Líderes de la Iglesia en la ayuda a refugiados

Con la reciente decisión del Tribunal Supremo de ratificar  los puntos sobre la prohibición de viaje que indicó el Presidente Trump, los temas de reubicación de refugiados y la política de inmigración, son una vez más temas de debate público. Mientras que la Iglesia SUD no toma una postura política, los líderes frecuente y vehementemente instan a los miembros a prestar servicio a los refugiados, muchos de los cuales vienen aquí sin nada, habiendo visto sus hogares y vidas destruidas a raíz de devastadoras guerras. Las siguientes declaraciones con respecto al servicio hacia aquellos que han sido afectados por la guerra, guiarán nuestra respuesta sobre la crisis de refugiados.

Ser refugiado no los define

En su discurso de abril de 2016 “Refugio de la tempestad“, el élder Kearon nos recuerda que Cristo mismo fue un refugiado en Egipto y que los primeros santos fueron continuamente expulsados ​​de sus hogares antes de establecerse en el Valle de Utah. El élder Kearon nos dice que el enfoque de su discurso se centra en las vidas humanas que están en juego, en lugar del debate político, debido a los horrores tan reales que enfrentan los refugiados.

El élder Kearon concluye con este poderoso recordatorio:

“El Señor nos ha dicho que las estacas de Sión han de ser una “defensa” y un “refugio contra la tempestad”. Hemos encontrado refugio. Salgamos de nuestros lugares seguros y compartamos con ellos de nuestra abundancia la esperanza por un futuro más brillante, la fe en Dios y en nuestro prójimo y el amor que sobrepasa las diferencias culturales e ideológicas hacia la gloriosa verdad de que todos somos hijos de nuestro Padre Celestial”.

“El ser refugiado puede ser un momento decisivo en la vida de quienes lo son, pero ser refugiado no es lo que los define a ellos. Al igual que muchos miles antes que ellos, este será un período, que esperamos sea corto, en su vida. Algunos de ellos llegarán a ser ganadores del Premio Nobel, funcionarios públicos, médicos, científicos, músicos, artistas, líderes religiosos y colaboradores en otros campos. De hecho, muchos de ellos lo eran antes de perderlo todo. Este momento no los define, pero nuestra respuesta servirá para definirnos a nosotros”.

“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Si su historia fuera mi historia

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El año pasado, la hermana Linda K. Burton de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro alentó a las hermanas a que prestaran servicio a los refugiados de todo el mundo. Comenzó su discurso contando cómo las mujeres pioneras dieron todo lo que pudieron para rescatar a los que estaban varados en las llanuras. Explica que hoy tenemos hermanos y hermanas que necesitan ayuda tal como las compañías pioneras de los carromatos. La hermana Burton continúa,

Hay más de 60 millones de refugiados, incluso las personas desplazadas a la fuerza por todo el mundo; la mitad son niños. “Esas personas han pasado enormes dificultades y están empezando una vida nueva en… [otros países y culturas]. Si bien [a veces] hay organizaciones que los ayudan con un lugar donde vivir y artículos de primera necesidad, lo que necesitan es un amigo y aliado que los ayude a [adaptarse] a su nuevo hogar, una persona que los ayude a aprender el idioma, a entender los sistemas y a sentirse conectados”.

“…Al considerar los “llamados apremiantes” de los que necesitan nuestra ayuda, preguntémonos: “¿Y qué tal si su historia fuera mi historia?”. Ruego que entonces busquemos la inspiración, actuemos según las impresiones que recibamos y que juntas ayudemos a los necesitados conforme podamos y seamos inspiradas a hacerlo. Quizás entonces se diga de nosotras lo que el Salvador dijo de una hermana amorosa que le ministró: “Buena obra me ha hecho… Ella ha hecho lo que podía”. ¡A eso lo llamo extraordinario!

Recibamos y amemos a todos los hijos de Dios

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A diferencia de otros líderes que han hablado de la ayuda a los refugiados, el Élder Dieter F Utchforf, de la Primera Presidencia, vivió los horrores de una guerra interna que desgarró vidas, hogares y medios de subsistencia. En un discurso de 2010 sobre el servicio titulado “Ustedes son mis manos”, el Élder Utchdorf relata la siguiente historia:

Cuando yo era pequeño, después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania estaba destruida y en ruinas. Había mucha gente hambrienta, enferma y moribunda. Recuerdo bien los envíos humanitarios de alimentos y ropa que llegaron de la Iglesia en Salt Lake City. Hasta el día de hoy, puedo recordar el olor de la ropa y aún puedo probar la dulzura de los duraznos enlatados.

Algunos se unieron a la Iglesia por los bienes que recibían en esa época. Algunos de los miembros menospreciaban a esos nuevos conversos; incluso les dieron un apodo ofensivo: Büchsen Mormonen, o “Mormones Enlatados”. Resentían a esos nuevos miembros porque creían que una vez satisfechas sus necesidades temporales, se apartarían.

“Aunque algunos sí se fueron, muchos se quedaron: vinieron a la Iglesia, probaron la dulzura del Evangelio y sintieron el tierno abrazo de buenos hermanos y hermanas. Descubrieron un “hogar”. Y ahora, tres o cuatro generaciones después, el origen de muchas familias en la Iglesia se remonta a esos conversos.

Espero que recibamos y amemos a todos los hijos de Dios…”

Oportunidades de Servicio de cristiano             ayuda a los refugiados

En marzo de 2016, la Primera Presidencia publicó una carta en la que anunciaba la creación de la Iniciativa “Fui forastero” y pedía a los miembros, especialmente a las hermanas, que se unieran en el servicio y el amor. La Carta de la Primera Presidencia se puede leer por completo en internet. En esta carta, El Profeta de Dios nos instruye a ayudar a los refugiados diciendo lo siguiente:

“ Uno de los principios fundamentales del Evangelio restaurado del Evangelio de Jesucristo es “Quisiera que de vuestros bienes dieseis al pobre, cada cual según lo que tuviere, ….y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente, según sus necesidades. (Mosiah 4:26). . . “

“”Fui forastero” da a las hermanas una manera para servir individualmente, en familias, y en organizaciones y ofrecer amistad, tutoría y otros servicios cristianos hacia los refugiados que estén entre nosotros…”

Independientemente de las opiniones políticas en torno a este tema, hemos sido invitados por los mensajeros del Señor para ayudar en los esfuerzos de reubicación y rehabilitación de los refugiados. Son nuestros hermanos y hermanas, independientemente de su religión, raza o nacionalidad. Cuando los servimos, servimos a Cristo.

 

Este artículo fue escrito originalmente por Michelle Knabe, y publicado en mormonhub.com, con el título “Church Leaders on Refugee Aid” Español ©2017.

 

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