Después de vivir momentos dolorosos y agonizantes, Jesucristo pasó el último de ellos en la cruz del Gólgota.
La crucifixión era considerada una de las formas más horribles de morir porque además de dolorosa, sucedía lentamente. La persona crucificada sufría durante unos tres días. Luego, moría de entumecimiento y hambre.
Debido al grado de sufrimiento tan alto, era de esperarse que aquellos que fueron sometidos a esta forma de muerte, revelaran lo más profundo de su alma en un momento de tanta agonía. Quizás dirían o harían cosas que nunca imaginaron.
En el caso de Jesús, la crucifixión mostró qué tipo de persona era y su carácter.
En la cruz, Cristo hizo siete declaraciones que ejemplifican Su naturaleza amable y obediente además de Su poder divino.
1. “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”
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La primera declaración del Salvador en la cruz muestra Su compasión (Lucas 23:34).
El Salvador sabía que los soldados que lo crucificaron estaban cumpliendo órdenes y que no eran responsables de todo el complot que lo llevó al Calvario.
En un momento en el que pudo haber condenado a esas personas, Jesucristo volvió a darnos un ejemplo al mostrar que debemos perdonar a todas las personas y bendecir a los que nos maldicen.
2. “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”
Cristo fue crucificado entre dos ladrones. Uno de ellos le dijo al Salvador que, si Él fuera el Cristo, podría salvarse a sí mismo y salvar a los dos que también serían crucificados.
El otro ladrón reprendió al primero y reconoció a Jesús como el Cristo. A él, Jesucristo le prometió esperanza (Lucas 23:49).
“‘Hoy estarás conmigo en el paraíso’. Esto significa: Hoy estarás conmigo en el mundo de los espíritus, donde aprenderás sobre el evangelio y todas tus preguntas serán respondidas. (Véase Smith, Teachings, pág. 301)
Jesús no le garantizó al ladrón la validez de su arrepentimiento en la hora final. Lo que hizo fue reconocer las semillas de fe y arrepentimiento que demostró el hombre arrepentido.
Como siempre, el Señor dirigió todas Sus fuerzas a ofrecer toda la esperanza posible a alguien que pronto pasaría de las tinieblas a la luz eterna”.
3. “Mujer, he ahí tu hijo. He ahí tu madre”
Jesús tenía un gran amor y preocupación por María, y al ver que ella estaba al pie de la cruz con Juan, el Amado, pronunció estas palabras (Juan 19: 26-27).
El élder Alain A. Petion, de los Setenta, enseñó:
“La atención y las palabras ministrantes del Salvador se volvieron a Su madre, María. José, su esposo, había fallecido y Juan, el Amado, velaría a partir de ahora por sus necesidades.
Estas palabras enseñan una lección sempiterna del Primogénito en lo referente a las responsabilidades familiares: honrar la voluntad de Dios de generación en generación, honrar a los padres y velar por las necesidades de los demás”.
4. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Jesucristo estaba solo en la cruz (Marcos 15:34). Esta vez un ángel no vino a ayudarlo, como lo hizo en Getsemaní. Jesús necesitaba hacer eso solo por toda la humanidad. Incluso en tal situación, no eligió quejarse ni murmurar.
Podemos seguir el ejemplo de Cristo al esperar en Él y no quejarnos de nuestras circunstancias, ya que estamos seguros de que nunca estamos solos.
5. “Tengo sed”
Esta frase muestra la única vez que el Salvador expresó una necesidad física (Juan 19:28). El presidente Russell M. Nelson explicó:
“Para un médico, esa es una expresión significativa, porque sabemos que cuando un paciente entra en estado de shock por la pérdida de sangre, si aún está consciente, ese paciente invariablemente, con labios resecos y arrugados, pide agua”.
Solo después de estar seguro de que todo había terminado (Juan 19:28), Jesús expresó lo que estaba sintiendo en dos palabras.
6. “Consumado es”
Todo había terminado. Jesús había cumplido la voluntad del Padre. Él fue completamente obediente a todo lo que Dios le había mandado que hiciera y Su ejemplo es algo que podemos elegir seguir.
El élder Alain A. Petion continúa:
“Jesús cumplió la voluntad del Padre desde Sus primeras palabras que dijo en la oración de Getsemaní hasta las últimas en la cruz. Bebió la amarga copa que el Padre le había dado, dando gloria al Padre y salvación a toda la humanidad (véase 3 Nefi 11:11). ¡Seamos así de sumisos, humildes y desinteresados en nuestras victorias y éxitos terrenales!”
7. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
Por Su libre y espontánea voluntad, Cristo dio Su vida por nosotros. Lo hizo porque nos ama de una manera que aún no podemos comprender por completo.
Esta frase nos enseña que nosotros también podemos confiar nuestra vida en las manos de nuestro Padre Celestial y que podemos elegir hacer Su voluntad.
Un Salvador para el mundo
No solo tenemos estas 7 declaraciones que nos enseñan quién es verdaderamente nuestro Salvador, Jesucristo, tenemos las escrituras, las palabras de los profetas y especialmente el Espíritu Santo.
Al conocer mejor la naturaleza celestial de nuestro Maestro, podemos acercarnos más a Él y llegar a ser un poco más como Él.
Conocer y estudiar estas 7 declaraciones fortalece nuestro testimonio de que solo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida (Juan 14: 6).
Fuente: Mais Fe