La vergüenza: Un arma peligrosa que nos aleja del perdón de Dios

Malicioso. Destructivo. Poderoso.

Estas palabras describen una de las armas más utilizadas por el adversario. Esta herramienta fue una de las primeras utilizadas por el enemigo de Dios y del hombre para tratar de impedir que pueda alcanzar su destino divino.

Esta herramienta es conocida como la vergüenza.

Lamentablemente, es una arma muy eficaz. Pero, ¿qué es la vergüenza y cómo se introdujo en los humanos? Más importante aún, ¿cómo podemos combatirla?

¿Qué es la vergüenza?

Imagen: Canva

La vergüenza es un sentimiento doloroso que surge de la comparación entre quienes somos y lo que creemos que deberíamos ser. Las personas que sienten vergüenza generalmente no solo piensan que han hecho o hacen cosas malas; creen que son malas personas o inservibles.

La vergüenza con frecuencia provoca el deseo de disfrazarnos u ocultarnos en ciertos aspectos. Tratamos de ocultar nuestras insuficiencias o fracasos percibidos. La vergüenza puede crear sentimientos de imperfección tan fuertes que impiden que las personas puedan seguir con su día a día.

En un contexto espiritual, la vergüenza puede hacer que nos preguntemos porqué deberíamos molestarnos en tratar de vivir una vida recta lo que, en consecuencia, crea una barrera impenetrable entre nosotros y Dios.

La vergüenza ataca directamente la verdad fundamental de que somos hijos de Dios. Sin una confianza en un Dios amoroso, un Salvador misericordioso y nuestro propio potencial, el progreso personal se vuelve casi imposible.

¿Cómo se creó la vergüenza?

“Adam and Eve” por Douglas Fryer

Mediante las enseñanzas restauradas del Evangelio y el templo, aprendemos que Adán y Eva disfrutaron de la presencia física de Dios en el Jardín de Edén.

También aprendemos que fue Satanás quien sugirió que la pareja se esconda de Dios debido a su desnudez.

De esa manera nació la vergüenza. Nunca antes el hombre había considerado siquiera que debía esconderse del Padre Celestial, incluso después de haber transgredido.

Dios tenía un plan que salvaría a la humanidad y los llevaría de nuevo a Su presencia. Con ese fin, Adán y Eva fueron expulsados ​​del Jardín a un desierto solitario y lúgubre

Ya no podían disfrutar de la presencia física de Dios, sin embargo, Él nunca se olvidó de ellos. También debemos resaltar que Él nunca tuvo la intención de que Adán y Eva sintieran vergüenza.

Sí, hubo consecuencias por sus acciones, pero ¿se suponía que debían sentirse tan indignos que debían esconderse del Dios que amaban y con el que caminaban?

De manera similar, todos transgredimos las leyes de Dios. ¿Se supone que debemos escondernos de Dios debido a nuestros pecados y errores?

Si creemos en las Escrituras y en las palabras de los profetas modernos, la respuesta es no.

5 formas de combatir la vergüenza

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Es probable que todos hayamos tenido un sentimiento de vergüenza en nuestras vidas. ¿Qué podemos hacer al respecto? Aquí te compartimos algunos consejos:

Reconoce la diferencia entre la vergüenza y la culpa

La culpa tiene un propósito, especialmente en un sentido espiritual. La culpa nos permite saber que hemos hecho algo malo y nos conduce al arrepentimiento.

Sabemos que hay consecuencias para nuestros errores y que debemos enfrentarlas y soportar el dolor o la prueba que viene con el pecado, sin embargo, Dios ha enseñado que cuantas veces nos volvamos a Él, podemos progresar y ser perdonados.

Necesitamos desasociar nuestra debilidad y nuestros pecados con el amor de Dios. Satanás nos impide recibir las bendiciones del arrepentimiento con la carga de la vergüenza al punto que ni siquiera intentamos arrepentirnos o llegamos a creer que no hay salvación ni perdón para lo que hicimos.

