Cada vez que se anuncia una actividad en la Sociedad de Socorro, una hermana siempre pregunta en voz alta: 

“¿Habrá refrigerio?”. 

Muchas hermanas sonríen con su pregunta, en parte porque todas —en secreto— quieren saber lo mismo. ¿Habrá algo dulce al final del esfuerzo?

Esa misma pregunta puede aplicarse a la vida en el evangelio. Al esforzarse por guardar los mandamientos, ser dignos del templo, ministrar y seguir a los profetas, muchos pueden preguntarse: ¿Habrá refrigerio? ¿Habrá alguna bendición que recompense tanto sacrificio?

La respuesta es clara: sí.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Aunque los refrigerios en una actividad pueden ser agradables, hay otro tipo de refrigerio más profundo que el Señor promete: consuelo, renovación espiritual, gozo duradero y paz verdadera. 

Servir en la obra de Dios, con fe y obediencia, revitaliza el alma y renueva la mente. Este refrigerio espiritual es más dulce que cualquier galleta al final de una reunión.

El élder Steven D. Shumway enseñó:

“Cuando decimos sí a servir, estamos diciendo sí a Jesucristo. Y cuando decimos sí a Cristo, estamos diciendo sí a la vida más abundante posible… Cuando consagramos nuestro mejor esfuerzo, aunque es insuficiente, Dios lo magnifica. Cuando nos sacrificamos por Jesucristo, Él nos santifica. Ese es el poder transformador de la gracia de Dios. A medida que servimos, crecemos en gracia hasta que estamos preparados… Cuando servimos para magnificar a Cristo y no a nosotros mismos, nuestro servicio se vuelve gozoso”. 

amigas sonriendo
Imagen: Cumorah Academy

Un ejemplo de esto se ve en las experiencias misionales. Una hermana que sirvió en Washington D.C. hace años, recordaba sentirse limitada por su personalidad reservada. 

Sin embargo, tiempo después, una mujer a la que enseñó regresó a visitarla, compartiendo que, tras su bautismo, había servido una misión y mantenía su testimonio firme. Aquel reencuentro fue un “día de pago misional”, un refrigerio espiritual que confirmó que el Señor magnifica incluso los esfuerzos más humildes.

También existe un refrigerio en el estudio profundo de las Escrituras. En la tradición judía, se da miel a los niños al comenzar a estudiar la Torá, para que asocien la palabra de Dios con la dulzura, en referencia al Salmo 119:103: 

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!,más que la miel a mi boca”. 

mujeres en la capilla
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Algo similar ocurre cuando una persona se sumerge en el estudio del evangelio. Con diligencia y fe, el alma comienza a nutrirse, como lo enseña Alma en el Libro de Mormón: la palabra comienza a ser “deliciosa”, y su fruto, “más dulce que todo lo dulce” (Alma 32:28, 42). Es una dulzura que solo se encuentra en la conexión con lo divino.

También hay refrigerio en la paz que brinda el arrepentimiento. Un líder de estaca, al participar en un consejo de membresía donde se restauraron bendiciones a una persona arrepentida, testificó que había presenciado la Expiación de Cristo en acción. 

Ver el alivio y la luz en el rostro de alguien perdonado es un testimonio viviente del poder sanador del Salvador.

Créditos: Jeffrey D. Allred, Deseret News

Este refrigerio también consuela en el dolor más profundo. Una mujer que perdió a su hija recién nacida compartió que solo sobrevivió gracias a su esperanza en Jesucristo. Con el tiempo, pudo sonreír de nuevo, segura de que volverá a ver a su hija. Su testimonio, lleno de confianza en el Redentor, es evidencia del consuelo que Él ofrece.

Como enseñó Alma, el gozo del perdón es “exquisito y dulce”. Y cada domingo, el refrigerio supremo está en la Santa Cena: el Pan de Vida y el Agua Viva que es Jesucristo.

Incluso la muerte, para los que mueren en Él, “será dulce” (DyC 42:46). En medio de la carga diaria, del servicio, del dolor y del arrepentimiento, se puede recordar esta promesa: sí, habrá refrigerio.

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