Lo que mi experiencia con el cáncer me está enseñando

testimonio cáncer

El testimonio de una Santo de los Últimos Días que comparte lo que ha aprendido después de ser detectada de cáncer terminal.  

Después de meses de síntomas misteriosos que ni mi médico de cabecera ni especialista pudieron diagnosticar, empecé a sentir dolor y mi esposo Doug me llevó a la sala de emergencias el sábado 4 de mayo. 

La primera prueba que hicieron (diagnostico por TAC) mostró dos Grandes tumores en mi hígado y fui ingresada de inmediato en el hospital. Estuve allí durante seis días y cada día nos daban noticias peores. 

espíritu

Mi primera visita al oncólogo después de salir del hospital para obtener el informe final involucró varias esperas durante las cuales a veces lloraba. Era el lugar en el que menos quería estar.

Había pasado toda mi vida esforzándome para guardar los mandamientos de salud con el fin de evitar tal problema. Por solo unos minutos pensé “esto no es justo”, pero afortunadamente no me quedé con ese pensamiento. 

El resultado fue que el cáncer se inició en el colon, pero hizo metástasis fuera de las paredes del colon hasta llegar al hígado. Los tumores son demasiado grandes para ser operados. Me dieron seis meses de vida aproximadamente, posiblemente un poco más con tratamiento.

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Los milagros que vinieron

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Muchos me han dicho que están orando por mí, pidiendo que sucedan milagros. Estoy recibiendo milagros, de la mejor manera posible, en mi Espíritu. Amo el versículo  que dice: 

“No os afanéis por el cuerpo, ni por la vida del cuerpo; mas afanaos por el alma y por la vida del alma.” (DyC.101: 37).

Sé que Dios no me “hizo esto”, sino que todo lo que le está sucediendo a mi cuerpo es el resultado de la ley natural, las toxinas a las que he estado expuesta sin interrupción, el daño causado a mi cuerpo por accidentes, medicamentos y mis decisiones de correr mas rápido de lo que mis fuerzas me permitían. 

Sé que Dios trae bendiciones de todas las cosas y las estoy viendo de muchas maneras.

La tierna guía del Señor

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He recibido una de las revelaciones personales más directas y claras de mi vida en los últimos días. Mi trabajo no es “librar la buena batalla contra el cáncer”. No debo “luchar” por la extensión de mi vida mortal. Ya no ruego por una vida más larga de lo que Él desea darme. 

A cambio, estoy orando por la fortaleza necesaria para completar la misión de mi vida en el tiempo que Él ha asignado para mí.

Estoy encontrando la “paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento” al entregar mi vida a la voluntad de Dios. Todos los días Doug y yo recitamos el versículo: 

“Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” (Proverbios 3: 5-6).

La bendición del previo aviso

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Me han dado el regalo de un aviso previo, de tiempo para poner todo en orden, para prepararme y ayudar a otros a prepararse en mente y corazón. Qué precioso regalo. 

Paso mucho más tiempo en gratitud que nunca antes en mi vida. Siento todas las palabras de los testimonios que he escrito a lo largo de los años y, en ocaciones, me reprendo por no estar a la altura de mi potencial. Son parte de la misma fibra de mi alma y de mi ser. Son verdaderos.

Aunque sé que no dejaré este mundo con todas mis debilidades conquistadas o convertidas en fortaleza, sé que la debilidad no es un pecado. El Señor nos ha dicho: 

“Doy a los hombres debilidad para que sean humildes.” (Éter 12:27)

La humildad es muy esencial en esta búsqueda. Tengo que recordar que mi debilidad es lo más importante que tengo porque me lleva a depender de la fuerza del Señor.

metas

Estoy recordando una y otra vez que no puedo perdonar, perfeccionar, santificar o salvarme a mí misma. Y que todos somos iguales en nuestra necesidad de decir: “¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí!” (Alma 36:18).

Sólo una transgresión descalificó a Adán y Eva para vivir en la presencia de Dios, no existen los pecados pequeños y grandes. Todos somos igualmente dependientes de la gracia de Cristo para nuestra redención del pecado y para la bendición de vencer las ligaduras de la muerte y participar en una gloriosa resurrección.

Nadie es menor ni mejor que otro porque todos somos pecadores que necesitamos al Señor. El mensaje glorioso es que Él da esa redención con toda libertad cuando nos dirigimos a Él sin pretensiones.

Cuando me doy cuenta de cuánto lo necesito a cada hora y dejo de sentirme como si de alguna manera se supone que debería perfeccionarme por mi propia fuerza, encuentro paz.

Rodeada de amor

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Estoy disfrutando del espíritu de amor. Estoy rodeada de amor. Mi corazón está lleno de gratitud por cada gota de amor que desciende sobre mi alma como la lluvia que sana. La preocupación y el miedo no tienen lugar y cuando aparecen, rápidamente se los entrego al Señor y le pido que las reemplace con fe.

¿Y qué espero? Algunas veces he esperado sanación, que se haga mi voluntad para poder permanecer más tiempo con mi esposo y mi familia. Pero, ¿cuándo es suficiente? En qué momento podría estar lista para decir, está bien, es hora.

¿Estoy lista para rendirme ahora? ¿En qué momento me podrían decir: “Bueno, he pasado suficiente tiempo contigo, ya estoy listo para dejarte ir?” No. Tiene que depender de Dios y Él me guiará en cada paso del camino.

En Moroni se nos dice:

“Y, ¿qué es lo que habéis de esperar? He aquí, os digo que debéis tener esperanza, por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección, en que seréis levantados a vida eterna, y esto por causa de vuestra fe en él, de acuerdo con la promesa.” (Moroni 7:41)

Los resultados que “deseamos” no son lo que el Señor necesita que tengamos, es esperanza en Cristo y una gloriosa resurrección, y yo realmente tengo esa esperanza.

“Todas las cosas obraran juntamente para tu bien” (Romanos 8:28)

Mirando hacia el futuro

eternidad

Sé que los próximos días pueden desafiarme de una manera que no puedo imaginar. Pero oraré para mantener la perspectiva que he adquirido en estos últimos días. Mientras tanto, mi cuerpo es débil, pero todo está bien en mi alma.

Este artículo fue escrito originalmente por Darla Jackson y fue publicado originalmente por latterdaysaintmag.com bajo el título “What My Journey with Cancer Is Teaching Me

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