José Smith, la Primera Visión, y mi excomunión

José Smith

Dudé, poco después de ser excomulgado, si volvería a ser admitido en la Iglesia a través del bautismo.

Con toda sinceridad, sabía que podía ir a la Iglesia, sentarme con mi familia y formar parte de la comunidad de la Iglesia sin tener que entrar en ese convenio. Sentí el perdón del Señor, comencé a arreglar las cosas con mi familia al mismo tiempo que buscábamos juntos la sanación y el Señor me ayudó a dejar ese comportamiento que pensé que no podía abandonar. Entonces, ¿por qué necesitaría volverme a unir a la Iglesia? Tal vez, sería más fácil estar en el mundo, sin estar relacionado con la Iglesia.

Le hice esa pregunta a mi presidente de estaca, que me recordó que “el primer fruto del arrepentimiento es el bautismo…” y que eso no sucedería antes de que tuviera el fuerte deseo de ser bautizado y recibir la compañía constante del Espíritu Santo.

Recordé una lección que aprendí hace muchos años, pero que olvidé con el paso del tiempo. Al leer José Smith Historia, la versión canonizada de la Primera Visión de José Smith, descubrí que había algunas similitudes entre la Restauración histórica de la Iglesia a través del joven profeta y la restauración de las almas, a través de la aplicación de esos principios y ordenanzas restaurados.

Durante mi época como misionero y con el paso del tiempo, comencé a despreciar al profeta José Smith.

Tenía preguntas y preocupaciones sobre su llamado divino, que en gran parte se arraigaban en cómo la adoración de los miembros de la Iglesia parecía cruzar la línea para adorar. Dejé que ese desdén creciera, lo que condujo al cultivo de otras preocupaciones que tuve con respecto a la Iglesia restaurada. Raras veces, expresaba esas preocupaciones, como parece ser la tendencia entre muchos, hoy en día.

El dilema paralelo

José Smith

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Luego, toqué fondo en mi vida y mientras leía José Smith Historia, comencé a sentir empatía con el profeta. Al igual que en su época, estamos experimentando una agitación extraordinaria sobre el tema de la religión, pero donde vivían de un resurgimiento religioso, mientras experimentamos una desaparición. Ambos “…ocasionaron no poca agitación y división entre la gente”, con los varios grupos mundanos contendiendo por nuestra atención y muchas voces del mundo “gritando: “¡He aquí! y otros ¡He allí!”

La descripción de José del “gran amor, el gran celo y el cuadro singular de sentimientos religiosos” coincide con las estrategias de los gritos de hoy para unirse al cuadro secular donde “los sentimientos de [todas las partes] son más fingidos que verdaderos”.

Estas voces se extienden al mundo de las redes sociales, que a menudo no son de confianza, y causan una “escena de gran confusión y malos sentimientos”… amigos que luchan contra amigos y extraños que luchan contra extraños… “de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro, si es que alguna vez la abrigaron, se había perdido completamente en una lucha de palabras y contienda de opiniones”.

José Smith

Este es el mundo que conozco, un mundo que llama a lo bueno malo y a lo malo bueno. Es un mundo con el que me familiaricé cada vez más. Tuve buenos momentos con mi fe y algunos momentos débiles con mi corazón y mi “mente fue invadida por una seria reflexión y gran inquietud… me conservé apartado de todos estos grupos, aunque concurría a sus respectivas reuniones cada vez que la ocasión me lo permitía” y le daba vueltas a sus ideas con mucha frecuencia.

Sentí la misma ineptitud que José expresó cuando sintió que todo era imposible, “sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y las cosas, llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no”. Solo era un joven universitario que creció en la zona rural de Wyoming y Utah.  No diría que estaba protegido, pero también tuve poca experiencia en el mundo.

Sin embargo, es bastante obvio que, al igual que en las religiones de la época de José, las diversas religiones, filosofías y organizaciones en nuestros días crean el mismo “gran e incesante clamor y alboroto” que deja a muchos confundidos y preocupados.

Al igual que él, me preguntaba qué se tenía que hacer. ¿Debía permanecer en la Iglesia a pesar de que estas cosas tuvieran sentido? ¿Qué sucedería si iba y estaba equivocado? ¿Qué sucedería si iba y tenía la razón? “¿Cómo podría saberlo?”

Las respuestas básicas

José Smith

Me parece un poco molesto que en la Escuela Dominical cuando hacemos una pregunta sobre cómo mejorar nuestras vidas o tener guía divina, parece que siempre hay alguien que responde: “Estas son las respuestas básicas, lea sus Escrituras, ore y asista a la Iglesia”.

En primer lugar, definitivamente, estas son las respuestas básicas. Estas son las respuestas sencillas del Evangelio. Y, saber que les enseñamos estas cosas a nuestros niños dice mucho, especialmente cuando el Señor nos dice: “De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Se nos muestra este ejemplo a través de un joven de 14 años que busca que el Señor responda sus preguntas.

El estudio de las Escrituras

José Smith

Al igual que José, “agobiado bajo el peso de las graves dificultades que provocaban las contiendas de estos grupos religiosos”, tomé las Escrituras. No estaba buscando saber qué Iglesia era la verdadera, sino si podía convertirme verdaderamente al Señor y vivir fielmente en esta Iglesia. El tirón del mundo fue y sigue siendo fuerte.

