Terapeuta Santo de los Últimos Días: Cómo ejercitarte por salud y no por vanidad

“¿Vanidad o salud? Esta información y mis experiencias me han llevado a darme cuenta de que hacer ejercicios no es sólo para vernos bien.”

“Todos debemos estar en el mejor estado físico posible: una buena doctrina de la Palabra de Sabiduría. Eso significa comer debidamente, hacer ejercicio y ayudar a nuestro cuerpo a funcionar a su capacidad ideal.

Tal vez todos podríamos mejorar en ese aspecto, pero aquí me refiero a la salud ideal y no a la talla universal ideal.” (Élder Jeffrey R. Holland, “A las mujeres jóvenes”, Conferencia General de octubre de 2005)

Cuando era más joven, hacer ejercicios era sólo para verme bien. Estaba soltero y me parecía muy fácil encontrar tiempo para ello. Con el paso de los años, encontrar un equilibrio entre mi trabajo, mi matrimonio, los llamamientos de la Iglesia y ser padre contribuyó a que creyera que estaba “demasiado ocupado” o “demasiado cansado” para hacer ejercicio.

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He tratado de justificarme con pensamientos como: “No soy lo suficientemente vanidoso como para hacer del gimnasio una prioridad. Tengo cosas importantes que hacer y me amo tal como soy”. Sin embargo, en los últimos meses he descubierto algo: hacer ejercicio es por salud y no por vanidad. Los beneficios son psicológicos, emocionales, espirituales y físicos.

Como muchas personas, salía a correr o levantaba pesas de vez en cuando, pero no era constante. Sin embargo, después de cada entrenamiento, notaba que mi estrés había desaparecido o disminuido significativamente. Como resultado, era mucho más paciente con mis hijos. Tenía más energía durante todo el día. Podía concentrarme mejor en el trabajo y en el llamamiento que tengo. 

Al reflexionar sobre la doctrina de que “el espíritu y el cuerpo son el alma del hombre” (DyC 88:15, énfasis agregado), comencé a darme cuenta de que el ejercicio físico también debería ser una prioridad para nosotros.

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Hay muchas investigaciones que demuestran los beneficios mentales y emocionales relacionados al ejercicio regular. Hacer ejercicio puede aliviar los síntomas de ansiedad y depresión. Puede servir como una alternativa saludable a los comportamientos autoagresivos.

Le he recomendado hacer ejercicio a mis pacientes como un medio para superar las ganas de fumar. Se ha demostrado que mantenerse físicamente activo mejora la calidad del sueño, aumenta la energía y ayuda a prevenir lesiones y enfermedades.

Esta información y mis experiencias me han llevado a darme cuenta de que el ejercicio no es sólo para las personas obsesionadas con tener abdominales marcados; es para todos los que quieren vivir una vida en equilibrio.

Al renovar y seguir adelante con mi compromiso de tener una actividad física regular, me he dado cuenta que me es más fácil alcanzar mi potencial como terapeuta, esposo, padre, amigo y Santo de Los Últimos Días. El ejercicio me ha ayudado a tener energía, tener la cabeza despejada y una disposición más positiva.

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Si crees que estás demasiado ocupado o demasiado cansado para hacer ejercicio, es probable que no puedas darte el lujo de no hacerlo. Aun si tus actividades diarias son muchas, intenta hacer ejercicios sólo unos minutos al día.

Tambien puedes hacer más cosas a la vez, por ejemplo, puedes descargar los discursos de las conferencias o las escrituras de forma gratuita desde ChurchofJesusChrist.org y ponerlas en un reproductor de mp3 y estudiar el Evangelio mientras sales a correr. ¡Sé creativo, hazlo divertido para ti y disfrútalo!

Que Dios te bendiga, espero que esto te pueda ayudar.

Este artículo fue escrito originalmente por Jonathan Decker y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Latter-day Saint Therapist: Exercise for Sanity, Not Vanity

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