El video compartido por Madeliene Aulola Eteaki en Facebook ha conmovido a cientos de personas. En este video, se documenta el regreso a casa del élder Tatafu, un joven misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que sirvió durante dos años en la misión Cebú, Filipinas.

Vestido con camisa blanca, corbata negra, placa de misionero y mochila al hombro, el élder aparece caminando por el aeropuerto visiblemente emocionado. 

En sus manos lleva una pequeña toalla que usa para secarse las lágrimas. A medida que se acerca a las puertas de salida, su emoción se hace más evidente.

Imagen: Facebook

Baja por la escalera eléctrica con pasos lentos, pero con el corazón acelerado. Al fondo, se escucha el murmullo de una multitud. 

En la planta baja del aeropuerto, lo espera una gran cantidad de familiares y amigos, con pancartas, collares de flores y sonrisas que reflejan el amor y la alegría de tenerlo nuevamente entre ellos. Una pancarta grande con las palabras “Bienvenido a casa élder Tatafu” y fotos de su servicio misionero le da la bienvenida.

Apenas pone un pie en el suelo, el élder deja caer su mochila y corre directamente hacia su madre. El abrazo entre ambos es fuerte, largo y lleno de sentimientos.

 Ella le coloca un collar de flores típico de su cultura, mientras las lágrimas siguen cayendo por el rostro del misionero. Es un momento que dice mucho sin necesidad de palabras: todo el sacrificio, todo el amor, toda la fe contenida durante dos años se libera en ese abrazo.

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Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Las imágenes muestran luego a más miembros de la familia acercándose, uno a uno, para abrazar al élder. Algunos llevan collares de flores, otros simplemente extienden los brazos. Una pequeña niña, emocionada, también corre hacia él.

Las cámaras de los celulares capturan cada instante, sabiendo que es un momento que no se repetirá.

El élder Tatafu sirvió durante dos años en una tierra lejana, enseñando el evangelio, aprendiendo una nueva lengua y cultura, y fortaleciendo su fe. El regreso a casa simboliza el cierre de un ciclo importante, pero también el inicio de una nueva etapa con un testimonio más firme y un corazón transformado por la experiencia.

Para muchas familias Santos de los Últimos Días, este tipo de reencuentros reflejan no solo la alegría de volver a ver a un ser querido, sino también el orgullo y la gratitud por su decisión de servir al Señor con todo el corazón.

El élder Tatafu no solo regresa como hijo, hermano o amigo. Regresa como un discípulo de Cristo que dio lo mejor de sí, y su historia —capturada por su hermana Madeliene— es un testimonio vivo del poder de la fe y el amor familiar.

Puedes ver el emotivo video en este enlace.

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