Una mujer que creció en la iglesia recientemente expresó:
“Me siento un poco decepcionada. Cuando era joven y asistía a la Iglesia, pensaba que sentir gozo era lo normal y que las pruebas eran algo que ocurrirían ocasionalmente.
Sin embargo, al crecer me di cuenta que las pruebas y los momentos difíciles son en realidad la norma, lo constante, y el gozo es mucho menos frecuente. Aunque mi vida no es miserable y hay momentos de gozo cada día, sentir el verdadero gozo no es como lo pensaba”.
Cuando escuché eso, me recordó una verdad importante: las expectativas realmente importan.
Así que no me sorprendió cuando esta misma mujer luego dijo que encontró gran consuelo en esta cita de Jenkins Lloyd Jones, compartida una vez por el presidente Gordon B. Hinckley, palabras que ella llamó “increíbles”.
“Cualquiera que crea que la dicha absoluta es normal va a perder muchísimo tiempo gritando por aquí y por allá que le han robado.
Por ejemplo: en el golf, no todas las pelotas caen en el hoyo. La mayoría de las carnes son difíciles de masticar. La mayoría de los niños crecen para sonvertirse personas comunes y corrientes. Muchos de los matrimonios felices requieren de un elevado índice de tolerancia mutua. A menudo, la mayoría de los trabajos son más aburridos que otros…
La vida es como viajar en un tren antiguo: hay retrasos, desvíos, humo, polvo, ceniza y sacudidas; todo ello interrumpido de vez en cuando por hermosos paisajes y emocionantes aceleradas.
La clave está en darle las gracias al Señor por permitirnos dar el paseo”.
Las palabras del presidente Hinckley ayudaron a adaptar sus expectativas para la vida y fue aquello lo que luego la ayudó a sentir más gozo incluso cuando sus circunstancias no cambiaron. Es por eso que las expectativas importan.
De hecho, como escribieron los autores de un estudio que involucró a más de 18,000 participantes:
“La felicidad momentánea es un estado que no refleja lo bien que van las cosas, sino si van mejor de lo esperado”.
Este es un principio importante porque algunos de nosotros desarrollamos expectativas inadecuadas sobre lo que Dios hará por nosotros.
Y quizás una de las expectativas más comunes y peligrosas es esta: “Si sigo los mandamientos, las cosas siempre saldrán a corto plazo, como quiero que salgan”.
Una expectativa religiosa
Suponer que por cumplir los mandamientos, todo saldrá siempre como queremos y cuando queremos no es realista, y puede obstaculizar nuestra paz.
En las Escrituras, el Señor nos enseñó:
“Y en caso de que guarden sus mandamientos, serán bendecidos sobre la superficie de la tierra; y no habrá quien los moleste ni les quite la tierra de su herencia; y habitarán seguros para siempre”. (2 Nefi 1:9)
Este versículo puede llevarnos a pensar que si obedecemos los mandamientos, nuestra vida será perfecta. Sin embargo, este no fue el caso de Lehi. A pesar de escuchar el llamado del Señor y actuar con gran fe, aún enfrentó desafíos.
La vida de Lehi nos enseña que prosperar en la tierra no significa que todo te saldrá exactamente como quieres, exactamente cuando quieres.
Lehi se esforzó por seguir a Dios y experimenta aflicción, temor y ansiedad, por lo que no debería sorprenderte que algo de eso me ocurra a mí. Claramente, Lehi no creyó que guardar los mandamientos signifique que vas a tener una vida fácil.
Sheri Dew enseñó:
“Lo difícil no es vivir el evangelio. Es la vida la que es dura”.
Cuando entendemos que, “aunque sea justo, seguiré enfrentando pruebas”, estamos más preparados para manejar las dificultades que puedan surgir.
Es evidente que Lehi no esperaba una vida perfecta, pero siguió adelante a pesar de las dificultades. ¿Cuál es el secreto de Lehi para afrontar los desafíos?
Centrarse en el amor del Salvador
Al mismo tiempo, Lehi habló de sus preocupaciones y problemas, también aclaró:
“Pero he aquí, el Señor ha redimido a mi alma del infierno; he visto su gloria, y estoy para siempre envuelto entre los brazos de su amor”. (2 Nefi 1: 15)
Además, Lehi también enseñó:
“La redención viene en el Santo Mesías y por medio de él, porque él es lleno de gracia y de verdad… el Santo Mesías…da su vida, según la carne, y la vuelve a tomar por el poder del Espíritu, para efectuar la resurrección de los muertos, siendo el primero que ha de resucitar”. (2 Nefi 2:6, 8)
Al estar centrados en Cristo, al igual que Lehi, podemos avanzar con gozo incluso en circunstancias difíciles. ¿Cómo podemos seguir su ejemplo?
Entender mejor las cosas
Puede ser fácil olvidar las bendiciones que tenemos, tal vez porque algunas de estas bendiciones se vuelven invisibles para nosotros. Cuando era un joven misionero, mi compañero y yo estábamos le enseñando a alguien cómo orar.
Nuestro amigo oró sinceramente: “Padre Celestial, estamos agradecidos. Estamos agradecidos de que en este momento no estemos siendo perseguidos por leones”.
Al principio, me sorprendió mucho esa oración; nunca había escuchado a nadie orar así antes, ¡y no estábamos en un área donde los leones fueran un problema! Pero luego comencé a pensar:
“Sabes, alguien en algún lugar del mundo probablemente está siendo perseguido por un león en este momento. Me alegra que esa persona no sea yo”.
Esta persona vio una bendición que yo había pasado por alto.
¿Cuántas otras bendiciones pasamos por alto regularmente? Bendiciones como el agua, la luz, los supermercados y el internet. Enfocarnos en nuestras bendiciones nos recuerda ser agradecidos ante cualquier circunstancia.
Otra forma podría ser buscar una bendición dentro de lo que vemos como un problema. Por ejemplo, cuando tengo demasiado que hacer, puedo estar agradecido de que las personas me necesiten.
Al realizar tareas rutinarias, como ayudar a nuestros hijos con la tarea, podemos pensar en el día futuro cuando sean adultos y cuán agradecidos estaríamos entonces si pudiéramos ayudarlos con la tarea una vez más. Pero hoy, lo estamos haciendo una vez más, así que podemos estar agradecidos ahora.
No importa cuál sea nuestra situación actual, incluso si, como Lehi, sentimos dolor, ansiedad y tristeza, podemos encontrar formas de recordar las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros.
Podemos “darle las gracias al Señor por permitirnos dar el paseo”, como enseñó el presidente Hinckley. Al hacerlo, podemos encontrarnos envueltos en los brazos del amor del Salvador y encontrar paz incluso en tiempos difíciles.
Fuente: LDS Living
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