto: Pinterest

Un enfoque útil para mejorar nuestra comunicación con los demás acerca de la Restauración implica adoptar una mentalidad que proclame: todos somos hijos de Dios, y todos tenemos valor y creencias valiosas. 

Estamos diciendo: “Por favor, únete a nosotros; el Salvador ha restaurado Su Iglesia. Te damos la bienvenida. Pero, si eliges no unirte a nosotros, no nos consideraremos mejores que tú. Intentaremos vivir nuestras vidas de manera que tal vez elijas con el tiempo escuchar el mensaje que compartimos”.

Otra aproximación conciliadora es aprender a escuchar y respetar las creencias de nuestro prójimo. Es fácil perdernos en nuestras ideas pensando en cómo podemos contestar y refutar, en lugar de enfocarnos en atender con sinceridad las palabras que nos comparten.

Salvador

Cristo recibió a todos con amor. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Pero escuchar las creencias de los demás no es una pérdida de tiempo, porque rara vez se convence a la gente con un monólogo unidireccional. Se ha señalado que la conversión suele ser un proceso mixto de aceptación de algunas ideas nuevas y rechazo de algunas antiguas, y que requiere un diálogo de ida y vuelta. 

No es incorrecto declarar con convicción nuestro sincero testimonio de que la Iglesia de Jesucristo es la única verdadera; sin embargo, incluso más importante que compartir esta verdad es demostrar —con nuestra conducta receptiva, amorosa e inclusiva— que realmente somos un ejemplo de Cristo sobre la Tierra.

Fuente: Meridian Magazine

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