Mis amigos me han dicho que debe ser agotador tener que equilibrar una vida espiritual —llena de normas y principios— con mis responsabilidades familiares, laborales y, en su momento, académicas.
Y creo que, en algún momento, todo Santo de los Últimos Días lo ha sentido así.
Como si estuviésemos en una rigurosa maratón espiritual para ‘ganarnos’ un lugar en el cielo. Pienso que puede ser ‘culpa’ de un pasaje del Libro de Mormón que repetimos con frecuencia, haciéndonos creer que tenemos que alcanzar un nivel imposible de perfección antes de que podamos, siquiera, pensar en ser salvos.
La Escritura mal entendida
No tenemos por qué cargar todo nosotros solos. Imagen: Venir a Cristo
Me refiero al pasaje que se encuentra en 2 Nefi 25:23, que culmina así:
“(…) sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos”.
He escuchado a muchos miembros repetir que únicamente después de haber agotado todos nuestros esfuerzos (toda buena obra, guardar cada mandamiento a la perfección o realizar innumerables actos de servicio) y solo entonces, después de todo eso, la gracia puede finalmente intervenir y salvarnos.
Es como si la gracia fuera un paracaídas de emergencia que solo podemos usar después de haber demostrado que podemos volar por nuestra cuenta.
La verdadera enseñanza
Estudiemos las Escrituras con oración. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Pero, por supuesto, esa no es la realidad que enseña el versículo. Dios, entre sus infinitos atributos, es un Dios misericordioso.
Él no permitiría que tengamos que atravesar todo ese estrés innecesario y sentimientos de incompetencia. Creer que existe un estándar de excelencia para alcanzar la salvación no es compatible con la naturaleza de nuestro Amado Padre.
Al respecto, el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que la salvación no es algo que podamos comprar con un buen comportamiento: es un regalo gratuito que ya ha sido pagado mediante la expiación de Jesucristo.
La salvación no se puede comprar con la moneda de la obediencia; se obtiene con la sangre del Hijo de Dios.
Entendiendo la gracia
Todos obtenemos Su gracias. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
La frase “después de hacer todo lo que podamos” no significa que la gracia entra en acción solo cuando hemos agotado absolutamente todos nuestros esfuerzos por ser perfectos.
Por el contrario, reconoce que, sin importar cuánto hagamos, la gracia sigue siendo la razón subyacente por la que somos salvos. La gracia no es solo el paso final del proceso; es la base sobre la que se apoya todo este camino a la salvación.
Pensémoslo de esta manera: no estamos ganando nuestro lugar en el cielo; estamos aceptando un regalo otorgado libremente por Jesucristo.
Es como recibir un regalo increíble por el cual no hiciste nada. Simplemente, lo aceptamos con gratitud. En lugar de tratar de hacer “lo suficiente” para inclinar la balanza de la justicia a nuestro favor, debemos aprender a abrir nuestros corazones y aceptar este extraordinario regalo de la gracia.
Cómo se aplica a nosotros
Dios te ama y jamás te dejará solo en este camino. Imagen: Venir a Cristo
Entonces, ¿qué significa esto para nosotros en nuestra vida diaria?
Significa que podemos dejar de lado la idea de que tenemos que ser perfectos ahora mismo. Podemos abrazar el viaje de crecimiento y aprendizaje, sabiendo que la gracia está incondicionalmente para apoyarnos en cada paso del camino.
Significa que podemos ser más amables con nosotros mismos cuando cometemos errores (¡porque cometeremos errores!). Y significa que podemos encontrar alegría en servir y esforzarnos, no porque estemos tratando de ganar nuestra salvación, sino porque estamos agradecidos por la gracia que ya se nos ha extendido.
No se trata de esforzarnos por alcanzar la perfección para ganarnos el amor de Dios; se trata de esforzarnos por ser más como Cristo, porque ya tenemos Su amor.
Fuente: LDS Living
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