El acto egoísta del servicio desinteresado

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El servicio a los demás es como el culturismo espiritual

Han habido tantos discursos sobre el tema del servicio. Es un principio crítico de nuestra doctrina: tratar a los demás como nos gustaría ser tratados, centrarnos en los demás antes que en nosotros mismos, extender la mano de compasión y amor como Cristo lo habría hecho.

Voy a admitirlo: lo hago por mí. Sirviendo a los de mi comunidad a través de proyectos de servicio, donaciones, o simplemente hacer recados para mis compañeros de cuarto me da una emoción que no puedo conseguir en ningún otro lugar. El servicio es, supongo, el equivalente SUD de las adicciones. (O, como, chocolate o algo así).

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“…cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios“. 

Mosíah 2:17

“Aquellos que son más difíciles de amar son aquellos que más lo necesitan”.

Esta es una cita un tanto famosa de Sócrates que suena algo castigadora. Todos somos culpables del aparentemente inofensivo delito de pretender no recibir el mensaje del odioso vecino pidiéndote que “te asegures de que tus hijos se queden fuera de mi patio trasero, por última vez, llamaré a la policía”. O convenientemente “olvidar” invitar a dicho vecino a tu actividad del barrio. Pero este hábito está lejos de ser inofensivo.

Como con todas las valiosas lecciones de la vida, ésta proviene de mi madre: Una mujer mayor, una no-miembro que vivía sola, se mudó al barrio de mis padres. Mi madre rápidamente se hizo amiga de ella … solo para descubrir que ella no era exactamente un rayo de sol. Esta mujer era la bruja más desagradable, malhumorada y poco cooperativa que habíamos conocido. Pasar tiempo con ella era como una endodoncia, una inyección para tétanos y una piedra en el riñón juntos en una insufrible mujer.

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Sin embargo, mi infatigable madre siempre se acercaba a la vecina con infinita paciencia y compasión. No recibió nada a cambio, sino desdén, indiferencia y exigencias irrazonables. Pero mi madre continuaba marchando hacia su casa día tras día con una sonrisa. Cualquier simple mortal habría dado por perdida a la vecina… ¿Cómo, entonces, mi madre logró demostrar el mejor ejemplo de amor de Cristo que he visto?

 

Me impresiona.

Mi único objetivo en la vida es ser una décima parte de lo que es es mi madre. Ella maneja las responsabilidades de ser presidenta de la Sociedad de Socorro de Estaca, hace todos los trabajos de mantenimiento de la casa, cuida a mi  hermano, y sin ayuda preparó la casa y la familia para una gran mudanza. Desde que he visto a mi madre continuamente servir a los demás, me he dado cuenta de que su fuerza viene de poner a Cristo en primer lugar en su vida, y todo lo demás se sitúa después.

“Actos de servicio desinteresado son realizados diariamente por innumerables miembros de la Iglesia. Hay muchos que se dan libremente, sin fanfarria o jactancia, sino más bien a través de amor y tierno cuidado”.

Presidente Thomas S. Monson, 2009

En la conferencia de mujeres de abril de 2017, Linda K. Burton compartió la sorprendente historia de una mujer diagnosticada con leucemia.

Incluso en el peor de los momentos, cuando apenas podía hablar y era incapaz de cuidarse, hablaba con su esposo de las maneras en que podía servir a sus vecinos dentro de su escasa capacidad. Según la historia, envió mensajes a personas que necesitaban apoyo y aliento, invitó a las hermanas a visitarla y continuó compartiendo el amor de Cristo.

Habría sido perfectamente comprensible, incluso esperado, que esta mujer estuviera pensando solo en sí misma. A pesar de que apenas podía caminar, se enfocó en los de afuera y sirvió a los miembros de su barrio lo mejor que pudo. Las bendiciones del servicio le permitieron superar su dolor y milagrosamente recuperarse de su enfermedad.

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“Al extender nuestras manos y nuestros corazones hacia los demás en el amor de Cristo, algo maravilloso nos sucede. Nuestros propios espíritus sanan, son más refinados y más fuertes. Nos volvemos más felices, más pacíficos y más receptivos a los susurros del Espíritu Santo”. 

Dieter F. Uchtdorf, 2010

En esta era moderna, tenemos la bendición de tener más oportunidades que nunca de llegar a nuestros semejantes con amor y compasión. Hay muchos sitios web SUD dedicados a ayudar a los miembros a servir a sus comunidades y al mundo, como LDS Charities y justserve.org. Imagina todo lo bueno que podríamos hacer si cada uno de nosotros tomara solo cinco minutos para ayudar a nuestros vecinos.

¿Y no se sentiría eso tan bien?

Este artículo fue escrito originalmente por Emily Sherman y fue publicado en MormonHub.com, con el título The Selfish Act of Selfless Service Español © 2017

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