El élder Jeffrey R. Holland enseñó:

“Por más tarde que piensen que hayan llegado, por más oportunidades que hayan perdido, por más errores que piensen que hayan cometido, sean cuales sean los talentos que piensen que no tengan, o por más distancia que piensen que hayan recorrido lejos del hogar, de la familia y de Dios, testifico que no han viajado más allá del alcance del amor divino. No es posible que se hundan tan profundamente que no los alcance el brillo de la infinita luz de la expiación de Cristo”.

Enfócate en tu relación con Dios, no en la cultura de la Iglesia

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Gran parte de la vergüenza proviene de no cumplir con las expectativas percibidas, ya sea que provengan de nuestras propias mentes o de influencias externas. Incluso si nadie tiene la intención de hacerlo, puede haber mucha presión creada por la cultura de la Iglesia.

A menudo sentimos que necesitamos ser perfectos, los principios del Evangelio se convierten en listas interminables de cosas por hacer y no es de extrañar que nos sintamos abrumados.

Dios sabe lo que estás atravesando. Él tiene un plan para ayudarte a progresar y seguir adelante. Enfócate en crear y fortalecer tu relación con Cristo y cambiar tu corazón, en lugar de buscar encajar en cualquier molde del mundo o cumplir con las expectativas que otros puedan ponerte.

Es probable que lo que necesites hacer para acercarte a Cristo sea muy diferente de lo que harían los demás. Tú eres tu propia persona.

Evita las comparaciones, especialmente en las redes sociales

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Hablando de las otras personas, todos sabemos que la comparación es quien nos roba la alegría. Pero, ¿nos damos cuenta del impacto que tienen las comparaciones en nuestra alma?

A diario en las redes sociales somos testigos de grandes actuaciones: los selfies perfectos, las mejores comidas, los momentos más divertidos, los logros más destacados. Puede que no nos demos cuenta, pero la realidad se ha convertido en todo lo contrario.

Evita hacer comparaciones y enfócate en tu propio progreso y en el servicio a los demás, ambos te abrirán los ojos a cómo Cristo realmente ve las cosas. No dejes que las redes sociales y el mundo te digan lo que debes hacer, cómo debes lucir, cómo debes actuar o cómo debes vivir tu vida para “ser feliz”.

Encuentra lo que amas de ti mismo

amor propio

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Cuando sentimos vergüenza, con frecuencia nos sentimos desesperados por cosas que nos hagan sentir amados o dignos. En lugar de hacer lo que realmente nos traerá gozo y satisfacción, hacemos lo que provocará los elogios o la aprobación de los demás. Esto nunca será suficiente y nunca durará.

Averigua con qué dones y talentos has sido bendecido. Independiente de lo que digan los demás, ¿por qué te amas? ¿Qué te trae alegría? Es bueno buscar las razones y motivos detrás de tus acciones.

Avanza con fe

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Las personas que pasan por pruebas no quieren escuchar que el simple hecho de tratar de ser feliz cambiará las cosas. Y es verdad. Cuando alguien siente tanta vergüenza que el dolor parece insoportable, el solo hecho de “amarte a ti mismo” no va a cambiar nada.

Sin embargo, hay un verdadero principio detrás de todo esto que puede ayudar. La única forma de deshacerse verdaderamente de la oscuridad es acercarse a la luz. Necesitamos seguir intentándolo, seguir avanzando y seguir haciendo nuestro mejor esfuerzo para agregar más luz a nuestra vida.

El élder Holland lo dijo de esta manera:

“Lo bello del Evangelio es que se nos da mérito por esforzarnos, aunque no siempre lo logremos.… sigan amando; sigan tratando; sigan confiando; sigan creyendo; sigan progresando. El cielo los está animando hoy, mañana y siempre”.

Fuente: LdsDaily

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Comentarios
COMPLETAMENTE de acuerdo
Marisol Hernandez

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