“¿Les gustaría tener una prueba sólida de que Dios inspira a sus profetas en cada detalle?”
El maestro de la Escuela Dominical guardó su historia favorita para el final de la clase:
“El Templo de Salt Lake fue diseñado por un profeta.
Brigham Young les dijo a los trabajadores que dejaran espacios vacíos en el interior del templo, pero nadie sabía por qué.
Tiempo después, los ingenieros descubrieron que los ejes eran del tamaño perfecto para colocar ascensores.
La tecnología del futuro se conoció de antemano.
El cielo había preparado el camino”.
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Dos cosas me interesan de esta historia:
Primero, Brigham Young solo dio consejos vagos sobre el diseño del templo y alentó a otros a profundizar en los detalles. La parte exterior de piedra del templo se construyó mucho antes de que alguien pensara en el interior. Además, los ascensores se inventaron más de cien años antes de que los Santos llegaran al valle del Lago Salado.
Segundo, esta historia ilustra la razón más común por la que los mitos y rumores persisten entre nosotros: la gente asume que son verdades.
Es fácil suponer que las personas en las fotografías en blanco y negro de la década de 1800 tenían un estilo de vida primitivo.
Sin embargo, cuando finalmente se diseñó el interior del Templo de Salt Lake a fines de la década de 1880, el arquitecto incluyó electricidad, ascensores y un teléfono en el edificio moderno, a prueba de fuego.
Suposiciones sobre la historia de la Iglesia
Las suposiciones son cosas que damos por sentado o afirmamos que son verdaderas sin ofrecer ninguna evidencia.
El historiador Steven C. Harper señaló:
“Las suposiciones no son conocimiento. Sin embargo, con frecuencia, quienes las sostienen no perciben la diferencia”.
Normalmente, una suposición es el punto de partida para pensar, es una premisa.
Con frecuencia, los llamados “desafíos” con la historia de la Iglesia surgen de malas suposiciones en el presente.
Asumimos que otras personas en la Iglesia no tienen problemas, que los pueblos del Libro de Mormón se extendieron por todo el hemisferio occidental, que los profetas nunca son engañados o que las cosas eran más simples en el pasado.
Asumimos que uno nunca debe hablar de la Madre Celestial, las ordenanzas del templo o de preguntas que nos preocupan.
Las suposiciones deficientes pueden causar errores y daños.
En casos como los de los ascensores del templo de Salt Lake, una persona a la que le impresione esta historia más tarde puede sentirse traicionada al conocer la verdad.
Al identificar y abordar las suposiciones en nuestro pensamiento, seguimos el consejo de Pablo de “examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21).
Se necesita humildad para cambiar nuestras suposiciones después de saber que son incorrectas.
Las suposiciones del presente distorsionan el pasado
Con frecuencia, las suposiciones surgen de cosas que valoramos profundamente. Por ejemplo: la familia, el servicio, la verdad, la justicia.
Sin embargo, por lo general, las suposiciones no son del todo “correctas” o “incorrectas”, ni pueden probarse.
A menudo, usamos suposiciones como atajos para saltar a una solución que deseamos.
Por ejemplo, cuando se descubrió una embarcación de madera de “tamaño gigantesco” y “artesanía fina” en el río Chicago a fines de la década de 1990, algunos Santos de los Últimos Días asumieron, y desearon, que fuera uno de los barcos construidos por el hermano de Jared.
Esta conclusión era deseable porque ayudaría a probar la veracidad del Libro de Mormón.
La idea se difundió rápidamente en Internet y en las listas de correo electrónico de la época. La historia resurge de vez en cuando.
Sin embargo, un estudio más detenido reveló que el objeto encontrado era un prototipo de barco para transportar combustible que la Marina de los Estados Unidos construyó y probó en 1942.
Otra suposición común es que hay “lecciones de la historia”.
Las personas que viven en el presente extraen lecciones del pasado. No son objetos que se encuentran en el suelo como puntas de flecha en un campo.
Las lecciones son interpretaciones que hacemos. El Libro de Mormón ilustra muy bien este proceso.
Después de los extensos capítulos de guerra en el libro de Alma, Mormón observa que “muchos se habían vuelto insensibles por motivo de la extremadamente larga duración de la guerra; y muchos se ablandaron a causa de sus aflicciones” (Alma 62:41).
La misma guerra llevó a los participantes a extraer lecciones diferentes.
Debido a que el pasado se ha ido, no debemos hacer suposiciones al respecto. No debemos asumir sin pedir pruebas. No podemos asumir que ahora lo sabemos todo y no podemos asumir que nuestra comprensión del pasado nunca cambiará.
Fuente: LDS Living