Todos los domingos, los Santos de los Últimos Días nos reunimos en la Iglesia para tomar la Santa Cena. El propósito es recordar a Cristo y renovar nuestros convenios sagrados.
La Santa Cena tiene una historia larga y muy interesante. Por eso, hemos recopilado algunos datos que quizás olvidaste sobre esta importante ordenanza.
1. La Santa Cena cambió drásticamente durante la Gran Apostasía
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En la víspera de Su crucifixión, Cristo reunió a Sus apóstoles e instituyó la Santa Cena.
Después de Su crucifixión y la muerte de Sus doce apóstoles originales, muchas prácticas dentro de la Iglesia se corrompieron y se llevaron a cabo de manera incorrecta, incluida la Santa Cena.
Según Richard Lloyd Anderson:
“Al ignorar partes importantes de las Escrituras, varias teologías cristianas modificaron convenios y ceremonias esenciales que todavía se mencionan en la Biblia”.
El hermano Anderson continúa enseñando:
“Los registros históricos muestran que el convenio sacramental de recordar y renovar convenios se cambió para incluir prácticas complejas, que tendían a producir asombrados espectadores. Tales cambios forzaron el arrepentimiento personal a canales no bíblicos como la penitencia programada y las últimas ceremonias”.
Debido a estos falsos cambios que ocurrieron durante la Gran Apostasía, era necesario que la Santa Cena fuera incluida en las verdades restauradas por José Smith.
2. Las oraciones sacramentales actuales son idénticas a las oraciones nefitas
Cuando Cristo visitó las Américas durante su ministerio a los nefitas, les enseñó acerca de la Santa Cena, tal como lo había hecho con sus apóstoles en Jerusalén.
Cristo envió a Sus discípulos a buscar pan y vino. Luego, partió el pan y lo bendijo:
“Y haréis esto en memoria de mi cuerpo que os he mostrado. Y será un testimonio al Padre de que siempre os acordáis de mí. Y si os acordáis siempre de mí, tendréis mi Espíritu para que esté con vosotros” (3 Nefi 18:7).
Luego, Cristo dice:
“Y siempre haréis esto por todos los que se arrepientan y se bauticen en mi nombre; y lo haréis en memoria de mi sangre, que he vertido por vosotros, para que testifiquéis al Padre que siempre os acordáis de mí. Y si os acordáis siempre de mí, tendréis mi Espíritu para que esté con vosotros” (3 Nefi 18:11).
El lenguaje utilizado en el Libro de Mormón es idéntico al utilizado en las oraciones sacramentales actuales que se encuentran en Doctrina y Convenios 20:77, 79.
3. La Santa Cena no tiene que ser necesariamente pan y agua
En las prácticas modernas de la Iglesia, es costumbre usar pan y agua para la Santa Cena. Pero, si estas cosas no están disponibles, se pueden utilizar otros alimentos y bebidas. En Doctrina y Convenios 27: 2 se registra una revelación que un mensajero celestial le hizo a José Smith:
“Porque he aquí, te digo que no importa lo que comáis o bebáis al tomar el sacramento, si es que lo hacéis con la mira puesta únicamente en mi gloria, recordando ante el Padre mi cuerpo que fue sacrificado por vosotros, y mi sangre que se derramó para la remisión de vuestros pecados”.
4. Repartir la Santa Cena es una tarea que se da a los diáconos
Los diáconos, los poseedores del Sacerdocio Aarónico de entre 12 y 13 años, reciben la tarea de repartir la Santa Cena. Los obispos poseen las llaves del sacerdocio para la Santa Cena o la autoridad sobre ordenanzas específicas.
“Mediante las llaves del sacerdocio, la Iglesia administra las ordenanzas y proporciona un orden para llevar a cabo la obra del Señor de manera organizada: ‘Mi casa es una casa de orden, dice Dios el Señor, y no de confusión’” (DyC 132: 8).
En teoría, aquellos que poseen las llaves para la Santa Cena podrían asignar a cualquiera, poseedor del sacerdocio o no, a repartir la Santa Cena ya que doctrinalmente no se requiere el sacerdocio. Sin embargo, esa asignación se da a los diáconos.
Uno tiene que ser ordenado maestro para preparar la Santa Cena y presbítero para bendecir y oficiar en la mesa de la Santa Cena. Dependiendo de la necesidad del barrio, los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden ayudar con cualquier parte de la ordenanza.
5. Las oraciones sacramentales prometen bendiciones
Además de renovar nuestros convenios, la Santa Cena nos recuerda las promesas que el Señor hace si guardamos nuestros convenios. Se nos promete que “siempre tendremos su espíritu con [nosotros]”.
El manual Principios del Evangelio enseña:
“Una persona guiada por el Espíritu tendrá el conocimiento, la fe, el poder y la rectitud necesarios para obtener la vida eterna”.
Principios del Evangelio nos recuerda:
“No es necesario que seamos perfectos antes de participar de la Santa Cena, pero debemos tener el espíritu de arrepentimiento en nuestro corazón. La actitud que tengamos al participar de la Santa Cena influirá en la experiencia que tengamos con esta ordenanza. Si participamos de la Santa Cena con un corazón puro, recibiremos las bendiciones prometidas por el Señor”.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Jane Ballif y fue publicado en thirdhour.org con el título “5 Things You Might Have Forgotten About the Sacrament”.