Entonces, José encontró una escritura en Santiago 1: 5 que enseña que aquellos que tengan falta de sabiduría, recibirán una respuesta si se la piden a Dios.

Y, al igual que José, “si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo; porque no sabía qué hacer, y a menos que obtuviera mayor conocimiento del que hasta entonces tenía, jamás llegaría a saber”. Crecí confundido acerca de la vida y las diversas opiniones del mundo no ayudaron. Me sumergí en las Escrituras, tratando de encontrar las respuestas que anhelaba. Llegué a la misma conclusión que José: “tendría que permanecer en tinieblas y confusión, o de lo contrario, recurrir a Dios”.

La oración

José Smith

No fui a una arboleda para orar. Pero, con frecuencia, “me encontraba solo”, que era el mayor problema en mi vida. Podía estar en un salón lleno de gente y sentir como si no perteneciera, aunque nunca lo demostré. Al recordar, me di cuenta de que cada vez que “me arrodillaba y empezaba a elevar a Dios el deseo de mi corazón”, raras veces lo hacía con fe. A menudo, mis deseos mientras oraba eran algo así: “¿Por qué esto no puede estar bien? ¿Por qué tus leyes son tan estrictas? ¿Por qué no puedo ser yo?”

Mis oraciones se debieron a la desesperación porque a menudo “una fuerza me dominaba por completo”, con frecuencia en forma de depresión, orgullo o tentación abrumadora. Cuando me rendí, ese poder “surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar”.

El adversario hará todo lo que esté en su poder para mantener nuestras bocas cerradas. Para evitar que nos arrepintamos, para evitar que recurramos a los demás. El adversario usa la vergüenza y el temor. A veces, ese poder es tan fuerte que, como José lo experimentó, “se forma una densa obscuridad” y “parece una destrucción repentina”.

Existe una razón por la que la oración es lo único que se recomienda para vencer al adversario. Pedir la ayuda divina de Dios en el momento de crisis. Pedirle que sea nuestro aliado cuando el adversario ataca, nos da ventaja sobre Satanás y su huestes, que en el “momento” en el que estamos listos para rendirnos y “hundirnos en la desesperación”, abandonándonos a nuestros propios comportamientos destructivos y al poder real del enemigo de Cristo, el acto de orar puede ayudarnos a liberarnos.

El testimonio

José Smith

Me encontré en la misma situación que hace muchos años cuando descubrí, por primera vez, que la primera visión y la Restauración de la Iglesia de Cristo eran en realidad un principio para nuestras vidas.

Sé que no soy el único que tiene una experiencia similar a la del profeta, pero como él, nuestras oraciones pueden ser respondidas y nuestros testimonios pueden crecer.

Cuando José Smith se “sintió libre del enemigo que lo había sujetado”, fue cuando vio una brillante “columna de luz” arriba de su cabeza. “Descendió gradualmente hasta descansar sobre [él]”.  Es importante resaltar la palabra “gradualmente”. Para José, probablemente fue una cuestión de minutos antes de ver a Dios el Padre y Su Hijo, pero para nosotros, “gradualmente” podría significar un tiempo más largo, pero no menos poderoso.

Una vez que tengas un testimonio divino de Dios y Su Hijo, una vez que obtengas la verdad divina por ti mismo a través de la luz de Cristo y la manifestación del Espíritu, tendrás más poder que el adversario y tus preguntas serán respondidas.

Para José, y para mí mismo, la respuesta es que todos los credos del mundo son una abominación ante su vista, que existe la corrupción y falsas doctrinas, que “con sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí; enseñan como doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando el poder de ella”. Hablan con términos de amor y aceptación, pero niegan la doctrina de Cristo y otros principios del Evangelio, destinados a nuestro reposo y salvación. No quería pertenecer al mundo como pensaba. Quería pertenecer a Cristo y quería pertenecer a la Iglesia de Cristo.

El don del bautismo

José Smith

Regresando a mi pregunta original de ¿por qué debería bautizarme? En pocas palabras, no solo buscaba el perdón, buscaba la restauración, la remisión de los pecados y la santificación que se obtiene a través de vivir las leyes y las ordenanzas del Evangelio y la aplicación de la doctrina de Cristo.

Cristo establece las condiciones y, ahora, tengo la oportunidad de elegir esas condiciones, recibir la remisión de mis pecados, ser santificado y guiado por el Espíritu Santo y continuar en la senda.

Me bauticé un año después de mi excomunión porque no me tomó mucho tiempo querer hacer esos convenios con el Señor. No solo quería ir a la Iglesia, quería que me contaran entre estas personas maravillosas e imperfectas. No somos perfectos. No tenemos todas las respuestas. Pero, al igual que José Smith, encontramos a través de las respuestas primarias, esos hábitos diarios de fe, las respuestas que sustentan nuestro testimonio en Cristo, nuestro Salvador y Redentor.

Este artículo fue escrito originalmente por Rory Mele y fue publicado en thirdhour.org con el título “Joseph Smith, the First Vision, and My Excommunication”.

Comentarios
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De la excomunión a la restauración de mis bendiciones
Gracias por el artículo, me ayuda a meditar sobre mi mismo.
Isa

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