Así es servir como obrero del templo durante la pandemia

El cierre de los templos me afectó mucho. No solo porque ya no podía ir al templo y participar de la obra sagrada ahí, sino porque perdí una parte importante y estable de mi vida.

He servicio en el templo del centro de la ciudad de Provo desde que abrió en la primavera de 2016. Todos los sábados durante cuatro años.

En un abrir y cerrar de ojos, mi servicio constante, ocupado y bendito se detuvo abruptamente. Sé que no soy la única que sintió y sigue sintiendo esta pérdida.

Entonces, cuando surgió la oportunidad debido a mi edad y experiencia como coordinadora de turno para reanudar mi servicio en el templo, me emocioné.

Me conmoví durante mi primer día en el templo y derramé algunas lágrimas. Pero, también sentí un poco de tristeza. Podía imaginar el templo, activo y ocupado, lleno de las hermanas a las que tanto amo.

oración

Esta situación ha generado muchas oraciones fervientes para que pronto podamos reanudar la obra en el templo.

Sé que muchos están ansiosos por entrar de nuevo al templo y me siento muy agradecida de poder servir ahí durante este tiempo único. Para ayudar a difundir el espíritu del templo a otras personas, quería compartir cómo ha sido mi experiencia.

Protocolos de seguridad

Hay muchos protocolos de seguridad que seguir con el fin de ayudar a garantizar que todos estén seguros durante su tiempo en el templo.

Se toma la temperatura de todos antes de ingresar. Se han colocado nuevas máquinas automáticas que contienen desinfectante para manos en todo el templo, incluso en las salas de investidura.

Además, se les pide a los grupos que permanezcan juntos, que se desplacen como una unidad desde el escritorio de recomendaciones hasta los vestidores y más allá.

Grupos pequeños

Se establecen límites sobre la cantidad de personas que pueden estar dentro del templo durante un tiempo determinado.

Por ejemplo, solo una persona puede recibir sus investiduras con un número limitado de invitados.

En el centro de la ciudad de Provo, esto significa tener menos de veinte invitados en la sala.

Donde solía dirigir un turno de casi 40 hermanas, ahora solo tengo una más trabajando conmigo.

Un dulce espíritu

Al principio, se siente un poco de nostalgia debido a que no podemos disfrutar de estas experiencias especiales como lo haríamos normalmente.

Sin embargo, ha sido maravilloso experimentar, de una forma tan personal, estos convenios sagrados.

Ver un pequeño vínculo familiar en el salón celestial ha sido una experiencia muy dulce.

Te invade un dulce espíritu de gratitud por Jesucristo y la oportunidad de estar en el templo.

Una oportunidad sagrada

Más que cualquier otro sentimiento que haya tenido como obrera del templo durante la pandemia de COVID-19, he sentido que tenemos una oportunidad sagrada de demostrarle al Señor lo que el templo realmente significa para nosotros.

¿Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para vivir y trabajar para que los templos puedan volver a abrirse? Esa es la pregunta que ahora me hago cada semana.

¿Qué estoy dispuesto a sacrificar para que las ordenanzas vicarias se puedan reanudar?

Esto será diferente para cada uno de nosotros, pero he aprendido un poco mejor lo preciosos que son los templos. Ahora, es el momento de demostrarle a Dios lo que he aprendido.

Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Aleah Ingram y fue publicado en ldsdaily.com con el título “Here’s What It’s Like Working in the Temple During COVID-19”.

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